El golpe más sangriento
de la historia
El 24 de marzo de 1976 las tres fuerzas militares iban a iniciar otro “Proceso de Reorganización Nacional”.
En realidad se trató del asalto a la suma del poder, para efectuar una profunda operación de aniquilamiento de todas las fuerzas revolucionarias, democráticas, sindicales y populares.
El objetivo: preparar el terreno para el dominio total de la Argentina por las corporaciones del gran capitalismo financiero mundial.
No debían quedar organizaciones representativas que se opusieran al despiadado saqueo económico a que estaba por ser sometida la nación.
Con paciencia y astucia los militares y sus asesores habían fogoneado el deterioro de las instituciones legales del Estado.
Luego de una “crisis” escenificada por los Comandantes de Cuerpo Generales Viola y Suárez Masón, se pidió el pase a retiro del Coronel Damasco -por entonces funcionario político del gobierno-y el relevo del comandante en Jefe, Numa Laplane. Videla asumió como jefe del Ejército quedando entonces consolidado el ordenamiento interno necesaria para derrocar a Isabel Perón.
En la reunión de Ejércitos Americanos, que se llevó a cabo en Montevideo, Videla manifestó: “Se logrará la seguridad a cualquier precio y morirán cuantos sean necesarios. Un terrorista no es sólo el portador de una bomba o una pistola, sino también el que difunde ideas contrarias a la civilización occidental y cristiana”.
Recordemos que en Febrero de 1975, la Presidencia de La Nación había rubricado el Decreto Nº 261 que autorizaba al Ejército a aniquilar el accionar subversivo. La hora de las espadas llegó poco después de la medianoche del 23 de Marzo de 1976.
Se instauraba una de las más sangrientas y nefastas etapas que registra nuestra historia argentina.
La dictadura venía decidida a completar y profundizar la persecución y exterminio de miles de personas, que había comenzado sistemáticamente con la Triple A.
El país, perdería la sonrisa por mucho tiempo.
Al fracaso de las fuerzas revolucionarias, iba a acompañar además el peor retroceso económico, social, cultural y político que sufriera jamás la Argentina.
Pero eso ya es material de otra historia.