El banco de negocios estadounidense
maquilló las cuentas de
Atenas
El gran truco que usó Goldman Sachs
con Grecia
Gracias a la complicidad
del organismo financiero estadounidense y de varias instancias y personalidades
europeas, el país heleno pudo disimular durante varios años el “paquete”
escondido de su deuda. Hoy se puede ver su peor desenlace.
Hay empresas que roban en
nombre de la corona imperial para la cual trabajan sin que nunca les pase nada.
Goldman Sachs es una de ellas. El banco de negocios norteamericano llenó sus
arcas con un botín de 600 millones de euros (800 millones de dólares) cuando
ayudó a Grecia a maquillar sus cuentas a fin de que este país llenara los
requisitos para ingresar en el euro, la moneda única europea. La información no
es nueva pero hasta ahora, se desconocían los detalles más truculentos del
mecanismo con el cual Goldman Sachs engañó a todos los gobiernos europeos que
participaban en la creación de la moneda única y cómo evitó luego responder
ante la ley. El abanderado de la oligarquía financiera operó protegido por
sólidas complicidades en el seno de las instituciones bancarias europeas y
dentro del poder político, que hizo todo cuanto estuvo a su alcance para
impedir las investigaciones.
Dos de los protagonistas
de esta megaestafa hablaron por primera vez sobre las transacciones encubiertas
mediante las cuales Atenas escondió la enormidad de su deuda. Se trata de
Christoforos Sardelis, jefe de la oficina de gestión de la deuda griega entre
1999 y 2004, y de Spyros Papanicolaou, el hombre que lo reemplazó hasta 2010.
El resultado de la operación es una gigantesca estafa que hizo del presunto
salvador, en este caso Goldman Sachs, el operador del hundimiento de Grecia y
de buena parte de Europa. Si se cuentan sólo los bancos franceses, la aventura
griega les costó 7000 millones de euros: BNP Paribas perdió 3,2 mil millones,
el Crédit Agricole 1,3 mil millones, la Société Générale 892 millones, BPCE 921
millones y el Crédit Mutuel 359 millones. Esto únicamente es lo que le costó al
sistema bancario francés: los pueblos pagaron y pagarán en sacrificios y
privaciones mucho más que esto.
El montaje financiero fue
astuto. El Tratado de Maastricht de la Unión Europea fijaba requisitos rígidos
para integrar el euro: ningún miembro de la Zona Euro podía tener una deuda
superior al 60 por ciento del PIB y los déficit públicos no podían superar tres
por ciento. En junio de 2000, para ocultar el peso gigantesco de la deuda
griega que ascendía al 103 por ciento de su PIB y obtener así la calificación
de Grecia para entrar en el euro, Goldman Sachs ideó un plan: trasladó la deuda
griega de una moneda a otra. La transacción consistió en cambiar la deuda que
estaba cotizada en dólares y en yenes por euros, pero en base a una tasa de
cambio ficticia. Así se redujo de dos por ciento del endeudamiento griego y,
con ello, Grecia respetó los criterios fijados por el Tratado de Maastricht
para ingresar al euro. Un detalle vino a complicar el maquillaje: Goldman Sachs
estableció un contrato con Grecia mediante el cual disimuló el arreglo bajo la
forma de lo que se conoce como un SWAP, un contrato de cambio para los flujos
financieros que viene a equivaler a una suerte de crédito. Ese esquema
fraudulento llevó a que, a raíz de los llamados “productos derivados”
implicados en la operación, en apenas cuatro años la deuda que Grecia contrajo
con Goldman Sachs pasara de 2,8 mil millones de euros a 5,1 mil millones.
Dos periodistas de la
agencia Bloomberg, Nick Dunbar y Elisa Martinuzzi, llevaron a cabo una paciente
investigación al cabo de la cual pusieron al desnudo este oscuro mecanismo.
Según explicó a los periodistas el jefe de la oficina de gestión de la deuda
griega entre 1999 y 2004, Christoforos Sardelis, en ese momento la arquitectura
de la propuesta de Goldman Sachs se le escapó de las manos. Luego, dice
Sardelis, los atentados del 11 de septiembre y una mala decisión de los bancos
sembraron la semilla del desastre actual. La conclusión de la investigación es
contundente: Grecia y Goldman Sachs hipotecaron el porvenir del pueblo griego y
pusieron una bomba de tiempo que, 10 años más tarde, explotaría en las manos de
la sociedad.
En materia de grandes
estafas organizadas por los bancos de inversión la impunidad es la regla. Nadie
fue ni será condenado. Christoforos Sardelis afirmó que “el acuerdo con Goldman
Sachs es una historia muy sexy entre dos pecadores”. Goldman Sachs sacó jugosos
beneficios de esa truculenta organización. Sin embargo, el banco de negocios
norteamericano afirma en su defensa que nada hizo de ilegal, que todo lo
realizado respetaba al pie de la letra las directivas de Eurostat, el organismo
europeo de estadísticas. Eurostat alega que recién tomó conciencia en 2010 de
los niveles de endeudamiento griego. La defensa parece pobre porque las
primeras denuncias sobre el maquillaje de las cuentas griegas y el papel que en
él jugo Goldman Sachs datan de 2003. En un informe de 2004, Eurostat escribió:
“falsificación generalizada de los datos sobre el déficit y la deuda por parte
de las autoridades griegas”.
Gracias a la complicidad
del organismo financiero norteamericano y de varias instancias y personalidades
europeas, Grecia pudo disimular durante varios años el “paquete” escondido de
su deuda. En 2010, Jean Claude Trichet, entonces presidente del Banco Central
Europeo (BCE), se negó a entregar los documentos requeridos para conocer la
amplitud de la verdad. Ocurre que en el medio de esta gran mentira hay un
personaje que hoy es central: se trata de Mario Draghi, el actual presidente
del Banco Central Europeo y gran partidario de terminar de una buena vez por
todas con el modelo social europeo. Draghi es un hombre de Goldman Sachs. Entre
2002 y 2005 fue vicepresidente de Goldman Sachs para Europa y, por
consiguiente, estaba al corriente de la falsificación de los datos sobre las
finanzas públicas de Grecia. Fue su mismo banco quien estructuró la
falsificación. El liberalismo premia muy bien a sus soldados. Durante dos años,
el Banco Central Europeo y los lobbies políticos usaron cuanto truco fuera
posible para proteger a Draghi y no permitir que se llevaran a cabo auditorías
en torno de las irregularidades cometidas en Grecia. Las comisiones del
Parlamento europeo designadas para investigar esta megaestafa chocaron
sistemáticamente contra las redes que protegían el secreto.
El desenlace final de
esta complicidad entre las oligarquías financieras es conocido por todos: casi
un continente sumido en la crisis de la deuda, un país, Grecia, expoliado y de
rodillas, recesión, despidos masivos, pérdida de poder adquisitivo para los
trabajadores, reestructuraciones, sacrificios de los beneficios sociales,
planes de ajuste y miseria. Mientras tanto, los 600 millones que Goldman Sachs
ganó con esta estafa han seguido fructificándose en la apuesta suicida que el
capital hace en beneficio propio contra la humanidad.
Fuente:
http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-189486-2012-03-13.html