24 de Marzo de 1814
Batalla de
Sauce Redondo
Luego de la derrota de las tropas patriotas en Ayohuma y aprobado
el plan sugerido por Dorrego para la reorganización de la vanguardia, éste
permaneció unos días en las líneas avanzadoras, instruyendo oficiales y tomando
diversas disposiciones. En su transcurso
llegó al cuartel general de Tucumán el mayor Martín Güemes, a quien Manuel
Belgrano había expulsado del ejército en la primera retirada de Jujuy, a
consecuencia de una historia de amoríos que se hizo pública y chocó con las
ideas de riguroso orden social sustentadas por el general ahora en
desgracia. San Martín lo envió a la
vanguardia, y Dorrego le colocó en el lugar que anteriormente había destinado a
Pedro Zabala, que era de mucha acción y sirvió después a tan famoso y heroico
guerrillero, para dar la medida de su capacidad.
Güemes pertenecía a una familia honorable de la Capital de la
provincia que tanto habría de defender, y no carecía de cultura; pero,
penetrado de la idiosincrasia del gaucho, especialmente en breve estadía en la
Banda Oriental, donde contempló y admiró de cerca la popularidad de Artigas,
aunque sin gustar de los propósitos de este caudillo, procuró identificarse con
los campesinos el norte usando su traje, empleando su lenguaje, halagando en
grotescas y zafadas peroraciones –que no dejaba escuchar a ninguna persona con
alguna educación, ni aun a sus ayudantes- el odio a las clases superiores de la
sociedad en general y a los falsos “nobles”, entre los cuales hubiera podido
alternar, particularmente. Tenía esbelta
figura, ancha y despejada frente, ojos singularmente vivarachos, poblada barba
negra que dejaba crecer hasta el pecho; pero su vos era trabajosa y confusa, a
consecuencia de un defecto de la úvula, según un contemporáneo: “quien no
estaba acostumbrado a su trato, sufría una sensación penosa al oírlo” (1). Los jóvenes decentes, para vengarse de sus
diatribas, en los tiempos que empezó a destacarse, pusieron en boga unos malos
versos, que le llamaban
“Loco, vano, fullero, mentiroso;
Todo eso junto y ainda mais gangoso” (2)
Mientras el coronel Saravia daba cuenta a San Martín que habían
sido distribuidas todas las partidas de acuerdo con las órdenes de Dorrego (10
de febrero de 1814), éste daba por terminada su misión en Salta y se retiraba
al cuartel general de Tucumán.
Afanoso Güemes por probar en la pelea la bravura y la adhesión de
los gauchos, como el enemigo no se atrevía a lanzar partidas a la campaña
aleccionado por los percances ya sufridos, fue en su busca introduciéndose en
el valle de Lerma; el 9 de marzo batió una avanzada realista en los suburbios
de la ciudad, y el 11, habiendo realizado el coronel Castro una salida con toda
su poderosa vanguardia para hacer lo que le parecía peligroso e inútil esperar
de pequeños destacamentos, fue acosado de tal manera por los gauchos apostados
detrás de los árboles, que se descorazonó muy pronto, y sin haber salido del
valle, regresó a su cuartel a los tres días.
“Los gauchos de Salta solos –oficiaba San Martín al Gobierno General-
están haciendo al enemigo una guerra tan terrible….”.
El 18 de marzo, otra avanzada de la plaza fue sorprendida por los
gauchos de Güemes; pero a despecho de eso, un piquete realista de 56 hombres al
mando del capitán José Lucas Fajardo, consiguió deslizarse hasta las cercanías
de Guachipas.
El 24, habiendo sido sentido por José Apolinar Saravia –gaucho
joven que sentía dio feroz a los “godos”, y del cual se refiere que en la
gloriosa tarde de Tucumán riñó con otro oficial que se opuso al sacrificio de
un prisionero, y un rato después, viendo a aquél agredido por un enemigo
rezagado, le salvó la vida, exponiendo la suya, sin reconciliarse-, pagó su
temeridad. Saravia, reuniendo 30
“partidarios” de los que estaban a sus órdenes y algunos gauchos armados con
garrotes y chuzas, lo acometió en Sauce Redondo, matando 11 hombres, entre los
cuales cayó Fajardo, y haciendo 27 prisioneros, a cambio de cuatro bajas
solamente. “No puedo prescindir de
manifestar a V. S., aunque de paso –escribió San Martín al coronel Pedro José
Saravia-, cuán pausible y satisfactoria me ha sido la valerosa comportación del
precitado comandante don José Apolinar, la de su hermano don Domingo y de toda
la demás gente de su mando en la brillante guerrilla del 24”.
Filiberto de Oliveira Cezar en su obra “Güemes y sus Gauchos”,
transcribe una carta referida a este combate del comandante Saravia, dirigida a
Güemes, fechada en Guachipas el 25 de marzo de 1814: “……. A las 2 de la tarde
observaron mis descubiertas que el enemigo en número de 56 hombres bien
armados, al mando del Capitán D. José Lucas Fajardo, se dirigía por el paso del
río de Guachipas hacia este rumbo; inmediatamente di orden para que mis
descubiertas y avanzadas, que estaban en el Sauce Redondo, se replegasen hasta
las casas de D. Manuel Castellanos, entre tanto yo hacía avanzar mi retaguardia
que se hallaba situada en la capilla para protegerlas oportunamente. En efecto, a las 3 ½ de la tarde campó el
enemigo en el Sauce Redondo, y a las 4 rompí el fuego contra su avanzada, con
una guerrilla de doce hombres al mando del Alférez de caballería de línea, D.
José Antonio Suárez. Observando que muerto dicho alférez me rechazaban la
guerrilla, cargué inmediatamente con el resto de mi división, y pasadas las
primeras descargas de fusil, a las que se sostenía vigorosamente, mandé
avanzar, sable, garrote y chuza en mano: en ese momento desordenado, el enemigo
huyó vergonzosamente, de lo que resulta haber conseguido una completa victoria,
haciéndoles 27 prisioneros, entre ellos 14 mal heridos; a más de éstos, 8
soldados, 2 sargentos y el Comandante Fajardo muerto; consistiendo mi pérdida
únicamente en la muerte del Alférez Suárez, dos soldados y un paisano herido
(…) Después de encarecer a V.E. el
valor, constancia y regocijo con que todos mis soldados y paisanos se han
comportado, debo particularmente recomendar a la consideración de V. E., la
viuda e hijos de dicho Alférez Suárez, cuyo ingente valor lo precipitó en la
tumba donde yace, con solo el interés de la libertad…” .
El 29 salieron de la plaza 80 realistas mandados personalmente por
Castro, para atacar a los patriotas mandados por Güemes, cuyas posiciones
habían sido descubiertas, pero el segundo se anticipó al primero, logrando
sorprenderlo y desbaratarle la mitad de la gente.
Los servicios de Güemes fueron premiados con el grado de teniente
coronel y el mando superior de la vanguardia, en que relevó al coronel
Saravia. Aumentó su prestigio, su acción
cobró aún mayor energía, y los realistas, cada vez más encerrados en la ciudad,
creyeron sufrir el asedio de un gran ejército.
Pidieron nuevamente refuerzos, y obtenidos, destinaron mil hombres a la
conquista de una zona de la campaña, que les sirviese para extraer
recursos. Esa fuerza, que maniobró
fraccionada en dos divisiones mandadas respectivamente por los coroneles
Gullermo Marquiegui (salteño) y Antonio María Alvarez, nada pudo conseguir;
regresó a los pocos días, con gran fatiga y algunas pérdidas causadas por la
diaria hostilización de los gauchos.
Referencias
(1) José María Paz – Memorias póstumas.
(2) Joaquín Carrillo – Historia civil de Jujuy.
Fuente
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado.
Oliveira Cezar, Filiberto de – Güemes y sus Gauchos: escenas de
la independencia argentina – Buenos Aires (1895).
Paz, José María – Memorias póstumas.
Uteda, Saturnino – Vida Militar de Dorrego – La Plata (1917).
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