Reporteros sin Fronteras protesta pero reconoce que la UNESCO le negó el estatuto y confiesa su conexión con la CIA
Jean-Guy Allard
En un comunicado donde se dice “victima” de desinformación mientras tergiversa los hechos, la ONG francesa Reporteros sin Fronteras, reconoce “no haber obtenido la promoción al estatus de ONG ‘asociada’ a la UNESCO” debido al “odio histórico” de “algunas delegaciones”.
En el mismo documento, Olivier Basille, director general de Reporteros sin Fronteras que sustituyó al fundador Robert Ménard, admite que existió lo que llama “un acuerdo de cooperación” entre el propio Ménard y el Center for a Free Cuba, de Washington, organización creada y manejada por Frank Calzon, un connotado agente CIA, y financiada por la USAID.
Mientras dice denunciar “una operación de desinformación” en su contra que pretende, según él, que la ONG fue “excluida” de la Unesco el 8 de marzo de 2012 “falta de ética”. Sin embrago, Basille admite que el Consejo Ejecutivo de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura se negó a otorgarlo el estatus “asociativo”.
“Nuestras colaboraciones con la UNESCO han sido fructíferas y eficaces”, sostiene el jefe de RSF sin mencionar como la institución de las Naciones Unidas le retiró el miércoles 12 de marzo de 2008 el coauspicio del Día por la libertad de Internet precisamente por su falta de ética al atacar y “descalificar a un número determinado de países".
Detalle interesante, Basille afirma que la “promoción había sido recomendada por la directora general de la Unesco, Irina Bokova, en una misiva que nos envió el 3 de febrero de 2012”. Bokova fue elegida en 2009, en una de las elecciones más disputadas de la historia de la organización, gracias al voto de los europeos, frente al egipcio, Faruk Hosni, supuestamente hostil a Israel.
Revelando la orientación política de la ONG francesa, Basille explica la exclusión de RSF del estatus “asociativo” por el supuesto hecho que durante la sesión del Consejo, “algunos países occidentales, sobre todo europeos, se retiraron de la sala en protesta por la presencia de Siria” y que “Venezuela, apoyado en especial por China y Cuba, pudo bloquear fácilmente la promoción”.
Según el jefe de RSF, la noticia “dio lugar a que en Internet se repitieran viejos ataques que calumnian a Reporteros sin Fronteras”.
Sin embargo, Basille luego admite “que existió un acuerdo de cooperación entre su ex secretario general y una controvertida organización humanitaria (Center for a Free Cuba) surgida de la disidencia cubana en el exilio”.
El Center for a Free Cuba es de ninguna manera una creación de la llamada disidencia sino, al revés, una fachada CIA montada para encubrir operaciones de subversión y desestabilización subsidiadas por la USAID. Su jefe, Frank Calzón, tiene un largo historial de actividades vinculadas a la inteligencia norteamericana.
Pretende Basille: “Este acuerdo fue denunciado en 2008, a petición de los trabajadores de Reporteros sin Fronteras, durante el último cambio de dirección de nuestra organización” (la salida de Ménard). Un episodio hasta ahora desconocido de la historia de la ONG parisina igualmente controvertida.
Basille omite precisar hasta donde fue la colaboración de RSF con Calzón, la que dio lugar a decenas de operaciones sucias de desinformación y de propaganda contra Cuba, rompiendo record en materia de difamación. Con financiamiento norteamericano.
En el curso de estas actividades, Ménard viajo a Cuba para reunirse, en un guión de película de espionaje, con el entonces presidente de una supuesta asociación de periodistas independientes, el fallecido Nestor Baguer, que actuaba de colaborador de los órganos de seguridad cubana.
Las aventuras “controvertidas” de Ménard y de RSF son innumerables, e incluyen un viaje a Taiwán para recibir públicamente una importante suma de dinero para seguir con sus ruidosos ataques contra China. En septiembre 2008, Robert Ménard abandonó RSF no por razones de ética, sino para aceptar un contrato del Emir de Qatar para apadrinar un “centro” para la “libertad de prensa”. El proyecto, que tuvo como director el patrón de Al Jazeera, fracasó a pesar de los millones invertidos.