miércoles, marzo 21, 2012

Varios Gobiernos Europeos envidian.. Soberanía... monetaria !!! - Plusieurs gouvernements européens l'envie .. Souveraineté ... monétaire!


Soberanía financiera y monetaria

Por  Eric Calcagno y Alfredo Eric Calcagno  


La vía argentina deviene la única vía posible. 
Es una apuesta por el restablecimiento de la competitividad mediante la reconquista de la soberanía monetaria gracias a la salida de la zona euro.” Esta afirmación es del eminente economista francés Michel Aglietta, con referencia a la crisis griega (“Zone euro, éclatement ou fédération”, París, 2012); en nuestro caso, la recuperación monetaria se obtuvo por el desligamiento del dólar y la consolidación de la moneda nacional (había 14 monedas provinciales).
La afirmación de Michel Aglietta refleja la realidad: la recuperación de la soberanía monetaria es uno de los ejes que les permite a los países recobrar su competitividad y su libertad de acción; y con ellas, su soberanía financiera. Veamos.Recuperación de la soberanía financiera. La soberanía nacional se manifiesta en todos los ámbitos del Estado. En el caso de la actual crisis internacional, sobresale el financiero. La Argentina había enajenado su soberanía monetaria con la renuncia a fijar el valor de la moneda nacional (con la convertibilidad); la consiguiente pérdida de competitividad llevó al endeudamiento y a la pérdida de soberanía financiera, al depender de un flujo siempre creciente de capitales extranjeros. La pérdida de soberanía financiera se tradujo en la pérdida de soberanía a secas, con la sujeción al Fondo Monetario Internacional (FMI).
Durante muchos años, los economistas neoliberales alegaron que debía elegirse entre soberanía y crecimiento económico: había que renunciar a tener una política monetaria y cambiaria (pérdida de soberanía monetaria) para garantizar una baja inflación. Depender de capitales externos era una buena cosa, porque “disciplinaba” al gobierno: puesto que “los mercados” abominan de políticas públicas activas y déficit fiscal, la pérdida de soberanía financiera era una forma de atraer capitales (o de evitar que se fugaran) lo que permitiría aumentar la inversión. Y los elogios del establishment internacional, más los acuerdos con el FMI, alimentaban la confianza de los inversores financieros, condición necesaria y suficiente para avanzar en el camino hacia el ansiado Primer Mundo.
Los resultados de esas políticas no fueron los anunciados. La subordinación no llevó a la prosperidad. El resurgimiento económico y social vino de la mano de la recuperación política, es decir de la reconquista de la soberanía. La recuperación de la soberanía monetaria permitió recuperar la competitividad y crecer manteniendo un excedente comercial. La reestructuración de la deuda externa también aportó oxígeno a las cuentas externas y fiscales, restableciendo la soberanía financiera. Se pudo así achicar la deuda externa que fuera por décadas el eje del sistema de dominación, pues su enorme magnitud obligaba a una permanente refinanciación, que sólo se otorgaba si se cumplía con las exigencias del FMI. El gobierno de Néstor Kirchner la suprimió como factor dominante. Primero la renegoció, con una quita del 65%; en 2002, la deuda externa del sector público nacional era el 95,3% del PIB, y en 2011, el 15,9% (ahora se pagan intereses por el 1,5% del PIB). Y segundo, pagó toda la deuda al FMI, con lo cual ya no puede influir más en la política económica interna. El Estado recobró así su soberanía para elaborar y aplicar su política financiera y monetaria.
El fortalecimiento de las cuentas fiscales fue un aspecto central en la restauración de la soberanía financiera. Desde 2003 existió superávit fiscal, excepto en 2009 (entre 1995 y 2002 siempre había habido déficit); este superávit no fue el resultado de ajustes recesivos, sino de una fuerte expansión de los ingresos y los gastos públicos. La presión tributaria aumentó del 21% del PIB en 2001, al 34% en 2011 (en la Unión Europea el promedio es de 40%). Además, el actual sistema tributario es menos regresivo: el impuesto a las ganancias y los derechos de exportación aportan en conjunto un tercio de los ingresos tributarios totales (superan la participación del impuesto al valor agregado).
Todavía falta mucho que hacer en estos ámbitos, pero los avances irán de la mano con más soberanía monetaria y financiera, antes que con el sometimiento que vivió la Argentina en el pasado y que hoy sufren otros países. Argentina y Grecia: Soberanía o colonialismo financiero. Todo cambio fundamental en la vida de los países implica decisiones políticas fuertes. En lo financiero y monetario, en la Argentina se optó por la soberanía y en el caso griego, por el colonialismo. Las modalidades de este colonialismo marcan un anacronismo en la forma de explotación y una novedad histórica.
El anacronismo radica en que se vuelve a una modalidad de colonialismo propia de los siglos XVI a XIX, en la que eran corporaciones –y no Estados– las que muchas veces realizaban la explotación colonial. Era la época de la Compañía Británica de las Indias Orientales (1600-1860), la Compañía Neerlandesa de las Indias Orientales (1602-1800) y Occidentales (1621-1791, especializada en el comercio de esclavos), la Compañía Francesa de las Indias Occidentales (1664-1769) y otras corporaciones análogas. El colmo fue la cesión al rey Leopoldo II de Bélgica de la propiedad personal –que incluía la soberanía– del Estado Libre del Congo (1885-1908). Ahora no son entidades comerciales las que ejercen el colonialismo, sino el sector financiero internacional, que constituye una enorme corporación respaldada por el FMI y el Banco Mundial, y por los países que controlan a esas instituciones en base a su sistema de gobierno plutocrático.
La novedad es que por primera vez las potencias mundiales tratan a un país desarrollado como si fuera una colonia. El capitalismo neoliberal respetaba las diferencias oligárquicas: siempre practicó una política de ajuste para los países subdesarrollados y otra expansiva para los desarrollados. Ahora parece que el sector financiero hegemónico tiene criterios diferentes. Primero, no titubea en hundir a un país si lo cree necesario para salvar al sistema financiero y, en especial, a los bancos; y segundo, les da a los países desarrollados más débiles el mismo tratamiento que a los subdesarrollados (¿mantendrán ese proceder cuando la crisis afecte a un país desarrollado grande?).

Las dos posiciones frente a la crisis pueden simbolizarse con los casos de la Argentina y de Grecia o, en términos generales, en la afirmación o negación de la soberanía.
Tal vez una de las mayores enseñanzas de la experiencia argentina es que para resolver los problemas es necesario politizarlos. En cada caso es necesario ir a la naturaleza misma de los problemas, estudiar la justicia de cada solución y su viabilidad física, determinar quiénes serán los favorecidos y los perjudicados, analizar las relaciones de fuerzas existentes y adoptar las decisiones. La instrumentación técnica es necesaria pero queda subordinada a las soluciones de fondo, que son políticas. Es un modelo de recuperación de la soberanía nacional.
El modelo opuesto es que se aplica en Grecia. La troika que maneja la situación (FMI, Banco Central Europeo y la Comisión Europea) impuso que Grecia renuncie a su soberanía nacional política, económica y financiera. 
Acepta que la troika dicte su programa económico, que consiste en el cumplimiento de las principales demandas del pensamiento reaccionario en general, y del sector financiero en particular: primero, la tutela política sobre el gobierno; segundo, el desmantelamiento del Estado de bienestar; tercero, la afirmación de la hegemonía económica y política del sector financiero; cuarto, el manejo directo de la economía por la troika, con la aplicación de un ajuste salvaje; quinto, el descomunal negocio que implica hacerse de las empresas y tierras públicas griegas pagando un porcentaje ínfimo de su valor. La novedad es que la metrópolis no es otro Estado sino un sector de la economía: el financiero. El gobierno de las corporaciones abre nuevos rumbos.
Comenzamos este artículo con una frase de Michel Aglietta que sostiene que la única vía para salir de la crisis griega es la argentina. 
Lo finalizamos con una pregunta (título de su último libro) del ilustre economista francés Robert Boyer: “¿El poder de las finanzas terminará destruyendo al capitalismo?”.

Entradas Relacionadas