20 de Abril de
1858 – Fallecimiento del Ing. Felipe Senillosa
Ing. Felipe Senillosa (1790-1858)
Nació en Tarragone, España, el 26 de mayo de
1790. Cuando cumplió trece años fue
enviado a Madrid, a cursar matemáticas a la Universidad de Alcalá de Henares,
fundada por el cardenal Cisneros, tres siglos antes. A los dieciocho años, en 1808, se trasladaba
de Madrid con 100 hombres reunidos en el camino, a Zaragoza, para ponerse a las
órdenes de Palafox en la defensa inmortal de aquella ciudad contra los
franceses invasores. Allí fue destinado
como teniente de cazadores Walones y agregado al servicio de ingenieros, pero
aprovechando el heroico defensor los conocimientos matemáticos adquiridos por
Senillosa, dispuso que fortificase el castillo de Alfageria, que había sido
morada de los reyes de Aragón y que Felipe V convirtiera en fortaleza. El sitio duró cuatro meses y la plaza debió
capitular, como Sagunto contra los cartagineses y como Numancia contra los
romanos, evidenciándose una vez más el valor de la raza hispana. Felipe Senillosa prisionero, fue remitido por
los franceses a Nancy (1). Cuando recuperó
su libertad, sus paisanos lo repudiaron porque ya no sustentaban las
convicciones políticas de otrora y porque se había debilitado su adhesión al
régimen imperante en la Península.
Regresó a Francia en 1813 y se incorporó a las águilas imperiales, efectuando
la campaña el Norte. Peleó en Silesia y
en Alemania, así como en Sajonia y Holanda.
En 1814 regresó a España y lo motejaron de “el afrancesado”, siendo
estrechamente vigilado, como si fuera un espía.
Nadie pensaba en utilizar sus ricos conocimientos militares y
matemáticos, adquiridos en costosa experiencia y áspero trajín y se vio
obligado a emigrar, dirigiéndose a Londres, en 1815, donde conoció a Rivadavia,
Sarratea y Belgrano y desde aquel momento empezó a interesarle la causa
emancipadora de Sud América, decidiendo su viaje a Buenos Aires, donde esperaba
que sabrían valorar mejor sus amplios conocimientos; cambiando de horizonte,
cambiaría de espíritu y el recuerdo de las memorables batallas napoleónicas de:
Katzbach, Leipzig, Arnheim, Hanau, Lutzen, Vurtzen y Bautzen, a las que había
asistido, permanecería del otro lado del hosco Mar Atlante.
Llegado a Buenos Aires, el Directorio lo designaba con
fecha 3 de febrero de 1816, Director y Preceptor de la “Academia de
Matemáticas” y siete meses después, director de todas las academias
establecidas en Buenos Aires. El 12 de
junio de 1817 elevó al gobierno un sucinto Plan de Educación, que aquél
agradeció a su autor por el loable celo con que se contraía a promover la
primera y preciosa educación. Fundó
también en aquella época un periódico que tituló: “Los Amigos de la Patria y de
la Juventud”, destinado a defender los intereses de la instrucción
pública. Fue miembro de la “Sociedad del
Buen Gusto del Teatro” (para la que fue nombrado el 30 de octubre de
1817). Cuando en el año 1821 se
instituyó en el gobierno del general Martín Rodríguez, la Universidad de Buenos
Aires, Senillosa figuró entre los primeros profesores con rango directivo.
El 31 de enero de 1818 fue nombrado miembro de la
comisión de caminos. En 1820 publicó un
Tratado Elemental de Aritmética. El 25
de junio de 1821 se le nombró catedrático de Geometría Descriptiva y sus
aplicaciones, en la Universidad. El 24
de setiembre de 1824 fue nombrado para formar parte de la Comisión Topográfica
de la Provincia de Buenos Aires, junto con Vicente López y Avelino Díaz,
catedrático de ciencias fisico-matemáticas el último, y Senillosa, Prefecto de
Ciencias Exactas.
En 1825 formó parte de una comisión en la que figuraba
Juan Manuel de Rosas, para trazar la línea de fronteras exterior al Tandil,
recientemente poblado por el general Rodríguez, comisión en la cual actuó
también el coronel Juan Lavalle. El 26
de junio de 1826 fue nombrado primer ingeniero del Departamento Topográfico y
dos años después, Presidente del mismo, con fecha 10 de enero de 1828. En los comicios electorales del 22 de julio
de 1827, Senillosa fue elegido para ocupar una banca de diputado en la H. Sala
de Representantes.
En 1832 fue elegido diputado a la Legislatura de la
Provincia de Buenos Aires, siendo reelegido al terminar aquel período. En 1838 fue designado nuevamente Presidente
del Departamento Topográfico. Más tarde
volvió a ser diputado, cargo que ejercía en diciembre de 1849. Por treinta años consecutivos, Senillosa es
el consejero técnico de cuanta misión útil se constituye en el país para
ejecutar obras de provecho. Publica en
1817 una “Gramática Española”; redacta una “Memoria sobre pesas y medidas”, que
Juan Manuel de Rosas reglamenta para uso en el país; con Lahitte y Anchorena
contribuyó a especificar las atribuciones del Ministerio de Pobres y Menores;
proyecta construir un muelle sobre la rada de Buenos Aires; elige los planos
para edificar la Nueva Aduana en el antiguo Fuerte y dirige la ejecución de las
obras, cumplimentando esta ímproba tares sin remuneración de ninguna clase,
estimulado solamente por su profundo deseo de ser útil a la sociedad en cuyo
seno vive con ese afán de minero que cuenta sus años por el número de las obras
ejecutadas, que son como el desquite póstumo de estas vidas extraordinarias,
ante el silencio involuntario y obstinado de la posteridad.
El 25 de abril de 1837 fue admitido como socio
correspondiente de la Real Academia de Buenas Letras de Barcelona. El 26 de agosto de igual año fue nombrado
miembro de una comisión, conjuntamente con el doctor Eduardo Lahitte y Nicolás
Anchorena, para presentar un reglamento que especificase las atribuciones del
Ministerio de Pobres y Menores. En enero
de 1839 fue designado miembro del Tribunal de Recursos Extraordinarios, y por
impedimento del Ministerio Fiscal y de la Presidencia del Dr Lahitte, desempeñó
las funciones del presidente del referido Tribunal. En 1842 formó parte de la Comisión de Hacienda
de la Sala de Representantes. En 1844,
fue nombrado miembro de la Sociedad Real de Anticuarios del Norte. En 1852 ofreció al gobierno sus servicios en
la Guardia Nacional como ingeniero militar.
El 18 de diciembre de 1853 fue nombrado miembro de la Comisión
Filantrópica, y el 28 de abril de 1854, miembro de la comisión encargada de
presentar las medidas necesarias para el arreglo de las tierras.
Desde el Directorio hasta Caseros compartió todas las
vicisitudes argentinas, favorecido por una salud que la muerte tardó en
quebrantar a los 68 años, pues falleció en Buenos Aires, el 20 de abril de
1858.
El 26 de julio de 1855 había sido nombrado miembro del
Consejo consultivo del Gobierno; el 8 de junio de 1856, elegido miembro de
número del Instituto Histórico-Geográfico del Río de la Plata, y en diciembre
de 1856, Ingeniero Inspector del Departamento Topográfico.
Contrajo matrimonio con Pastora Botet. Rosas le dispensó permanente amistad por el
esfuerzo admirable de su espíritu bien templado y de su indiscutible capacidad
para el desempeño de los puestos públicos.
Referencia
(1) Mientras estuvo prisionero, Senillosa escribió en
Francia un Tratado de Mnemónica o Arte de fijar la memoria, que se conserva
inédito en poder de la familia.
Fuente
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado.
www.revisionistas.com.ar
Yaben, Jacinto R. – Biografías argentinas y
sudamericanas – Buenos Aires (1939).
20 de Abril de 1858 – Nacimiento de Carlos Luis Spegazzini
Carlos Luis Spegazzini (1858-1926)
Nació en Bairo, distrito de Ivrea, Piamonte (Italia),
el 20 de abril de 1858, hijo del general del ejército piamontés Luis Spegazzini
y Carolina Turina, perteneciente a una familia de diplomáticos. Hizo sus primeros estudios en el famoso
colegio Marco Foscarini de Venecia, e ingresó más tarde a la Scuola Enologica
di Conegliano, donde se recibió en 1879.
Fue su maestro el célebre botánico italiano Pier Andra Saccardo, quien
despertó su vocación por la micología y la fanerogamia. A los 18 años le comunicó el resultado de sus
primeros estudios sobre ciertos hongos parásitos de plantas y sus estados
evolutivos.
A fines de 1879, se embarcó con destino al Brasil,
pero al llegar a Río de Janeiro, la encontró azotada por una epidemia de fiebre
amarilla, por lo que resolvió continuar su viaje a Buenos Aires. Aquí conoció al doctor Domingo Parodi, bajo
cuya protección se hizo coleccionista, organizador de herbarios, preparador de
pieles y esqueletos de animales.
En noviembre de 1880, se incorporó al gabinete de
Historia Natural de la Facultad de Ciencias Físicas y Naturales, encargado de
coleccionar plantas y hacer preparados microscópicos. Bien pronto realizó excursiones por los
alrededores de la ciudad, conoció el Riachuelo, San José de Flores, Recoleta,
Palermo e hizo su primera publicación sobre los “Funghi argentini pergillus
primus”, en los “Anales de la Sociedad Científica Argentina”. En esa institución pronunció varias
conferencias.
En 1881, denunció en los diarios de la capital, la existencia
en el país de la Peronóspora de la vid (plasmofora vitícola). A fin de ese mismo año, se incorporó a la
expedición científica a la Patagonia y Tierra del Fuego en la corbeta “Cabo de
Hornos” bajo la dirección del teniente de la marina italiana Santiago Bove,
como botánico y representante de la Universidad de Buenos Aires. Después de haber recorrido varios puntos de
la costa patagónica y de la isla de los Estados tuvieron que abandonar en Punta
Arenas el “Cabo de Hornos”, porque no se prestaba para la navegación en los
canales del archipiélago fueguino, debiendo continuar en la goleta “San
José”. Lamentablemente naufragaron en la
bahía Slogget, pero los náufragos fueron
recogidos por el cúter “Allen Gardiner” de las Misiones inglesas, que los llevó
nuevamente a Punta Arenas, en donde persistiendo en su empeño explorador
alquilaron la balandra “San Pedro” para continuar recorriendo la costa de
Tierra del Fuego y luego Río Gallegos y Santa Cruz. Finalmente se embarcaron de nuevo en el “Cabo
de Hornos” y regresaron a Buenos Aires.
Las colecciones hechas por el sabio Spegazzini en esa
expedición fueron numerosas y de un gran valor científico Las correspondientes a la Patagonia, estrecho
de Magallanes e islas de los Estados se salvaron por haber quedado a bordo del
“Cabo de Hornos”, perdió, en cambio, en el naufragio, lo que había recogido en
parte de Tierra del Fuego. En medio de
tanta desgracia, afortunadamente, tuvo la suerte de salvar sus libretas de
apuntes que contenían un catálogo minucioso de todas las plantas, tanto
fanerógamas como criptógamas observadas en cada localidad visitada y las
descripciones detalladas de las especies que le eran desconocidas o de las que
por sus flores u otros caracteres merecieron su especial atención.
Durante ese viaje Spegazzini recogió ejemplares de
1.108 especies botánicas (293 fanerógamas, 20 pteridófilas, 461 de hongos,
etc.). Su labor fue elogiada por Bove y
también por Alberto de Agostini. Además,
estudió las lenguas y costumbres de los indígenas, su vocabulario, y publicó
elementos de su gramática.
En 1883, hizo nuevos viajes a Santa Cruz, y uno de
estudio por el norte del país hasta el Chaco y el Paraguay. Formó parte, en carácter de bacteriólogo, de
la comisión encargada de elegir y dictaminar sobre el lugar en que había de
fundarse la nueva capital de la provincia de Buenos Aires. En ésta, que tomó el nombre de La Plata, se
radicó en 1884, y contrajo matrimonio con María de la Cruz Rodríguez. Mientras, en 1883, fue nombrado por la
Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires para colaborar con el doctor Pedro.
N. Arata, director de la Oficina Química creada poco antes. La Universidad de Buenos Aires le encargó la
dirección del Jardín Botánico.
En 1885, ocupó la cátedra de higiene e historia natural,
y luego la de química en el Colegio Provincial de La Plata, recientemente
creado. Dos años después formó parte del
personal docente del Instituto Agronómico de Santa Catalina, que pasó más tarde
a la Facultad de Agronomía y Veterinaria, encargándosele el curso de patología
vegetal.
Spegazzini poseía una vasta y profunda ilustración,
así que enseñó, además de la botánica a la cual se dedicó especialmente,
zoología, mineralogía, geología, micrografía y química. Fue designado director general de estudios en
1890, y vicedecano a principios de 1891.
En abril del citado año, por razones de índole económica, el gobierno de
la provincia propuso a la Legislatura la clausura de la Facultad. Spegazzini junto con el veterinario Desiderio
Bernier expuso el grave error que tal decisión significaba, consiguiendo salvar
a la Facultad. En la nueva organización
conservó la dirección de los estudios hasta 1899. Volvió a ella en 1905, como miembro del
Consejo de Enseñanza.
En 1898, al fundarse el Ministerio de Agricultura de
la Nación, Spegazzini asumió la dirección de la sección Botánica y
Fitopatología. Reunió allí junto a su
hijo Propile Luis (fallecido en 1911),
el Herbario del Ministerio. También fue
profesor de la Facultad de Ciencias Físico-Matemáticas de la Universidad de La
Plata, donde enseñó química analítica; en la Facultad de Química y Farmacia
dictó botánica médica desde 1900 hasta su jubilación en 1912.
Siendo Florentino Ameghino director del Museo de
Historia Natural, en 1903 lo nombró botánico, desempeñando ese cargo por
espacio de veinte años. Fue consejero,
académico y vicedecano de la Facultad de Agronomía de La Plata, donde revalidó
su título, miembro correspondiente de academias y sociedades científicas nacionales
y extranjeras, socio honorario de la Sociedad Científica Argentina y de la
Sociedad Argentina de Ciencias Naturales, académico honorario del Museo de La
Plata, fundador de la Sociedad Ornitológica del Plata (hoy Asociación
Ornitológica del Plata), y de la Revista Argentina de Botánica.
Participó en numerosos congresos, comisiones
nacionales y extranjeras, y su producción científica que se eleva a más de 200
trabajos abarca sobre todo las fanerógamas y los hongos.
Cuando comenzó sus estudios sobre la flora patagónica,
se conocían en la Argentina tan sólo 39 especies de hongos que habían sido
recogidos en expediciones anteriores por Alcides D’Orbigny, Charles Darwin y
otros investigadores. Con los estudios
de Spegazzini esta cifra se elevó a 2.500.
Puede decirse que el sabio no dejó de explorar rincón alguno de la
Argentina que pudiera ofrecer un interés botánico.
En 1907, con dos de sus hijos y un reducido número de
colaboradores, se internó en la selva misionera partiendo de Santa Ana de
Loreto por el río Yaberibí hasta el río Chapú, y de allí a Fracán, en donde
establecieron su centro de trabajo, llegando en sus incursiones a Yaguaritica,
San Pedro, Pepirí-Guazú y hasta las cabeceras de San Antonio. Se tuvo conocimiento de su regreso a los centros
poblados, cuando una nueva expedición estaba a punto de emprender su rescate,
considerándolo perdido en la selva. De
esta expedición regresó con más de 6.000 ejemplares botánicos, 4.000 insectos
reptiles y rocas.
El Tercer Congreso Internacional de Botánica, reunido
en Bruselas, en 1910, incluyó su nombre entre los micólogos más eminentes de la
época.
Sus publicaciones son famosas en todo el mundo, por el
gran aporte que significaron para la anatomía y sistemática vegetal. Entre ellas podemos mencionar tres: 1)
“Cactasearum platenses tentamen”; 2) “Funghi argentini nova v. critici”, en el
que describió aproximadamente 882 especies de hongos argentinos; 3) “Mycetes
argentiinenses”, publicado entre 1899 y 1912, en el que trató 1.546 entidades
taxonómicas. En 1925, publicó la
“Revista Argentina de Botánica”, en cuatro entregas escritas casi enteramente
por él.
Spegazzini era un políglota: dominaba el latín y el
griego, hablaba todos los dialectos italianos; el francés, el alemán, el
inglés, el castellano, el portugués, los idiomas de la Malasia, el japonés, las
lenguas fueguinas, el guaraní, etc.
Falleció en La Plata, el 1º de julio de 1926. Numerosas y muy demostrativas fueron las
honras fúnebres. Dejó un testamento
donando una casa de la Calle 55, Nº 477, al Museo de la Plata, para ser
destinada a un Instituto de Botánica que lleva su nombre, incluyendo su
instrumental, colecciones, exicata y biblioteca. La inauguración de este instituto tuvo lugar
el 26 de abril de 1930.
El Laboratorio de Farmacología Experimental del
Instituto Biológico Argentino, inaugurado en Florencio Varela (Prov. de Buenos
Aires), en 1927, lleva también su nombre.
La Sociedad Argentina de Ciencias Naturales decidió consagrar un número
íntegro de su revista “Physis” a la memoria de este gran botánico. Sendas calles de la ciudad de La Plata y
Buenos Aires, así como una estación del Ferrocarril Roca, lo recuerdan por su
labor científica.
Fuente
Cutolo, Vicente Osvaldo – Nuevo Diccionario Biográfico
Argentino – Buenos Aires (1985).
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
Moncaut, Carlos Antonio – Carlos Luis Spegazzini, el
ilustre sabio platense.
20 de Abril de 1883 – Tragedia de Luan Lauquen
Luan Lauquen en lengua mapuche significa “laguna del
guanaco” y es un parque ubicado en la actual provincia de La Pampa, cerca de la
ciudad de Winifreda, a unos 80 kilómetros al norte de Santa Rosa (la capital
provincial) y a unos 150 kilómetros al oeste de Trenque Lauquen. En 1879, la columna Trenque Lauquen de la 5º
División del Ejército, bajo las órdenes del coronel Hilario Lagos en el avance
hacia el Río Negro, alcanzó este lugar (Luan Lauquen), el 23 de mayo.
Pertenecía a los Territorios Nacionales como siendo
“tierra libre de indios”. El lugar
estaba muy retirado de la línea de fortines de frontera que se extendía entre
Guaminí y Trenque Lauquen. Las campañas
al desierto habían terminado y nadie dudaba que una nueva era de paz y trabajo
había llegado a esa zona fronteriza, pero un suceso trágico hizo desaparecer
esa certeza.
Luan Lauquen, fue el sitio donde terminaron sus vidas
el 20 de abril de 1883, un muy conocido estanciero de Cañuelas, William Mc
Clymont; su capataz; el escocés Alexander Mc Phail; su amigo, Andrew Purvis; y
al menos cuatro “peones”. El
acontecimiento causó una gran impresión en aquella época, no solamente en
Buenos Aires, sino también en los propios pagos locales. Tanto es así, que hasta muy recientemente los
viejos relatores de la historia local se referían a esos acontecimientos como
un hito cronológico “un antes” o “un después” de la muerte del “inglés”.
William Mc Clymont o “don Guillermo” como todos lo
llamaban, había nacido el 18 de julio de 1834 en la colonia escocesa de Santa
Catalina de Monte Grande, cerca de Buenos Aires, y fue bautizado bajo el rito
de la religión presbiteriana escocesa.
Sus padres, John Mc Clymont y Catherine White, habían emigrado de
Ayrshire en 1825 en el buque “Synnetri”, junto con otros 250 escoceses, y
eligieron Monte Grande para establecerse.
La colonia era en realidad una empresa comercial
organizada por dos hermanos, los Robertson, que compraron la tierra y se la
alquilaban a ocho granjeros entre los cuales se hallaba John Mc Clymont y sus
cuñados William y James White, La colonia
estaba bien organizada en base a la tradición de las comunidades agrícolas
escocesas, y los colonos eran muy trabajadores y perseverantes, conforme al
mejor uso escocés. Así la colonia
adquirió gran prosperidad en pocos años pero, circunstancialmente, se vio
envuelta en una contienda a causa de un conglomerado de razones políticas,
sociales y económicas aunque la más importante de todas fue el estallido de la
Guerra Civil entre los partidarios de Juan Manuel de Rosas y los de Lavalle.
En ese tiempo nació William y en Monte Grande ya sólo
quedaba un pequeño grupo de colonos. La
familia Mac Clymont permaneció en este sitio hasta 1841, cuando John adquirió
la estancia la Cabaña, en Cañuelas, que había pertenecido a John Miller, y que
limitaba con su otra estancia más conocida: La Caledonia.
No se sabe mucho de la niñez de William Mc
Clymont. Tal vez haya sido educado en la
escuela escocesa e San Andrés, que había fundado su tío Roberto. Se sabe, sin embargo, que varios chicos de
Mac Clymont fueron allí pensionados cerca de 1840. En 1858, su padre le cedió la estancia El
Totoral, muy cerca de Guardia del Monte, bajo la condición de que debía
administrarla él mismo, como realmente lo hizo.
El 17 de junio de 1863, William contrajo matrimonio
con Lucinda, la hija de Andrew Miller, que era el encargado de La Caledonia,
por cuenta de su hermano John. Los
recién casados fueron a vivir primero al Totoral pero en 1869 se mudaron a La
Caledonia, que William había vuelto a comprar para su mujer, veinte años después
que la viuda de John Miller la hubiese vendido.
La estancia permaneció en manos de la familia Mac Clymont durante casi
otro siglo.
Según relatos y fotografías de la época, William Mc
Clymont era alto y bien parecido, con ojos azules de penetrante mirada, de
cabello y barba rojos. Al igual que sus
antepasados escoceses, poseía espíritu de pionero. Llegó a ser conocido como un hábil ganadero y
amasó una considerable riqueza, incluso varias estancias. Dentro de la comunidad escocesa fue respetado
por su noble carácter, y su esposa se refería a él, como hombre de profunda fe
religiosa. Para la gente de Cañuelas, Mc
Clymont constituía una figura familiar, que gustaba cabalgar vigilando sus
tierras, con sus largas piernas asomando bajo la monta de su caballo. Su generosidad para con los necesitados le
valieron ser localmente reconocido como “el padre de los pobres”.
Tenía un carácter aventurero, amante de las carreras
cuadreras y comprometido en la política vecinal, cosa que todo habitante de
origen británico trataba de evitar y así fue que en 1874 colaboró con la
campaña del general Mitre, hasta el punto de enviarle un grupo de peones
armados con lanzas de tacuaras y tijeras de esquilar. Luego de la derrota de Mitre, Mc Clymont fue
a prisión, por razones políticas, durante varios meses. Más tarde su suerte cambió al darle su apoyo
al general Roca, y fue recompensado con el obsequio de una magnífica montura de
plata que perteneció a la familia hasta que fue donada al Príncipe de Gales,
cincuenta años después.
Hacia 1883, la Argentina había alcanzado cierta
estabilidad política, la cual promovió un período de paz y prosperidad. Por entonces William contaba con 48 años y
vivía con holgura en su muy segura y recientemente modernizada estancia La Caledonia. Dos acontecimientos interrumpieron su
pacífica vida. Primero, una larga serie
de días de lluvia inundaron su campo hasta el punto de que muchas ovejas
murieron ahogadas. Ocurrió luego que el
Gobierno ofrecía en venta, por un precio irrisorio, grandes lotes de campo “libres de indios” en
los nuevos Territorios Nacionales.
Mc Clymont respondió de inmediato, hipotecó sus
estancias y compró 50.000 hectáreas de campo en Luan Lauquen. Se trataba de una inversión con futuro,
puesto que el ferrocarril ya llegaba hasta 9 de Julio, y se proyectaba su
extensión hasta Trenque Lauquen.
En poco tiempo la inquietud de Mc Clymont lo condujo a
la tragedia. Sin tomar en cuenta el
consejo de sus amigos, no quiso esperar a que sus dos hijos mayores regresaran de
Escocia, donde se hallaban estudiando, y decidió partir solo hacia el oeste
para asentar en su nueva propiedad 10.000 cabezas de ganado. Ante rumores que la zona no estaba totalmente
libre de indios, Mc Clymont resolvió pedir ayuda militar al presidente Roca
pero éste lo rechazó con el argumento de que no estaba dispuesto a dispersar
soldados en cada establecimiento de frontera.
Resolvió entonces Mc Clymont tomar un grupo de hombres, entre ellos al
capataz escocés Alexander Mc Phail, compañero de estancia Andrew y nueve o diez
peones, todos ligeramente armados.
Desde la terminal del ferrocarril en 9 de Julio,
viajaron hacia el oeste con el ganado y carros de bueyes llenos de provisiones
y postes de alambrado. Pasaron a través
del más avanzado establecimiento civilizado, hacia el oeste: Trenque Lauquen, y
se adentraron en la actual provincia de La Pampa. La mayoría de ellos no regresaría jamás.
Pocos días después, uno de los peones de Mc Clymont
regresó a Trenque Lauquen porque se había herido, involuntariamente, con un
cuchillo. Contó que los demás estaban
bien y trabajando en el oeste conforme lo habían decidido. Pero la noche del 21 de abril, regresaron
otros dos peones, Oriza y Urquiza, esta vez con alarmantes noticias.
Informaron al comisario Sustaita que Mc Clymont y su
gente habían chocado con un grupo de indios y estaban en peligro. El día anterior, a las 7 de la mañana, Mc
Clymont y sus hombres habían llegado a un despoblado a unos 20 kilómetros al
oeste de su punto de destino, Luan Lauquen, cuando avistaron una tropilla de
caballos y se detuvieron. Observaron que
dos indios, casi desnudos, corrían a esconderse en un bosque. Fueron perseguidos por el grupo que estaba
conformado por unos cincuenta hombres, la mayoría indios, y entre ellos dos
desertores del Ejército.
Se inició entre ellos una violenta lucha; la gente de
Mc Clymont estaba armada y a caballo, mientras que sus adversarios estaban de a
pie. Los soldados desertores portaban
rifles Remington y los indios tenían sólo lanzas, que de a pie no podían
utilizar eficientemente. No fue, por lo
tanto, una sorpresa que al principio de la lucha resultase favorable a Mc
Clymond, hasta que el peón que guardaba los caballos, equivocadamente, los dejó
ir al lugar de la pelea. En aquél momento
un grupo de unos doce indios tuvo éxito en apoderarse de sus propios caballos.
En vista de ello, Mc Clymont dio orden de abandonar la
refriega y ponerse al galope hacia Trenque Lauquen, perseguidos por los indios
con sus caballos descansados, mientras que los de Mc Clymont pronto comenzaron
a sentir el cansancio. Alexander Mc
Phail era un hombre muy pesado y su caballo fue el primero en aplastarse. Por un tiempo Mc Phail pudo correr al lado
del caballo de Mc Clymont, sujetándose de la silla, pero pronto se cansó y
rogaba que se lo abandonase a su suerte.
Ese pedido era para permitir que los demás tuviesen mayor oportunidad de
escapar.
Mc Clymont no lo quiso así; ordenó a sus hombres que
desmontasen, a excepción de los dos que fueron enviados a Trenque Lauquen en
busca de ayuda. Los nueve restantes,
pusieron sus caballos en círculo y los mataron para poder ponerse, aunque
precariamente, a cubierto detrás de ellos.
Los indios cargaban sobre el grupo cuando los dos que salieron en busca
de ayuda los vieron por última vez.
Habiendo escuchado estas noticias, el comisario
Sustaita reunió a su gente, pero se dio cuenta de que eran muy pocos para
intentar un rescate. No había tropa en
Trenque Lauquen, sino sólo algunos voluntarios, encabezados por un noble alemán
(Carlos Kienast), que decidieron unirse a la gente del comisario Sustaita. Se reunió, entonces, una tropa de 18 hombres,
fuertes y bien armados, que de a caballo se dirigieron hacia Luan Lauquen.
Entre tanto, se informó por telegrama a Buenos Aires
de la lucha que se estaba librando y también se anotició de los sucesos a
Lucinda, la esposa de Mc Clymont, quien le rogó al presidente Roca que hiciera
todo lo posible para ayudar a su marido y a su gente. Al estar, en aquel tiempo, la mayoría de los
puestos militares de frontera fuera del alcance del telégrafo, se despacharon
mensajeros que llegaron el 24 de abril, cuatro días después de papelea, a los
fuertes Coronel Campos y General Acha, con las órdenes de actuar.
Se envió al mayor Méndez con 50 hombres del Primer
Regimiento al lugar de la lucha, mientras, por otra parte, se le ordenó al
mayor Alba ir con otros 50 soldados del Primer Batallón hacia el oeste, para
cortar la retirada de los indios. Cuando
el mayor Méndez llega a Luan Lauquen, se encontró con que el comisario Sustaita
había llegado, el 23 de abril, demasiado tarde para el rescate.
William Mc Clymont, Alexander Mc Phail, Andrew Purvis
y cuatro peones habían sido muertos en manos de los indios. Mc Clymont tenía seis terribles heridas de
lanza; Purvis tenía una bala en el hombro derecho y luego había recibido muerte
con las lanzas. La policía los enterró a
todos en el lugar y regresó a Trenque Lauquen.
Aparentemente los indios se habían retirado hacia las
colinas conocidas como de Pincén, en recuerdo del cacique de ese nombre,
llevándose con ellos 100 caballos de Mc Clymont. Fueron perseguidos por el mayor Alba y por 10
hombres del Primer Regimiento, bajo las órdenes del alférez Lucero, que estaba
de regreso hacia el este de Victorica.
La tropa alcanzó a los indios en su huida y, en esa oportunidad, se
veían sobrepasados en número. Hubo una
serie de encuentros, durante los cuales muchos de los indios fueron muertos.
El cuñado de William Mc Claymont, Alexander Miller, y
el hermano de Andrew Purvis, salieron hacia el oeste a recobrar los
cadáveres. Mc Clymont fue fácilmente
identificado por el oro con que tenía arreglado sus dientes. Sus restos, juntamente con los de Purvis y Mc
Phail fueron trasladados a Buenos Aires y se les dio de nuevo sepultura en una
gran ceremonia que tuvo lugar el 20 de mayo en el viejo Cementerio Británico de
la calle de la Victoria.
El acta de defunción señala lacónicamente: “causa de
muerte: matado por los indios”. La
lápida de William Mc Clymont, ahora en el Cementerio de la Chacarita, tiene el
siguiente epitafio: “In Memoriam del Sr. Mc Clymont. Murió el 20 de abril de 1883, a la edad de 48
años. Las almas de los justos están en
las manos de Dios, en ellas el mal no les tocará” (traducido del inglés); la de
Mc Phail es más explícita: “Consagrado en memoria de Alejandro Mc Phail,
oriundo de Mull Agyleshire, Scotland, que fue muerto por los indios en Luan
Lauquen, el 20 de abril de 1883, a la edad de 40 años”. Se agregó “… No tengáis miedo, Soy yo
(también traducido del inglés).
¿Fueron realmente los indios los que los mataron? Había quienes tenían dudas sobre esta
cuestión y conviene recordar que inmediatamente después de la tragedia,
corrieron rumores que los asesinos de Mc Clymont y sus hombres no fueron los
indios sino forajidos o “gauchos malos”.
Se ha señalado que grupos numerosos de indios no
podían haber sobrevivido luego de las campañas al desierto. En contra de esa sospecha se erigen los
telegramas oficiales de las autoridades policiales y militares que siempre
señalan a los indios como autores de los asesinatos y que, por cierto, no
beneficiaba a un gobierno sumido en tantos problemas. Por otra parte, los líderes de las pandillas
indias se identificaron como capitanejos Brejo, Peines, Grandicuin y Nelipan.
No hay testimonios de que esos indios vivieran en el
área, sino más bien debe suponerse que estuviesen cruzando el desierto
provenientes de las estribaciones de los Andes o aun de Chile. Otras redadas de indios fueron citadas en
1883 y existe un informe excelente realizado por un viajero norteamericano
llamado Newbery, titulado “Pampas Grass” y editado por Guarania en 1953.
Hubiera sido o no responsabilidad de los indios, la
batalla de Luan Lauquen fue sin duda la última y mayor de las ocurridas en el
oeste de la Argentina y determinó que las autoridades incrementasen la
actividad militar y extendiesen la red telegráfica. Poco después el ferrocarril alcanzó el
“lejano oeste”, y el territorio quedó totalmente poblado. En ese sentido, la tragedia de Luan Lauquen
sirvió a otro propósito.
En noviembre de 1981, la ciudad de Santa Rosa, capital
de la provincia de La Pampa, perpetuó la memoria del incidente con la
designación de una de sus calles con el nombre de Guillermo Mc Clymont.
Fuente
Cobbol, Petter (familiar de Mac Clymont)
Mayo, José F. – Un titán del desierto, Gral. Conrado
E. Villegas
Colaboración Patricia Cabeza Miró – Trenque Lauquen.
Agradezco
especialmente el aporte de www.revisionistas.com.ar