“Más de lo
mismo: recetar, vigilar y castigar”
Hernán Lorenzino defendió en Washington la soberanía nacional.
“Argentina toma sus decisiones sin depender de los organismos internacionales.”
El ministro de Economía, Hernán Lorenzino, llegó a Washington
sabiendo que la defensa de la decisión argentina de recuperar YPF iba a ser la
principal tarea política de su estadía, durante la cual participa de las
reuniones de primavera del FMI y el Banco Mundial, en un encuentro de ministros
del G-20 y diversos foros y reuniones bilaterales. Ya en el primer día en la
capital estadounidense debió enfrentarse a críticas del presidente del Banco
Mundial, de la directora gerente del FMI y del secretario general de la OCDE.
“Argentina no acepta condicionamientos, y mucho menos de estos organismos
internacionales que han caído en un enorme descrédito por sus errores en el
pasado y por seguir impulsando, en el presente, las mismas políticas de ajuste
frente a las crisis; recetas que sólo producen más sacrificios a la gente y no
a los bancos que las provocaron”, respondió Lorenzino, en una entrevista
telefónica que concedió a Página/12 desde aquella ciudad.
Sin embargo, refirió que en el transcurso de “un día agitado”
por las intensas actividades, en el que participó en un seminario, una reunión
del G-24 y reuniones bilaterales (tras el reportaje tenía previsto participar
de una cena con los ministros del G-20), no observó que hubiera “un clima
adverso” a la Argentina por la decisión de expropiar las acciones de YPF. “Para
nada, son sólo expresiones de cúpula de organismos a los que no les incumbe
opinar sobre una decisión de soberanía nacional sobre una empresa argentina,
como YPF”, respondió Lorenzino a este diario.
–El presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, señaló hoy
(por ayer) que “es un error” que Argentina haya resuelto expropiar acciones de
Repsol en YPF.
–Mi respuesta a Zoellick es que Argentina es un país soberano,
toma sus decisiones sin depender de lo que le indique ningún organismo
internacional y en función de lo que la Presidenta estima mejor para los
argentinos. El gobierno argentino no acepta ningún tipo de condicionamientos, y
mucho menos los que provengan de estos organismos, que han caído en descrédito
por sus errores del pasado y por seguir recomendando e imponiendo, en el
presente, las mismas políticas de ajuste que llevaron a las crisis. Son
políticas que terminan haciendo pagar a la gente con más sacrificios y no a los
bancos, que son los responsables y, al final, son los que reciben los beneficios
de esas políticas de ajuste.
–Usted está participando de la asamblea del FMI y el Banco
Mundial. ¿Estos cuestionamientos de sus máximas autoridades complican la
relación de Argentina en estos ámbitos?
–En 2005, Argentina tomó la decisión de romper con los
condicionamientos de las políticas económicas monitoreadas por el FMI. Pagamos
la deuda con el organismo y dejamos los planes de ajuste que dictaban “las
misiones del Fondo”. A partir de ahí se estableció una nueva relación que deben
respetar. Argentina participa en estos foros como país soberano e
independiente.
–Sin embargo, los dichos de Zoellick también tuvieron una carga
de advertencia. Dijo que “está mal hacer” lo que hizo Argentina y que “es un
síntoma que tenemos que vigilar”.
–Es más de lo mismo. Recomendar, vigilar y castigar al que no
hace lo que ellos establecen. Es una relación entre los organismos y los países
miembro que Argentina rechaza. Y mucho más en este caso.
–La directora del FMI (Christine Lagarde) usó un lenguaje más
prudente, pero también contrario a la decisión argentina. Le reclamó
“previsibilidad” al gobierno argentino para no ahuyentar las inversiones
extranjeras.
–Lo que da previsibilidad es el cumplimiento de las normas
contractuales. Repsol incumplió en Argentina sus obligaciones. Recibió la mayor
cantidad de áreas petroleras para producir y abastecer al país, pero no hizo
las inversiones para garantizar la producción necesaria ni para reponer las
reservas que se consumían. El país perdió el autoabastecimiento de combustibles
y sufrió la depredación de sus reservas. No parece que las políticas ejecutadas
por Repsol hayan sido las que llevaban a cumplir aquellos objetivos. En su
gestión redireccionó la refinación para apuntar a los sectores premium,
abultando sus ganancias y perjudicando al usuario. Privilegió el giro de
utilidades al exterior a la ejecución de inversiones necesarias. Lo que se está
castigando es esa conducta, lo que se busca preservar es el interés social, la
necesidad pública.
–Lo que se condena, desde estos organismos internacionales, es
la intervención del Estado. Zoellick habló de una tendencia al populismo, a
mayor proteccionismo.
–El objetivo de la decisión que adoptó Argentina es hacer
cumplir las leyes. La intervención del Estado en sectores estratégicos tampoco
es un hecho extraño en el mundo. Pensemos cómo reaccionaron los países
desarrollados, Estados Unidos principalmente, ante la crisis. Ocuparon espacios
de la actividad privada, intervinieron volcando recursos multimillonarios y no
está mal. El Estado, en Argentina y en todos lados, está para cumplir ese rol,
para garantizar la satisfacción de las necesidades. Argentina se estaba
quedando sin petróleo y tomó las decisiones que eran necesarias. Y lo hizo,
además, siguiendo todos los pasos que prevé la legislación para estos casos,
que son excepcionales. La expropiación se define a través de un proyecto de
ley, que está siguiendo todos los pasos reglamentarios, porque por suerte hay
un Poder Ejecutivo y un Poder Legislativo funcionando. Afortunadamente, además,
podemos decir ahora que es una decisión que cuenta con el respaldo de gran
parte de la bancada de oposición.
–También hubo críticas del ministro de Hacienda de México (José
Antonio Meade), país que ejerce la titularidad temporal del Grupo de los 20.
¿El cuestionamiento a la decisión de recuperar YPF puede llegar al seno del
G-20?
–Las declaraciones de Meade son absolutamente improcedentes. El
G-20 no es un foro para atender cuestiones bilaterales, pero mucho menos en
este caso que es una resolución de un Estado soberano respecto de una empresa
nacional con accionistas de otro país.
–Lo que dijo Meade es que la acción de Argentina es contraria a
las prácticas alentadas por el G-20 en favor de dar mayor certeza a las
inversiones. ¿Podría habilitar ese argumento el tratamiento del tema YPF en el
seno del G-20?
–El G-20 es un ámbito para la búsqueda de consenso en políticas
globales. No le incumbe tratar decisiones soberanas de un país. El G-20 no es
árbitro de nada. Los dichos de Meade respecto de la Argentina han sido muy
desafortunados.
–Pareciera que Argentina llegó a esta cumbre en Washington con
un clima muy desfavorable. Más allá de estas declaraciones que le cité, que han
sido públicas, ¿cómo le fue en los encuentros que mantuvo hasta ahora? ¿Se
percibe ese clima negativo y crítico respecto de Argentina tras la decisión de
recuperar YPF?
–No... para nada (responde de manera enfática). Hubo muchas
expresiones de solidaridad de países de la región. Los dichos de Zoellick, el
FMI, la OCDE son expresiones de cúpula de organismos a los que no les incumbe
opinar sobre una decisión de soberanía nacional en relación con una empresa
argentina, como YPF. Pero no reflejan para nada el clima que se vive en esta
cumbre. Hoy hay más preocupación entre los países participantes por ver cómo se
resuelve la crisis europea. Los países emergentes somos los únicos que traemos
buenas noticias.
Raúl Dellatorre