El anuncio de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner sobre el envío al Congreso de un proyecto de ley que establece la expropiación del 51 por ciento de acciones de YPF nos hizo tomar magnitud, una vez más, del proceso histórico único en el que peregrinamos estos días.
Con plena convicción de lo que estaba haciendo sentenció: "somos el único país de Latinoamérica y casi del mundo que no maneja sus recursos naturales".
Muchas veces, cuando se piensa en el progreso, caemos en el costumbrismo de medir solo los indicadores de crecimiento económico y monetario pero la energía es una de las cuestiones más importantes para el bienestar del pueblo y el desarrollo económico de un país. El crecimiento económico, en el largo plazo, tiene como condición ineludible el consumo de cada vez mayor cantidad de energía, junto con el reemplazo gradual de aquellas fuentes no renovables por otras renovables.
Así lo entendió en su momento Juan Domingo Perón. Si algo caracterizó la política económica del peronismo en su etapa inicial fue la nacionalización de los servicios públicos, creando (en 1946) el mecanismo de la Dirección Nacional de Energía, donde nacían cuatro entidades: Gas del Estado, Combustibles Sólidos y Minerales, Combustibles Vegetales y Derivados y Centrales Eléctricas del Estado. Ésta última sería fusionada al poco tiempo (1947) con la Dirección General de Irrigación para dar nacimiento a la empresa autárquica Agua y Energía.
Para tomar un único indicador del cambio que se dio en esos años, notemos que en 1943 el 82% del gas que producía el país está en manos de capitales privados de origen esencialmente extranjero. En 1950 el 98% del gas es producido por el Estado.
En agosto de 1950 el gobierno decidió crear un ente estatal que agrupara a las cinco empresas energéticas. Se lo denominó ENDE (Empresas Nacionales de Energía) y las direcciones generales de Gas del Estado, YPF, Combustibles Sólidos Minerales, Combustibles Vegetales y Derivados, y Agua y Energía Eléctrica quedaron a su cargo como Administraciones.
“Para poder industrializar tengo que dar energía barata, porque con energía a 45 centavos el kilowatt no se puede hacer mucha industria a buen precio. Mientras no tengamos la energía hidroeléctrica, por la que estamos trabajando sin descanso, para suplir con ella a la termoeléctrica, no hay solución económica posible. Tengo que dar también transportes baratos, para que los productores e industriales puedan exportar en las mejores condiciones económicas en los mercados internacionales”. Se expresó el Presidente Perón en un discurso pronunciado a principios de 1949.
Estos son los desafíos hoy. “Dar energía barata” y asegurar la soberanía energética. En los últimos años Argentina dejo de ser exportadora de hidrocarburos para pasar a ser importador por falta de inversión en exploración de nuevos yacimientos, los pozos que se explotan hoy son los descubiertos cuando la empresa era del Estado. Con la noticia del proyecto de ley se marca una división de aguas en la historia contemporánea y con ella damos vuelta la página más tenebrosa del capitalismo argentino.
Para seguir adelante con el modelo de desarrollo con inclusión es necesario contar con una matriz energética soberana, donde los argentinos podamos decidir libremente que hacer con nuestros recursos naturales, como explotarlos y de qué modo disponer de ellos. El desafío está planteado, solo depende de nosotros hasta donde logremos llegar y con qué niveles de efectividad.
Medidas como estas, que ponen el acento en el desarrollo de una matriz energética diversificada y soberana no son simples y tampoco ingenuas, tienen un claro objetivo que finalmente es la grandeza de la nación y felicidad del pueblo argentino.
Martín Valli
http://gestar.org.ar/articulos-y-analisis/105-video/509-la-soberania-energetica-una-persistencia-argentina