Una pareja decide irse a vivir al sur, vender todos sus bienes en Buenos Aires y comprar una casa en Ushuaia. Van a la ciudad, ven varias propiedades y se deciden por una casa con vista al canal, que está muy en precio.
Las vendedoras, dos hermanas de edad avanzada, cierran trato rápidamente y se van a vivir a Buenos Aires tras 30 años en Tierra del Fuego. El comprador llama a un arquitecto, y el profesional le dice:
Las vendedoras, dos hermanas de edad avanzada, cierran trato rápidamente y se van a vivir a Buenos Aires tras 30 años en Tierra del Fuego. El comprador llama a un arquitecto, y el profesional le dice:
-La casa está bien, pero vas a tener que gastar una fortuna en aislamiento, ventanas dobles y burletes: si no, cuando llegue el invierno, se van a morir de frío...
El flamante dueño lo consulta con su esposa, y llegan a la conclusión de que el arquitecto exagera:
-Si estas dos pobres viejitas pasaron treinta inviernos en esta casa, no veo que pueda haber demasiados problemas con la aislación...
Así es que se mudan y seis meses después llega el invierno, uno de los más crudos de las últimas décadas. Una noche se despiertan temblando de frío, casi congelados, y ven que las paredes están cubiertas de hielo.
El hombre, desesperado, toma el teléfono y llama al número que las viejitas le habían dejado en caso de emergencia.
Tras una breve conversación, cuelga. La mujer lo mira y le pregunta:
El hombre, desesperado, toma el teléfono y llama al número que las viejitas le habían dejado en caso de emergencia.
Tras una breve conversación, cuelga. La mujer lo mira y le pregunta:
-¿Y, qué te dijeron? ¿Cómo hicieron para combatir el frío durante treinta años?
-Cada invierno, desde hace 30 años, se iban tres meses a Miami...