sábado, marzo 24, 2012

El otro golpe, el real... el económico y civil - Autre coup la vraie ... L'économique et civile -

 24 de marzo 
DIA DE LA MEMORIA, VERDAD, JUSTICIA










EL OTRO GOLPE, EL REAL... 
EL ECONOMICO

En Marzo de 1976, la dictadura militar modificó el régimen social interrumpiendo la industrialización basada en la sustitución de importaciones que en ese momento se encontraba en los albores de su consolidación. El nuevo régimen estuvo en consonancia con el orden neoliberal que acabó con la economía mundial surgida de la posguerra y se sustentó en la valorización financiera, cuyo predominio en el país se prolongó hasta el año 2001


El motivo real debía ocultarse. La causa sería la “subversión” que, como dijera varias veces el teniente general Jorge Rafael Videla, había puesto a la Nación "al borde de su disolución".
Ante semejante pronóstico, resulta necesario mencionar analizar la verdadera magnitud de las fuerzas guerrilleras en ese momento. Determinar si, efectivamente, las organizaciones revolucionarias habían alcanzado el grado de desarrollo militar necesario como para apoderarse del control del país; tal como lo habían advertido las Fuerzas Armadas.
Según el especialista español en temas militares, Prudencio García los números son otros. Según su propia indagación y análisis, llegó a estimar que en el período de máximo desarrollo de la guerrilla argentina, durante la primera mitad de 1975, "...el ERP contaba entre 400 y 500 hombres armados, y entre 600 y 800 los Montoneros, totalizando en su conjunto una cifra máxima situada entre 1000 y 1300 miembros armados permanentes."
Si se toma en cuenta esta cifra, se entiende por qué las Fuerzas Armadas conservaban el secreto. El poder de fuego de todas las organizaciones guerrilleras sumaba cuanto mucho, en 1975, 1200 hombres armados en todo el país.

Peter Waldmann, en su ensayo "Anomia y violencia", asegura que, según fuentes militares argentinas, "...en 1975, el ERP contaba con 3000 combatientes armados; los Montoneros, en cambio, sólo contaban con 1000". Waldmann estimó, en el mismo trabajo, que cada una de las organizaciones llegó a tener entre 3000 y 4000 integrantes en su momento de máximo desarrollo. Aunque luego advierte que "la estimación no es para nada ajustada". En algo tiene razón.


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LA POLÍTICA ECONOMICA DE LA DICTADURA MILITAR

Razones internas y externas de los cambios económicos.

Luego del golpe de estado del 24 de marzo de 1976, se implementaron innumerables medidas que produjeron una ruptura de las características estructurales del funcionamiento de la economía del país. 
El proceso de cambio se encontraba estrechamente vinculado a factores de orden interno, aunque también a las transformaciones de la coyuntura económica internacional y a la particular articulación entre ambos conjuntos de factores.
Los factores internos vinculados al proceso de liberación eran algo más sutiles, como fueron desde los años 60 los problemas sociales y políticos.
Todas las complicaciones internas tendían a dificultar las regulaciones vigentes y a muchas otras como el abandono del proceso de sustitución de importaciones, la liberalización de la economía y un nuevo tipo de inserción en la economía mundial.
Los grupos radicalizados (armados o no) pusieron en guardia a las grandes potencias mundiales como EEUU, que ya habían intervenido indirectamente en Brasil y Chile para la concreción de golpes de estado que luego puedan favorecerlos.
Terminar mediante la represión con los movimientos sociales y luego implementar un mercado libre que satisfaga a los diferentes estratos sociales era un objetivo en sí mismo para estos gobiernos.


El plan de Martínez de Hoz

Luego del golpe de estado, él (ministro de economía) buscaba:
Lograr el saneamiento monetario y financiero indispensable para modernizar y expandir el aparato productivo del país y acabar con la inflación.
Acelerar la tasa de crecimiento económico.
Mejorar la distribución del ingreso y garantizar salarios estables.
Según él, la economía tenia bases sanas y el problema se basaba en la excesiva tasa de inflación.

Las medidas fueron:
La disolución de la CGT.
Se suprimieron las actividades gremiales, el derecho de huelga y las reformas de la ley de contrato de trabajo.
Algo importante para Martínez de Hoz era bajar los salarios reales hasta que en su nivel ideal fueran estabilizados y solucionar los otros problemas de orden estructural (1976).
Tuvieron buenas relaciones con el FMI para conseguir prestamos y terminar con el problema de divisas.
La recaudación aumento bastante porque aumentaron las cargas tributarias y estabilizaron los salarios produciendo una baja notable del déficit fiscal.

Aunque se había mejorado el tema de la inflación, la baja de los salarios produjeron una recesión en el consumo y la inflación volvía a subir. Por esto se tomaron medidas drásticas que iban contra sus propias ideas, como el congelamiento de precios por 120 días. Así empezaba a operar otro gobierno que dejaba de lado muchas de las ideas del liberalismo del mercado.

Luego del ´77 medidas afectaron en forma negativa a las actividades productivas, incentivando las especulaciones.
Las tasas subieron en relación con las del exterior porque constantemente sufríamos devaluaciones, agravando esto la situación del los años ´77, ´78 y ´79.
Las diferencias entre lo prometido y lo que realmente sucedió produjo fuertes criticas de ciudadanos e inversores. La reforma se mostraba impotente frente a la inflación y no promovía  el aumento esperado de la inversión. Se decía también que la reforma había dificultado el financiamiento del sector industrial y el funcionamiento de la economía Argentina.
Antes del ´76, para alcanzar el crecimiento se pretendía aumentar el mercado industrial (algo lógico), en cambio, el nuevo esquema pensaba que eso se conseguía con la correcta asignación de los recursos, haciendo hincapié en el liberalismo económico pero la inversión carecía de identidad y todo quedaba subordinado a factores sociales (inconsistente).

Las políticas de ajuste tradicionales se revelaban cada vez más importantes para controlar el aumento de los precios.


Una de las medidas mas importantes del nuevo esquema era la fijación pautada del tipo de cambio y de las devaluaciones futuras de acuerdo con un cronograma decreciente, conocido como la Tablita, hasta arribar a un tipo de cambio fijo a principios de 1981. De esta manera se esperaba que la inflación local descendiera paulatinamente hasta llegar a niveles similares a los internacionales. Si esto no ocurría, se produciría un retraso cambiario y las importaciones se harían menos costosas, forzando a los industriales a bajar los precios, os pena de ser desplazados por los productos internacionales.
En una economía de tipo de cambio fijo y perfecta flexibilidad de los precios en todos los mercados, un exceso de oferta de dinero estimulara las importaciones. Transitoriamente, las diferencias que se produzcan entre las tasas interna e internacionales, provocara movimientos de capitales que regularan el proceso de ajuste.
 De este modo se llegaría al equilibrio y se podrían aprovechar las ventajas comparativas de nuestro país, sobreviviendo aquellos sectores competitivos y optimizando la utilización de los recursos. Sin embargo las previsiones no se cumplieron porque los precios superaron altamente a las tasas de devaluación y nada de lo anterior funcionó.

La evolución del plan
   
El nuevo enfoque termina de estancar a la economía ya que el PBI creció un 2,3% entre 1975 y 1983 (o sea nada).

Los vinculados al consumo interno y sometidos a la competencia, fueron terriblemente perjudicados. Los del sector industrial fueron fluctuantemente perjudicados y favorecidos.

El sector agropecuario y la explotación de recursos mineros lograron una expansión por medio de una mayor inserción exportadora.

La parte financiera tuvo un auge en el año 1980 cuando el PBI había crecido casi un 40%, luego se vino todo debajo de nuevo.

Un incremento de las exportaciones, fue reflejado por el aumento de las compras de URSS y los EEUU. Mucho más la URSS, que en un momento absorbía el 80% de las exportaciones Argentinas, pagándonos con armas, la colaboración en materia de energía y otros.

Durante el proceso, las exportaciones aumentaron pero se nuclearon en ciertos productos, en cambio las importaciones crecieron mucho más, pues la reducción de aranceles y el retraso cambiario alentaban  el ingreso de productos importados. A iguales condiciones mícroeconómicas de producción, los bienes importados podían ser colocados en el mercado a un precio inferior.

La RFA (Republica Federal de Alemania), entre el 77 y el 80, fue nuestro mayor proveedor de armamento.

En los años 50 y 60, el esquema triangular era ahora entre EEUU, URSS y la Argentina. Todo el saldo negativo en el comercio con EEUU, lo compensábamos con las colocaciones en la URSS.
Se trataba de un esquema triangular espontáneo y no pactado, y esto producía tensiones económicas, comerciales y políticas. Esto se producía entre otras cosas porque las exportaciones Argentinas a la URSS competían con la de EEUU y por otra parte era un momento de tensiones políticas entre EEUU y la URSS.

El endeudamiento externo.

Se pueden identificar dos etapas en el endeudamiento argentino; entre el 76 y el 79 teniendo como protagonista al sector publico. Como era difícil tener créditos internos se tuvieron que pedir prestamos al exterior. Muchos de esos prestamos se usaron para la creación de una reserva de divisas.
La segunda etapa fue desde el 80 al 81, y esta se relaciono con el nuevo enfoque del programa económico y los desequilibrios que provoco en diversos renglones del balance de pagos. Muchas erogaciones no estaban citadas  en la balanza de pagos, como por ejemplo los prestamos para compras de armamento o las fugas de dinero. En esta segunda etapa las divisas disminuyeron notablemente y esto hacia cada vez más riesgosa a la economía Argentina.

Mientras en este país el recurso de endeudarse con el exterior respondió a la estrategia de completar su proceso de industrialización, avanzando hacia un estudio mucho más complejo y con mayor demanda de inversiones de capital y fuentes de financiamiento, en la Argentina fue utilizado para solventar la especulación, fuga de capitales, compra de armamento, y la demanda de consumo, con un altísimo costo en materia productiva, ya que la política para la atracción de capitales imponía una desprotección absoluta a las actividades productivas internas y un costo por la vía del incremento de las tasas de interés imposible de solventar.





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