Composición, tema:
“Nuestras islas Malvinas”
Orlando Barone
Composición, tema: “Nuestras islas Malvinas”
Este es un relato de otro relato escrito en 1953 en el aula del cuarto año del Bachillerato en el Colegio Nacional Julio A. Roca, de Belgrano.
El tono personal resulta imprescindible porque soy yo aquel remoto protagonista adolescente que, quizás por primera vez hace sesenta años, escuchaba con interés el nombre y la existencia de las islas Malvinas. Acaba de difundirse una noticia que revela que al abrirse los archivos del Foreing Office en Inglaterra, estos informan que en 1953 Perón hizo un ofrecimiento para comprarlas.El ofrecimiento- dicen- le fue presentado a la reina por el contraalmirante Teissaire, vicepresidente de la Nación por entonces y luego “traidor”, con el golpe de la “Libertadora” pero fue rechazado. Aquí entra a jugar mi relato.
Recuerdo que aquel año en el colegio Roca se nos convocó a los alumnos a trabajar en una composición (como entonces le llamaban los docentes a los ejercicios de crónicas) cuyo tema era “Nuestras islas Malvinas”, o “Las Malvinas son argentinas”. Las mejores de esas composiciones serían elegidas para representar al colegio en una más amplia competencia que abarcaba a todo el sistema educativo. Yo no sabía casi nada de las Malvinas. Casi nada no: nada. No existían Wikipedia ni Google, y aparte en ese colegio flotaba un intenso aire antiperonista al que los hijos de peronistas sobrevivíamos intuyo que en minoría.Los “anti” o “contreras” eran de familias más prósperas y socialmente más representativas que las de los peronistas. Simplemente, más ricos. Probablemente el diputado Héctor Recalde que estudió allí en esa época, aunque sin llegar a conocernos, convalide esta generalización y discriminación ideológica.Recuerdo que ante el pupitre y con la hoja en blanco toda la clase vacilaba y de uno a otros nos mirábamos perplejos por la difícil tarea. ¡Cómo empezar, qué decir de algo desconocido! Mi padre, joven entonces, empleado y sindicalista del gremio de Luz y Fuerza, me había estado contando la historia de cómo en el barrio de La Boca los inmigrantes italianos habían querido formar un reino aparte. Fue hacia 1882 cuando los genoveses asentados en la ribera del Riachuelo le enviaron una carta al rey de Italia comunicándole que habían decidido fundar en la Argentina la República de Génova. Hasta izaron la bandera italiana en lugar de la argentina en el mástil de la Vuelta de Rocha.El Gobierno Nacional ordenó intervenir y arrearla de inmediato. La Boca se salvó así de la autodeterminación genovesa. Un chiste. Otra sola cuestión que había leído era que Las Malvinas eran la mitad del territorio de la Provincia de Tucumán, que es la más pequeña de la Argentina. La comparación, deduzco, les servía a los contrarios al gobierno de Perón para acentuar la insignificancia de lo que este reclamaba. Consideraban la instalación del tema como arenga demagógica. No supe qué hacer con esas vagas informaciones adolescentes, así que la composición que escribí – tenía algún don de la escritura- era exaltada y patriótica y peronista, y creo que llena de lugares comunes y escasas precisiones geopolíticas. No obstante fui el segundo clasificado del colegio.
El primer puesto- y este es el eje del relato- le fue adjudicado a un estudiante hijo de un oficial naval que dos años más tarde formaría parte del derrocamiento de Perón. Ambas composiciones fueron leídas en voz alta en la clase. Sentí allí las diferencias entre ambas. La del ganador era para mí original y extraordinaria: “transgresora”, podría calificarla con un lenguaje más actual. Y decía más o menos que lo mejor que podía pasarle a las islas era seguir en manos inglesas productivas y prósperas, ya que los argentinos ni siquiera habían conseguido poblar ni hacer progresar la Patagonia.
Además que los derechos ingleses eran legitimados por los años de ocupación pacífica y democrática, y que era conveniente tener cerca un tan alto faro como el de la cultura británica. Sé que algunos compañeros sospechaban que al ganador lo habían influido enseñanzas de su padre, el marino. En cuanto al profesor de literatura que examinó las composiciones debo decir que no era peronista y se le notaba. Pero el haber escogido aquel relato atrevido y negador sobre Las Malvinas, no parecía coincidir con la atmósfera reinante en la oposición de que la dictadura sembraba el temor y clausuraba libertades.Poco ya importa que ambos relatos se desvanecieran entre las decenas de miles del concurso estudiantil. Importa el recuerdo de que ya en 1953 la Argentina se sensibilizaba por un tema geográficamente lejano. E importa esa compleja trama de contradicciones políticas de algunos sectores. La guerra de 1982 declarada por la dictadura fue una de ellas. Muchos de los que hoy dudan u objetan la diplomacia pacífica de esta gestión se mancomunaron de ira bélica junto a los militares de la dictadura. En cuanto a la absurda idea de la “autodeterminación” de los isleños es como aquella frustrada autodeterminación de los genoveses en La Boca. Por más que icen otra bandera no cambian el derecho de propiedad.Fin de esta composición: las Malvinas son nuestras.
Este es un relato de otro relato escrito en 1953 en el aula del cuarto año del Bachillerato en el Colegio Nacional Julio A. Roca, de Belgrano. El tono personal resulta imprescindible porque soy yo aquel remoto protagonista adolescente que, quizás por primera vez hace sesenta años, escuchaba con interés el nombre y la existencia de las islas Malvinas. Acaba de difundirse una noticia que revela que al abrirse los archivos del Foreing Office en Inglaterra, estos informanque en 1953 Perón hizo un ofrecimiento para comprarlas.
El ofrecimiento- dicen- le fue presentado a la reina por el contraalmirante Teissaire, vicepresidente de la Nación por entonces y luego “traidor”, con el golpe de la “Libertadora” pero fue rechazado. Aquí entra a jugar mi relato. Recuerdo que aquel año en el colegio Roca se nos convocó a los alumnos a trabajar en una composición (como entonces le llamaban los docentes a los ejercicios de crónicas) cuyo tema era “Nuestras islas Malvinas”, o “Las Malvinas son argentinas”. Las mejores de esas composiciones serían elegidas para representar al colegio en una más amplia competencia que abarcaba a todo el sistema educativo. Yo no sabía casi nada de las Malvinas. Casi nada no: nada. No existían Wikipedia ni Google, y aparte en ese colegio flotaba un intenso aire antiperonista al que los hijos de peronistas sobrevivíamos intuyo que en minoría.
Los “anti” o “contreras” eran de familias más prósperas y socialmente más representativas que las de los peronistas. Simplemente, más ricos. Probablemente el diputado Héctor Recalde que estudió allí en esa época, aunque sin llegar a conocernos, convalide esta generalización y discriminación ideológica.Recuerdo que ante el pupitre y con la hoja en blanco toda la clase vacilaba y de uno a otros nos mirábamos perplejos por la difícil tarea. ¡Cómo empezar, qué decir de algo desconocido! Mi padre, joven entonces, empleado y sindicalista del gremio de Luz y Fuerza, me había estado contando la historia de cómo en el barrio de La Boca los inmigrantes italianos habían querido formar un reino aparte. Fue hacia 1882 cuando los genoveses asentados en la ribera del Riachuelo le enviaron una carta al rey de Italia comunicándole que habían decidido fundar en la Argentina la República de Génova. Hasta izaron la bandera italiana en lugar de la argentina en el mástil de la Vuelta de Rocha.
El Gobierno Nacional ordenó intervenir y arrearla de inmediato. La Boca se salvó así de la autodeterminación genovesa. Un chiste. Otra sola cuestión que había leído era que Las Malvinas eran la mitad del territorio de la Provincia de Tucumán, que es la más pequeña de la Argentina. La comparación, deduzco, les servía a los contrarios al gobierno de Perón para acentuar la insignificancia de lo que este reclamaba. Consideraban la instalación del tema como arenga demagógica. No supe qué hacer con esas vagas informaciones adolescentes, así que la composición que escribí – tenía algún don de la escritura- era exaltada y patriótica y peronista, y creo que llena de lugares comunes y escasas precisiones geopolíticas. No obstante fui el segundo clasificado del colegio. El primer puesto- y este es el eje del relato- le fue adjudicado a un estudiante hijo de un oficial naval que dos años más tarde formaría parte del derrocamiento de Perón. Ambas composiciones fueron leídas en voz alta en la clase. Sentí allí las diferencias entre ambas. La del ganador era para mí original y extraordinaria: “transgresora”, podría calificarla con un lenguaje más actual. Y decía más o menos que lo mejor que podía pasarle a las islas era seguir en manos inglesas productivas y prósperas, ya que los argentinos ni siquiera habían conseguido poblar ni hacer progresar la Patagonia.
Además que los derechos ingleses eran legitimados por los años de ocupación pacífica y democrática, y que era conveniente tener cerca un tan alto faro como el de la cultura británica. Sé que algunos compañeros sospechaban que al ganador lo habían influido enseñanzas de su padre, el marino. En cuanto al profesor de literatura que examinó las composiciones debo decir que no era peronista y se le notaba. Pero el haber escogido aquel relato atrevido y negador sobre Las Malvinas, no parecía coincidir con la atmósfera reinante en la oposición de que la dictadura sembraba el temor y clausuraba libertades.
Poco ya importa que ambos relatos se desvanecieran entre las decenas de miles del concurso estudiantil. Importa el recuerdo de que ya en 1953 la Argentina se sensibilizaba por un tema geográficamente lejano. E importa esa compleja trama de contradicciones políticas de algunos sectores.
La guerra de 1982 declarada por la dictadura fue una de ellas. Muchos de los que hoy dudan u objetan la diplomacia pacífica de esta gestión se mancomunaron de ira bélica junto a los militares de la dictadura.
En cuanto a la absurda idea de la “autodeterminación” de los isleños es como aquella frustrada autodeterminación de los genoveses en La Boca. Por más que icen otra bandera no cambian el derecho de propiedad.Fin de esta composición: las Malvinas son nuestras.
Fuente: diarioregistrado.com