Dos amigos están en la plaza Retiro
con sus respectivos perros. Uno de ellos tiene un dóberman y el otro un caniche
toy. El del dóberman dice:
-Che, me dio hambre. ¿Por qué no vamos
a ese restorán hindú que está acá nomás?
-Estás loco... Es uno de los más caros
de Buenos Aires. No van a dejarnos entrar con los perros.
-Vos dejámelo a mí.
El amigo del dóberman marcha decidido
hacia el restorán, y una cuadra antes de llegar se calza un par de anteojos
negros. Encara la puerta, y el maître lo detiene:
-Señor, discúlpeme, pero está
prohibida la entrada con perros.
-Usted no entiende: soy ciego y éste
es mi lazarillo.
-¿Un dóberman de lazarillo? Nunca lo
vi...
-Ah, ¿no se enteró? Están usándolos
mucho por estos días; dan muy buen resultado.
Y gracias a este argumento, el maître
le franquea el acceso.
Un minuto después llega el amigo, también con su perro y
gafas ahumadas. El maître repite:
-Señor, lo siento pero está prohibido
el ingreso con perros.
-Es mi lazarillo, soy no vidente...
-Señor... no le creo que su lazarillo
sea ese caniche toy.
-¡¡¡¿¿¿No te creo que me dieron un
caniche toy!!!???