Una anciana internada en un asilo
recorre los pasillos con su silla de ruedas, imitando con su boca los sonidos
de un auto.
Otro interno sale de su cuarto, detiene a la anciana y le dice:
-¡Documentos, registro y patente, por
favor! ¡Venía en exceso de velocidad!
La mujer busca dentro de su cartera,
saca un papel arrugado y se lo da al hombre, quien le dice:
-Bueno, por esta vez no le hago la
boleta, pero tenga cuidado.
La mujer sigue con su rutina: recorre
los pasillos imitando los sonidos de un auto. Al rato, el mismo hombre vuelve a
pararla:
-¡Documentos, registro y patente, por
favor! ¿De nuevo andando en exceso de velocidad, señora?
La mujer vuelve a rebuscar dentro de
su cartera, y le entrega el mismo papel arrugado. El falso policía nuevamente
la deja ir, con una «advertencia».
La mujer retoma su marcha con la silla de
ruedas por los corredores del asilo, y el hombre vuelve a detenerla, pero esta
vez está absolutamente desnudo y con una importante erección.
La mujer lo mira
y dice:
-Uh, otra vez el control de
alcoholemia...