Esto también es Cipayismo: Militantes del campo popular son detenidos por
manifestarse contra las políticas de invasión propiciadas por el Estado de
Israel
Presente, historia y
manipulación
Extracto de una nota de Leandro Andrini, del 29-05-2009
En Argentina, como es de público conocimiento, fueron detenidos militantes
del Frente de Acción Revolucionaria (FAR) y del Movimiento Teresa Rodríguez
(MTR). Los cargos que se le imputan son: "daño,
desobediencia y atentado, y resistencia a la autoridad", agravados por
violar supuestamente la ley antidiscrimación.
Los detenidos son: Leonardo Del Grosso, Viviana Segovia, Damián Vekelo,
Daniel Terzano , Osvaldo Vázquez, Darío Díaz, Pablo Pasemis, Ramona Torres,
Andrea Benítez, José Andino, Baltasar González, Alfonso Sánchez, Magdalena
Mansilla, Fabián Cruz y Marciano Barrios.
Para la agencia de noticias de la República Argentina ,
TELAM, se detuvieron “militantes por el ataque del domingo contra la comunidad
judía”, para INFOBAE los “detenidos por el ataque antijudío hacen guardapolvos
para el Estado”, para La Nación
“seguirán detenidos los cinco acusados por el ataque antisemita”, para Clarín
“indagan a los nuevos detenidos por el ataque antisemita en el acto por
Israel”, para Criticadigital “declaran los detenidos por el ataque antisemita”.
En tanto que el embajador de Israel, Daniel Gazit, denuncia un brote
antisemita en Argentina y se presenta como querellante en la causa (algunos
medios lo ponen como “testigo”), y “el gobierno de los Estados Unidos repudió
públicamente los brutales ataques antijudíos que tuvieron lugar a metros de la Plaza de Mayo el domingo
pasado” tal lo dice OnLine911. La versión más extrema aparece en www.lapoliticaonline.com,
en donde se da cuenta de que “en los volantes que querían repartir el domingo
había una cruz esvástica, el símbolo del nazismo” y que “lanzaron consignas
antisemitas”.
Desde el gobierno, a través del ministro del Interior, Florencio Randazzo,
se condenaron los ataques y se afirmó que "merecen el repudio del conjunto
del pueblo, que quiere vivir en paz y armonía".
Hace tiempo, en los momentos en los que Israel bombardeaba siniestramente
al Líbano, escribí en una nota publicada en Resumen Latinoamericano que “cuando queremos manifestarnos en contra de
la guerra aparece la susceptibilidad religiosa, y con una frase de trillada
resonancia y de pretendida «correctitud ético-política» acusan al otro o bien
de antisemita, o bien de neonazi, o bien de intolerante”.
Esto es lo que hacen en estos momentos
los diarios y la prensa en general, y aparece toda la carga simbólica contenida
en algunas palabras: judío, comunidad judía, antisemitismo, o nazismo.
Una vez más hay que decir que “no
estamos confundiendo al actual Estado de Israel con la historia e historicidad
del pueblo judío”. Se trata de entidades diferentes. El actual gobierno del
Estado de Israel no resume las posiciones de todo un pueblo que ha sido
hostigado manera sistemática, mucho menos puede monopolizar la historia de
sufrimiento de ese pueblo.
En “¿Cuántas prisiones secretas
mantiene Israel?”, Jonathan Cook da cuenta del denodado trabajo que realiza
Hamoked, una organización israelí por los derechos humanos. Entonces cabe que
nos preguntemos: ¿es esta organización antisemita, neonazi o algo por el estilo
porque denuncia la violación de derechos humanos en el propio territorio de
Israel por parte de su gobierno? ¿A Estados Unidos esto no le preocupa
–siquiera que sea más atroz que Guantánamo-? ¿Gazit no considera esto
como brotes anti-islámicos?
No caben dudas de que las formas de denuncia que realiza Hamoked son
diferentes a las elegidas por los militantes de FAR y MTR. Lo que ocurre es que
siempre se reposa sobre la lógica de las formas, sin importar la estrecha
relación entre los contenidos. Hay que decirlo una vez más: estrecha relación a
pesar de las diferencias en las formas.
Los militantes detenidos se manifestaban en contra de la política de
fronteras adoptada por el Estado de Israel. Atribuirle panfletos con cruces esvásticas sin más es decir una
verdad a medias (que es equivalente a mentir). La iconografía adoptada de un
tiempo a la fecha, la cual puede ser vista en diversos paredones de las
ciudades argentinas, donde a la “cruz esvástica”
le sigue un “igual” y luego “Estado de…”, es usada por todos aquellos que se
manifiestan en contra de las políticas beligerantes y genocidas llevadas a cabo
por algunos gobiernos de algunos estados.
Existe una banalización de la historia al atribuir a este tipo de
manifestaciones implicancias y resonancias consustanciadas con las aberrantes
políticas implementadas en la
Alemania de Hitler (y en otros países). Una banalización de
las políticas de exterminio planificadas (la racionalidad exterminadora, en la
que el problema no era matar sino qué hacer con los cuerpos).
Los medios de prensa, a través de la
plena administración mediática, realizan una manipulación de la historia.
Equiparar el ideario de organizaciones (piqueteras) de izquierda con el ideario
del antisemitismo es omitir un exhaustivo análisis sobre el significado del
término ‘antisemitismo’, tanto como ignorar lo político-ideológico
constituyente de las organizaciones aludidas. Este tipo de operaciones se
corresponde con lo que puede llamarse “bancalización terminológica”, en donde
la eficiencia/eficacia (ideológica) está íntimamente ligada a la economía
interpretativa y de análisis (invertir los mínimos recursos terminológicos para
obtener los máximos resultados de interpretación).
No se pueden desconocer los efectos: una homogeneización del pensamiento,
y la primacía de una ignorancia generalizada. Esta ignorancia es múltiple
porque por un lado se banaliza la historia, se flexibiliza la terminología, se
reduce a epítetos descalificativos el cabal significado de las palabras, entre
otros aspectos, y por otro se realiza un recorte premeditado del presente
homologándolo a figuras del pasado mientras se descircunscribe el fenómeno que
se “presume analizar”, y le recaen a los manifestantes los rótulos de
“terroristas”, “xenófobos” y “discriminadores”. Rótulos que provienen de las
leyes cuyos imperativos cumplen con tal homogeneización (promovidas por las
ideologías globales imperialistas dominantes y sus aliadas).
A riesgo de desviarme de lo que preocupante en esencia (las detenciones de
los militantes de FAR y MTR), propongo un ejemplo de “bancalización
terminológica”. En la opinión del periodista y locutor nacional Pablo Docimo
“Kirchner y Chávez no son peronistas por casualidad”, cerrando su afrentosa
opinión con sus recuerdos de lectura, puesto que hace muchos años leyó “un
artículo titulado: «Hitler-Mussolini, los mismos fines, el mismo fin»”, y desea
nunca tener “que escribir un artículo titulado: «Kirchner-Chávez, los mismos
fines, el mismo fin»”.
No quisiera caer en la “bancalización terminológica”, pero tampoco
quisiera dejar de pensar en lo sintomático que aparece en una editorial del
diario La Nación
titulada “otra aberrante expresión antisemita”, donde se le pide al gobierno que
“explique las motivaciones del grupo de bárbaros que empañó el acto por el
aniversario de Israel”, en tanto se dice en la misma que “hace unos días, la Presidenta y su marido
se florearon con Hugo Chávez en Buenos Aires y El Calafate”, mientras se sospecha
que el “grupo de bárbaros” tiene “una cooperativa que fabrica guardapolvos para
el Estado Nacional”, por lo que “de confirmarse esa afirmación, desmentida por
el Gobierno, sería el propio Estado Nacional el sostén de un grupo delictivo”.
Arturo Jauretche lo ha señalado concienzudamente en su “Colonización
Pedagógica”, por lo cual no debemos asombrarnos por la siniestra sensibilidad
de algunos que, al calor de la pluma de Mario Vargas Llosa y los escribas de la
“tribuna de doctrina”, no temen en denigrar la identidad indígena de Evo
Morales en tanto se conmueven por el repudio a la belicosidad de un estado.
La colonización pedagógica hace que sepamos nada de las masacres
colectivas en nuestra América, porque –entre otras cosas- requiere interpelar
históricamente las acciones políticas de Bartolomé Mitre. Por supuesto que esto
no nos exime de no saber cuál ha sido el itinerario del pueblo judío y su
padecer, con validez recíproca.
Frente a este tipo de atrocidades puede decirse –con suficiente justeza- que
no hay historia particular, sino particularidades de una historia que se
construye/constituye en una permanente lucha entre opresores y oprimidos.
Una manifestación como la de FAR, entre cuyas consecuencias tiene la
detención y la persecución de militantes del campo popular, se resignifica más
allá de los objetivos políticos inmediatos que se hayan planteado los
manifestantes. Pone en juego, y al descubierto, una serie de dispositivos
instrumentados para la manipulación del hecho en sí tanto como lo simbólico
asociado a él, reconfigurando la semántica e imponiendo una hermenéutica
bancaria de la historia. Esta “bancalización terminológica” conduce a la
banalización de la historia, al empobrecimiento del análisis más allá de la
peculiaridad específica del evento, y convierte a la historia en trivialidad
cotidiana contenida en la ideología de la noticia.
La emergencia de las maquinarias de control cultural-ideológico frente a
esta manifestación es una evidencia, entre tantas, de que la lucha entre
oprimidos y opresores no está muerta. Revela los mutuos requerimientos entre
los que detentan alguna parcela de poder, y cómo se reconfiguran las alianzas
coyunturales en una etapa de crisis de hegemonía (propia de la crisis
capitalista actual).
La noticia es efímera, no así la subjetividad que inscribió en el
imaginario. La conmoción por el acto en repudio de las políticas de fronteras
de Israel desaparecerá por otras urgencias de agenda empresarial, en el
comercio de la veracidad. Lo que queda –además del pensamiento homogeneizado-
es el cuerpo del militante detenido, es la política de persecución implementada
hacia ese militante (y hacia la organización que lo contiene) por manifestarse
en contra de la guerra, y en general en contra de la opresión.
Algunos han afirmado, con borgeano rigor, que mal pueden dirimirse los
conflictos de Oriente Medio en una plaza porteña. Y en uso de los tan borgeanos
entretenimientos, entre paralelismos y simetrías, mal puede festejarse la paz
en una plaza porteña el día en que tropas israelíes matan a palestinos.