martes, enero 24, 2012

Cipayismo en Latinoamérica y Rial: El famoso "antisemitismo" - Cipayes en Amérique latine et Rial: Le fameux «antisémitisme»


Esto también es Cipayismo: Militantes del campo popular son detenidos por manifestarse contra las políticas de invasión propiciadas por el Estado de Israel
Presente, historia y manipulación

Extracto de una nota de Leandro Andrini, del 29-05-2009

En Argentina, como es de público conocimiento, fueron detenidos militantes del Frente de Acción Revolucionaria (FAR) y del Movimiento Teresa Rodríguez (MTR). Los cargos que se le imputan son: "daño, desobediencia y atentado, y resistencia a la autoridad", agravados por violar supuestamente la ley antidiscrimación.
Los detenidos son: Leonardo Del Grosso, Viviana Segovia, Damián Vekelo, Daniel Terzano , Osvaldo Vázquez, Darío Díaz, Pablo Pasemis, Ramona Torres, Andrea Benítez, José Andino, Baltasar González, Alfonso Sánchez, Magdalena Mansilla, Fabián Cruz y Marciano Barrios.

Para la agencia de noticias de la República Argentina, TELAM, se detuvieron “militantes por el ataque del domingo contra la comunidad judía”, para INFOBAE los “detenidos por el ataque antijudío hacen guardapolvos para el Estado”, para La Nación “seguirán detenidos los cinco acusados por el ataque antisemita”, para Clarín “indagan a los nuevos detenidos por el ataque antisemita en el acto por Israel”, para Criticadigital “declaran los detenidos por el ataque antisemita”.

En tanto que el embajador de Israel, Daniel Gazit, denuncia un brote antisemita en Argentina y se presenta como querellante en la causa (algunos medios lo ponen como “testigo”), y “el gobierno de los Estados Unidos repudió públicamente los brutales ataques antijudíos que tuvieron lugar a metros de la Plaza de Mayo el domingo pasado” tal lo dice OnLine911. La versión más extrema aparece en www.lapoliticaonline.com, en donde se da cuenta de que “en los volantes que querían repartir el domingo había una cruz esvástica, el símbolo del nazismo” y que “lanzaron consignas antisemitas”.

Desde el gobierno, a través del ministro del Interior, Florencio Randazzo, se condenaron los ataques y se afirmó que "merecen el repudio del conjunto del pueblo, que quiere vivir en paz y armonía".

Hace tiempo, en los momentos en los que Israel bombardeaba siniestramente al Líbano, escribí en una nota publicada en Resumen Latinoamericano que “cuando queremos manifestarnos en contra de la guerra aparece la susceptibilidad religiosa, y con una frase de trillada resonancia y de pretendida «correctitud ético-política» acusan al otro o bien de antisemita, o bien de neonazi, o bien de intolerante”.

Esto es lo que hacen en estos momentos los diarios y la prensa en general, y aparece toda la carga simbólica contenida en algunas palabras: judío, comunidad judía, antisemitismo, o nazismo.

Una vez más hay que decir que “no estamos confundiendo al actual Estado de Israel con la historia e historicidad del pueblo judío”. Se trata de entidades diferentes. El actual gobierno del Estado de Israel no resume las posiciones de todo un pueblo que ha sido hostigado manera sistemática, mucho menos puede monopolizar la historia de sufrimiento de ese pueblo.

En “¿Cuántas prisiones secretas mantiene Israel?”, Jonathan Cook da cuenta del denodado trabajo que realiza Hamoked, una organización israelí por los derechos humanos. Entonces cabe que nos preguntemos: ¿es esta organización antisemita, neonazi o algo por el estilo porque denuncia la violación de derechos humanos en el propio territorio de Israel por parte de su gobierno? ¿A Estados Unidos esto no le preocupa –siquiera que sea más atroz que Guantánamo-? ¿Gazit no considera esto como brotes anti-islámicos?

No caben dudas de que las formas de denuncia que realiza Hamoked son diferentes a las elegidas por los militantes de FAR y MTR. Lo que ocurre es que siempre se reposa sobre la lógica de las formas, sin importar la estrecha relación entre los contenidos. Hay que decirlo una vez más: estrecha relación a pesar de las diferencias en las formas.

Los militantes detenidos se manifestaban en contra de la política de fronteras adoptada por el Estado de Israel. Atribuirle panfletos con cruces esvásticas sin más es decir una verdad a medias (que es equivalente a mentir). La iconografía adoptada de un tiempo a la fecha, la cual puede ser vista en diversos paredones de las ciudades argentinas, donde a la “cruz esvástica” le sigue un “igual” y luego “Estado de…”, es usada por todos aquellos que se manifiestan en contra de las políticas beligerantes y genocidas llevadas a cabo por algunos gobiernos de algunos estados.

Existe una banalización de la historia al atribuir a este tipo de manifestaciones implicancias y resonancias consustanciadas con las aberrantes políticas implementadas en la Alemania de Hitler (y en otros países). Una banalización de las políticas de exterminio planificadas (la racionalidad exterminadora, en la que el problema no era matar sino qué hacer con los cuerpos).


Los medios de prensa, a través de la plena administración mediática, realizan una manipulación de la historia. Equiparar el ideario de organizaciones (piqueteras) de izquierda con el ideario del antisemitismo es omitir un exhaustivo análisis sobre el significado del término ‘antisemitismo’, tanto como ignorar lo político-ideológico constituyente de las organizaciones aludidas. Este tipo de operaciones se corresponde con lo que puede llamarse “bancalización terminológica”, en donde la eficiencia/eficacia (ideológica) está íntimamente ligada a la economía interpretativa y de análisis (invertir los mínimos recursos terminológicos para obtener los máximos resultados de interpretación).

No se pueden desconocer los efectos: una homogeneización del pensamiento, y la primacía de una ignorancia generalizada. Esta ignorancia es múltiple porque por un lado se banaliza la historia, se flexibiliza la terminología, se reduce a epítetos descalificativos el cabal significado de las palabras, entre otros aspectos, y por otro se realiza un recorte premeditado del presente homologándolo a figuras del pasado mientras se descircunscribe el fenómeno que se “presume analizar”, y le recaen a los manifestantes los rótulos de “terroristas”, “xenófobos” y “discriminadores”. Rótulos que provienen de las leyes cuyos imperativos cumplen con tal homogeneización (promovidas por las ideologías globales imperialistas dominantes y sus aliadas).


A riesgo de desviarme de lo que preocupante en esencia (las detenciones de los militantes de FAR y MTR), propongo un ejemplo de “bancalización terminológica”. En la opinión del periodista y locutor nacional Pablo Docimo “Kirchner y Chávez no son peronistas por casualidad”, cerrando su afrentosa opinión con sus recuerdos de lectura, puesto que hace muchos años leyó “un artículo titulado: «Hitler-Mussolini, los mismos fines, el mismo fin»”, y desea nunca tener “que escribir un artículo titulado: «Kirchner-Chávez, los mismos fines, el mismo fin»”.

No quisiera caer en la “bancalización terminológica”, pero tampoco quisiera dejar de pensar en lo sintomático que aparece en una editorial del diario La Nación titulada “otra aberrante expresión antisemita”, donde se le pide al gobierno que “explique las motivaciones del grupo de bárbaros que empañó el acto por el aniversario de Israel”, en tanto se dice en la misma que “hace unos días, la Presidenta y su marido se florearon con Hugo Chávez en Buenos Aires y El Calafate”, mientras se sospecha que el “grupo de bárbaros” tiene “una cooperativa que fabrica guardapolvos para el Estado Nacional”, por lo que “de confirmarse esa afirmación, desmentida por el Gobierno, sería el propio Estado Nacional el sostén de un grupo delictivo”.
  
Arturo Jauretche lo ha señalado concienzudamente en su “Colonización Pedagógica”, por lo cual no debemos asombrarnos por la siniestra sensibilidad de algunos que, al calor de la pluma de Mario Vargas Llosa y los escribas de la “tribuna de doctrina”, no temen en denigrar la identidad indígena de Evo Morales en tanto se conmueven por el repudio a la belicosidad de un estado.
La colonización pedagógica hace que sepamos nada de las masacres colectivas en nuestra América, porque –entre otras cosas- requiere interpelar históricamente las acciones políticas de Bartolomé Mitre. Por supuesto que esto no nos exime de no saber cuál ha sido el itinerario del pueblo judío y su padecer, con validez recíproca.
  
Frente a este tipo de atrocidades puede decirse –con suficiente justeza- que no hay historia particular, sino particularidades de una historia que se construye/constituye en una permanente lucha entre opresores y oprimidos.

Una manifestación como la de FAR, entre cuyas consecuencias tiene la detención y la persecución de militantes del campo popular, se resignifica más allá de los objetivos políticos inmediatos que se hayan planteado los manifestantes. Pone en juego, y al descubierto, una serie de dispositivos instrumentados para la manipulación del hecho en sí tanto como lo simbólico asociado a él, reconfigurando la semántica e imponiendo una hermenéutica bancaria de la historia. Esta “bancalización terminológica” conduce a la banalización de la historia, al empobrecimiento del análisis más allá de la peculiaridad específica del evento, y convierte a la historia en trivialidad cotidiana contenida en la ideología de la noticia.

La emergencia de las maquinarias de control cultural-ideológico frente a esta manifestación es una evidencia, entre tantas, de que la lucha entre oprimidos y opresores no está muerta. Revela los mutuos requerimientos entre los que detentan alguna parcela de poder, y cómo se reconfiguran las alianzas coyunturales en una etapa de crisis de hegemonía (propia de la crisis capitalista actual).

La noticia es efímera, no así la subjetividad que inscribió en el imaginario. La conmoción por el acto en repudio de las políticas de fronteras de Israel desaparecerá por otras urgencias de agenda empresarial, en el comercio de la veracidad. Lo que queda –además del pensamiento homogeneizado- es el cuerpo del militante detenido, es la política de persecución implementada hacia ese militante (y hacia la organización que lo contiene) por manifestarse en contra de la guerra, y en general en contra de la opresión.

Algunos han afirmado, con borgeano rigor, que mal pueden dirimirse los conflictos de Oriente Medio en una plaza porteña. Y en uso de los tan borgeanos entretenimientos, entre paralelismos y simetrías, mal puede festejarse la paz en una plaza porteña el día en que tropas israelíes matan a palestinos.

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