24 de Enero de 1842 –
Inauguración de la Pirámide Federal en Tucumán
El bronce tardío de los federales
Antiguo Cabildo de Tucumán y la plaza donde se situaba
la Pirámide Federal
Muertos los caudillos que sostuvieron el federalismo
desde 1816 y hasta 1874, sus rostros y sus proezas no fueron esculpidos ni aun
en los pueblos que los vieron nacer o gestarse. Los lugares públicos y los
edificios históricos tuvieron, a partir del silencio de la última montonera, el
bronce de los que intentaron “civilizar” el país tomando recetas desarraigadas,
extrañas y criminales. Este fenómeno se dio con mayor vigor luego de la batalla
de Pavón (1861), donde los recordatorios y los homenajes se volvieron
exclusivos para aquellos que pactaron con el extranjero nueve años antes, en
Caseros, y para quienes el libre comercio resultaba ser la redención necesaria
para dejar nuestras afirmaciones y valores autóctonos.
Leemos en una de las primeras editoriales de la
publicación Todo es Historia: “La etapa de la idolatría fue iniciada en nuestra
historiografía por Mitre. Después se fueron sacralizando una serie de
personajes menores y discutibles. Así se fue elaborando una versión de la
historia nuestra muy rígida, poco convincente y falaz en muchos casos”. Como
vemos, los homenajes de dudosa reputación entreveraron con descaro el relato de
la historia argentina, y con ello se ha postergado el desarrollo y la plenitud
de la conciencia nacional.
Mientras se le negaba el reconocimiento broncíneo a
los federales, se gastaban inmensas sumas de dinero para homenajear a figuras
–nacionales y extranjeras- que hicieron lo imposible para postergar las
aspiraciones argentinas. Veamos algunos ejemplos:
27 de Septiembre de 1869: En esta fecha, se dispuso,
por disposición de la Legislatura de Buenos Aires, levantar una estatua en
memoria de Valentín Alsina, ex gobernador bonaerense que en 1823 ingresó en la
Logia masónica Valeper, y que para 1853 fundara la Logia Concordia.
24 de Septiembre de 1873: Bajo el gobierno del masón
Domingo Faustino Sarmiento, se inauguró un monumento en honor del carbonario
José Mazzini, quien había fallecido en 1872. El costo de esta estatua fue de
60.000 francos.
13 de Diciembre de 1878: La Legislatura de la
provincia de Buenos Aires vota una ley que autoriza el emplazamiento de una
estatua en honor a George Canning, luego de saldada la deuda que adquirió
nuestro país con Inglaterra por el empréstito de la Baring Brothers en 1824.
18 de Diciembre de 1887: Inauguración de la estatua
del general Juan Lavalle con su alta columna. El ex gobernador de la provincia
de Buenos Aires inició, luego de mandar fusilar a Manuel Dorrego, la larga
guerra civil argentina. En 1840 invadió la patria con dinero francés.
25 de Mayo de 1900: Luego de la demolición de la
quinta San Benito de Palermo (residencia que fuera de Rosas), en el Parque 3 de
Febrero se inauguró el monumento a Domingo F. Sarmiento. Está emplazado en el
mismo sitial donde estaba el dormitorio del Restaurador de las Leyes. Era
presidente el general Julio Argentino Roca.
11 de Noviembre de 1904: También bajo la presidencia
de Roca, quedó en el bronce un antiguo saqueador de pueblos argentinos en
tiempos de Rosas y luego ‘Emperador-Papa’ de la masonería universal: José
Garibaldi. Una salva de 21 cañonazos saludó la caída de la tela que cubría el
monumento.
Tardíos homenajes a Quiroga
Parece mentira que Juan Facundo Quiroga, siendo una
figura trascendental de nuestra historia, recién haya tenido su primer homenaje
107 años luego de su muerte, a través de un decreto, y no antes.
Ese primer homenaje oficial fue concretado por
iniciativa del gobierno de La Rioja en 1942, y no se trató de la erección de
monumento alguno sino de la colocación de su retrato –y el del “Chacho”
Peñaloza- en la Casa de Gobierno de aquella provincia. Parte del decreto, dice:
“Que siendo oportuno, con motivo del 107° aniversario
reciente de la muerte del brigadier general don Juan Facundo Quiroga, rendir
por el P. E. este primer homenaje oficial a su memoria, y a la de su digno
continuador, el general don Ángel Vicente Peñaloza, asignando a sus retratos
ubicación honrosa en la Casa de Gobierno;
“EL GOBERNADOR DE LA PROVINCIA DECRETA:
“Artículo 1° – En homenaje al brigadier general don
Juan Facundo Quiroga y general don Ángel Vicente Peñaloza, colóquese sus
retratos en el salón de recepciones.
“Artículo 2° – En el acto público de colocación, se
procederá a dar lectura del presente y de los trabajos que las Instituciones y
las personas adheridas hayan preparado al respecto.
“Art. 3° – Comuníquese, publíquese, etc.
“Firmado: DE LA FUENTE Gobernador
“G. KAMMERATH GORDILLO Ministro de Gobierno e
Instrucción Pública”.
El paraje de Barranca Yaco, provincia de Córdoba,
donde fuera salvajemente emboscado y asesinado tampoco pareció un punto de
recordación u homenaje hacia su figura. Es por eso, que debieron transcurrir
174 años de aquel suceso para que un gobierno cordobés levantara el monumento
largamente esperado. Ocurrió el 15 de febrero de 2009. En el lugar también se
recordó a los otros nueve compañeros que murieron junto con el caudillo riojano
el 15 de febrero de 1835, colocándose idéntica cantidad de cruces. Finalmente,
un busto del “Tigre de los Llanos” se alza en la zona boscosa, con su
vestimenta de brigadier general y su barba federal.
Una amenaza unitaria y masónica pudo haber profanado
la bóveda-monumento donde descansan los restos de Quiroga, en el cementerio de
la Recoleta. Un descendiente del riojano, el doctor Eduardo Gaffarot, publicó
en su obra “Civilización y Barbarie o sea Compadres y Gauchos” (1905), lo que
sigue: “Ciertos compadritos civilizados por Sarmiento, llegaron a creer que la
familia de Quiroga tenía que consultarlos respecto a cuál era el epitafio que
más convenía escribir sobre la tumba; y las cosas llegaron a tal punto, que ha
tenido que optar la familia por no poner inscripción alguna en la bóveda de su
propiedad…”. Tal vez, esta afirmación nos da una idea de por qué hasta no hace
tanto la bóveda del general Quiroga no tenía placas de bronce que la
identifiquen como tal.
Dorrego: cara a cara con su matador
Veamos las vueltas que dieron nuestras autoridades
para darle el primer bronce al coronel federal Manuel Dorrego, ex gobernador de
la provincia de Buenos Aires de 1827-1828:
“Un siglo hubo de transcurrir, antes que se resolviera
a perpetuar la imagen del fusilado de Navarro en el bronce. Cierto que la ley
4666 la autorizó el 4 de septiembre de 1905 y que dos años después la 5137
aprobara la entrega de los $ 10.000 necesarios para materializar el proyecto.
Pero también es cierto que el proyecto anduvo veinte años más perdido por los
cajones y recién en 1928, la estatua ecuestre fue inaugurada en la Plazoleta
Dorrego de Defensa y Humberto 1° -previo traslado del “Canto al Trabajo” de
Rogelio Irurtia-, donde se irguió hasta que en medio de una gran polémica pública
movida por los descendientes de unitarios, se trasladó a su ubicación actual en
Viamonte y Suipacha (Buenos Aires). Desde allí se enrostra con la facie de
quien ordenó su ejecución, elevado sobre un alto pedestal en la Plaza Lavalle,
como si aún no estuviera dirimido el viejo antagonismo”.
La
pirámide federal de Tucumán
En 1840, Rosas designa a Manuel Oribe para que se
encargue de eliminar a los elementos unitarios que habían formado la Coalición
del Norte, y también para que persiga al fugitivo general Lavalle. El jefe
oriental, entonces, a partir de ese año y hasta 1843 va a desarrollar su
carrera militar por el noroeste argentino, obteniendo rotundas victorias en
batallas decisivas que diezmaron las acciones de los unitarios y masones que
por allí se ubicaban.
La provincia de Tucumán, acaso el epicentro más
reconocido de Oribe durante su campaña militar en la Confederación Argentina,
tras la victoria federal de Famaillá (19 de septiembre de 1841) vivió un
momento de tranquilidad como hacía años no tenía. El asesinado gobernador
Alejandro Heredia había sido vengado, y ahora, vuelta la calma, Tucumán era
gobernada nuevamente por un federal, el general Celedonio Gutiérrez. Movido
éste por un sentimiento de alborozo, el 24 de enero de 1842 resolvió mediante
un decreto levantar un monumento en honor de Juan Manuel de Rosas y del general
Manuel Oribe.
En el cuerpo del decreto quedaba especificado que “la
grande obra de la Libertad Argentina es debida al Heroico Defensor de la
Independencia Americana, Nuestro Ilustre Restaurador de las Leyes, Brigadier
General D. Juan Manuel de Rosas”, y que “el ejército unido de vanguardia de la
Confederación Argentina ha cumplido gloriosamente la noble misión de libertar a
la República de la atroz, sangrienta e insoportable tiranía de los brutales
salvajes unitarios impíos enemigos de Dios y de los hombres”. Sobre Manuel
Oribe decía que se “ha hecho acreedor a la eterna gratitud y bendiciones de los
buenos Argentinos por sus brillantes hechos de armas”.
La construcción del monumento, que tenía forma
piramidal, se emplazó en la plaza Central (hoy Independencia) de San Miguel de
Tucumán. Pero no obstante el reconocimiento de los tucumanos para con sus
libertadores federales, llegó el 3 de febrero de 1852, aunque la pirámide no se
destruyó. Pero diez años más tarde, el 9 de julio de 1862, el entonces
gobernador tucumano, presbítero José María del Campo, unitario fanático, sacó
el Decreto N° 381 por el cual mandaba demoler la pirámide federal, “recuerdo de
oprobio cuya permanencia lastima el honor de Tucumán”, según reza con excesivo
rencor. El monumento rememora “triunfos (…) manchados por crímenes horribles”,
agrega el documento. Por eso, el Artículo 1° aclaraba que “el día 13 del
presente mes de Julio será demolida la pirámide de la plaza de esta ciudad”, y
en el siguiente artículo, decía: “En su lugar, eríjase un monumento consagrado
al recuerdo de las víctimas del año 40”. Nunca más se reivindicó la campaña de
Manuel Oribe por la provincia de Tucumán y alrededores.
La Expedición
desconocida
El 9 de febrero de 1834 se dispuso elevar un monumento
en la margen del Río Colorado, para conmemorar el Ejército Expedicionario al
Desierto. Debía llevar cuatro mármoles que recordaran a las Divisiones de la
derecha y del Centro, al ilustre General D. Juan Facundo Quiroga, al Brigadier
D. Juan Manuel de Rosas, y la cuarta de agradecimiento del Gobierno Supremo de
la Provincia, que en honor y gratitud reconocía los servicios prestados.
Debajo de la piedra fundamental debía depositarse el
Diario de la Expedición y chapas de cobre con los nombres grabados de todos los
Jefes y Oficiales que habían participado. Pero Rosas, tan acusado de ególatra,
no quiso levantarse un monumento en vida, seguramente confiando en un
agradecimiento póstumo, agradecimiento que jamás ha llegado todavía.
Autor: Gabriel O. Turone
Bibliografía
Barros, Marcelo.
“Rosas y sus Monumentos”, Revista del Instituto Juan Manuel de Rosas de
Investigaciones Históricas, Buenos Aires, Agosto-Septiembre 1951.
De Paoli, Pedro y
Mercado, Manuel G. “Proceso a los montoneros y Guerra del Paraguay”, Editorial
Eudeba, 1973.
Diario “La
Nación”, edición del 8 de marzo de 2009.
Lappas,
Alcibíades. “La Masonería en la Argentina a través de sus Hombres”, Primera
Edición, Octubre 1958.
Vedoya, Juan
Carlos. “Estatuas y Masones”, Revista Todo es Historia, N° 123, Año XI, Agosto
de 1977.
www.revisionistas.com.ar
Agradecezco especialmente el aporte de www.revisionistas.com.ar