viernes, abril 20, 2012

YPF: Lorenzino y las presiones del FMI - YPF: Lorenzino et la pression du FMI


 “Más de lo mismo: recetar, vigilar y castigar” 

Hernán Lorenzino defendió en Washington la soberanía nacional. “Argentina toma sus decisiones sin depender de los organismos internacionales.”

El ministro de Economía, Hernán Lorenzino, llegó a Washington sabiendo que la defensa de la decisión argentina de recuperar YPF iba a ser la principal tarea política de su estadía, durante la cual participa de las reuniones de primavera del FMI y el Banco Mundial, en un encuentro de ministros del G-20 y diversos foros y reuniones bilaterales. Ya en el primer día en la capital estadounidense debió enfrentarse a críticas del presidente del Banco Mundial, de la directora gerente del FMI y del secretario general de la OCDE. “Argentina no acepta condicionamientos, y mucho menos de estos organismos internacionales que han caído en un enorme descrédito por sus errores en el pasado y por seguir impulsando, en el presente, las mismas políticas de ajuste frente a las crisis; recetas que sólo producen más sacrificios a la gente y no a los bancos que las provocaron”, respondió Lorenzino, en una entrevista telefónica que concedió a Página/12 desde aquella ciudad.

Sin embargo, refirió que en el transcurso de “un día agitado” por las intensas actividades, en el que participó en un seminario, una reunión del G-24 y reuniones bilaterales (tras el reportaje tenía previsto participar de una cena con los ministros del G-20), no observó que hubiera “un clima adverso” a la Argentina por la decisión de expropiar las acciones de YPF. “Para nada, son sólo expresiones de cúpula de organismos a los que no les incumbe opinar sobre una decisión de soberanía nacional sobre una empresa argentina, como YPF”, respondió Lorenzino a este diario.

–El presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, señaló hoy (por ayer) que “es un error” que Argentina haya resuelto expropiar acciones de Repsol en YPF.

–Mi respuesta a Zoellick es que Argentina es un país soberano, toma sus decisiones sin depender de lo que le indique ningún organismo internacional y en función de lo que la Presidenta estima mejor para los argentinos. El gobierno argentino no acepta ningún tipo de condicionamientos, y mucho menos los que provengan de estos organismos, que han caído en descrédito por sus errores del pasado y por seguir recomendando e imponiendo, en el presente, las mismas políticas de ajuste que llevaron a las crisis. Son políticas que terminan haciendo pagar a la gente con más sacrificios y no a los bancos, que son los responsables y, al final, son los que reciben los beneficios de esas políticas de ajuste.

–Usted está participando de la asamblea del FMI y el Banco Mundial. ¿Estos cuestionamientos de sus máximas autoridades complican la relación de Argentina en estos ámbitos?

–En 2005, Argentina tomó la decisión de romper con los condicionamientos de las políticas económicas monitoreadas por el FMI. Pagamos la deuda con el organismo y dejamos los planes de ajuste que dictaban “las misiones del Fondo”. A partir de ahí se estableció una nueva relación que deben respetar. Argentina participa en estos foros como país soberano e independiente.

–Sin embargo, los dichos de Zoellick también tuvieron una carga de advertencia. Dijo que “está mal hacer” lo que hizo Argentina y que “es un síntoma que tenemos que vigilar”.

–Es más de lo mismo. Recomendar, vigilar y castigar al que no hace lo que ellos establecen. Es una relación entre los organismos y los países miembro que Argentina rechaza. Y mucho más en este caso.

–La directora del FMI (Christine Lagarde) usó un lenguaje más prudente, pero también contrario a la decisión argentina. Le reclamó “previsibilidad” al gobierno argentino para no ahuyentar las inversiones extranjeras.

–Lo que da previsibilidad es el cumplimiento de las normas contractuales. Repsol incumplió en Argentina sus obligaciones. Recibió la mayor cantidad de áreas petroleras para producir y abastecer al país, pero no hizo las inversiones para garantizar la producción necesaria ni para reponer las reservas que se consumían. El país perdió el autoabastecimiento de combustibles y sufrió la depredación de sus reservas. No parece que las políticas ejecutadas por Repsol hayan sido las que llevaban a cumplir aquellos objetivos. En su gestión redireccionó la refinación para apuntar a los sectores premium, abultando sus ganancias y perjudicando al usuario. Privilegió el giro de utilidades al exterior a la ejecución de inversiones necesarias. Lo que se está castigando es esa conducta, lo que se busca preservar es el interés social, la necesidad pública.

–Lo que se condena, desde estos organismos internacionales, es la intervención del Estado. Zoellick habló de una tendencia al populismo, a mayor proteccionismo.

–El objetivo de la decisión que adoptó Argentina es hacer cumplir las leyes. La intervención del Estado en sectores estratégicos tampoco es un hecho extraño en el mundo. Pensemos cómo reaccionaron los países desarrollados, Estados Unidos principalmente, ante la crisis. Ocuparon espacios de la actividad privada, intervinieron volcando recursos multimillonarios y no está mal. El Estado, en Argentina y en todos lados, está para cumplir ese rol, para garantizar la satisfacción de las necesidades. Argentina se estaba quedando sin petróleo y tomó las decisiones que eran necesarias. Y lo hizo, además, siguiendo todos los pasos que prevé la legislación para estos casos, que son excepcionales. La expropiación se define a través de un proyecto de ley, que está siguiendo todos los pasos reglamentarios, porque por suerte hay un Poder Ejecutivo y un Poder Legislativo funcionando. Afortunadamente, además, podemos decir ahora que es una decisión que cuenta con el respaldo de gran parte de la bancada de oposición.

–También hubo críticas del ministro de Hacienda de México (José Antonio Meade), país que ejerce la titularidad temporal del Grupo de los 20. ¿El cuestionamiento a la decisión de recuperar YPF puede llegar al seno del G-20?

–Las declaraciones de Meade son absolutamente improcedentes. El G-20 no es un foro para atender cuestiones bilaterales, pero mucho menos en este caso que es una resolución de un Estado soberano respecto de una empresa nacional con accionistas de otro país.

–Lo que dijo Meade es que la acción de Argentina es contraria a las prácticas alentadas por el G-20 en favor de dar mayor certeza a las inversiones. ¿Podría habilitar ese argumento el tratamiento del tema YPF en el seno del G-20?

–El G-20 es un ámbito para la búsqueda de consenso en políticas globales. No le incumbe tratar decisiones soberanas de un país. El G-20 no es árbitro de nada. Los dichos de Meade respecto de la Argentina han sido muy desafortunados.

–Pareciera que Argentina llegó a esta cumbre en Washington con un clima muy desfavorable. Más allá de estas declaraciones que le cité, que han sido públicas, ¿cómo le fue en los encuentros que mantuvo hasta ahora? ¿Se percibe ese clima negativo y crítico respecto de Argentina tras la decisión de recuperar YPF?

–No... para nada (responde de manera enfática). Hubo muchas expresiones de solidaridad de países de la región. Los dichos de Zoellick, el FMI, la OCDE son expresiones de cúpula de organismos a los que no les incumbe opinar sobre una decisión de soberanía nacional en relación con una empresa argentina, como YPF. Pero no reflejan para nada el clima que se vive en esta cumbre. Hoy hay más preocupación entre los países participantes por ver cómo se resuelve la crisis europea. Los países emergentes somos los únicos que traemos buenas noticias.

Raúl Dellatorre

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