domingo, mayo 05, 2013

#Historia Nac&Pop: Gerónimo Costa (los malditos excluídos de la Historia Oficial) - Nac&Pop Histoire: Gerónimo Costa (exclus the damned Histoire Officielle)


( 1809 – 1856 )

Nace en Buenos Aires, en 1809 y desde muy joven abraza la carrera de las armas. Interviene en la Guerra contra el Brasil, participando en el triunfo de Ituzaingó, el 20 de febrero de 1827, bajo la dirección del General Alvear.
Ante el levantamiento de Lavalle, en 1828, contra el gobernador Dorrego, Costa se separa del jefe unitario y pasa a revistar con las fuerzas de Juan Manuel de Rosas. Luego acompaña a Rosas, en su campaña al desierto.
Ya teniente coronel, es designado, por Rosas, comandante de la isla de Martín García. En ese destino debe enfrentar a fuerzas riveristas y francesas, que han pactado con los emigrados unitarios de Montevideo, las cuales invaden la isla, el 11 de octubre de 1838. La diferencia en número de hombres es muy apreciable y no da posibilidad alguna al jefe federal en su intento de defender la soberanía. El jefe francés, Hipólito Daguenet, a cargo de la escuadra, le intima rendición. Pero Costa responde: “Sólo tengo que decirle que estoy dispuesto a sostener, según mi deber, el honor de la Nación a que pertenezco”. 
Se produce el enfrentamiento y las fuerzas criollas, después de batirse heroicamente, son dominadas por el invasor. Tan arrojada ha sido la resistencia de Costa, que Daguenet, después de rendirlo, le devuelve la espada e inclusive le envía un comunicado a Rosas exaltando “los talentos militares del bravo coronel Costa y su animosa lealtad hacia el país”.
Poco después, Rosas lo asciende a teniente coronel. Fiel a la política rosista, Costa se bate en diversas oportunidades contra los ejércitos de Lavalle, Paz y Rivera. Al producirse la derrota de Don Juan Manuel, en Caseros, lo acompaña en su viaje al exilio. Cuando regresa, entiende que la causa federal la expresa ahora Urquiza, convirtiéndose en uno de sus principales jefes. El Jefe de la Confederación lo promueve al grado de coronel mayor y luego, le da destino en Rosario, desde donde Costa organiza una invasión para recuperar la segregada Buenos Aires, que Mitre pretende erigir en estado independiente. 
A fines de 1855, lleva a cabo el intento de someter Buenos Aires, para reintegrarla a la Confederación y después de algunos triunfos parciales, llega con su gente hasta Villamayor, en el partido de La Matanza. Allí es derrotado por el coronel Esteban –“el Gato”- García que dirige las fuerzas mitristas de la provincia.
Julio Victorica, en su libro “Urquiza y Mitre” otorga el triunfo a fuerzas mitristas, pero estima que sus jefes son Conessa y Mitre y sostiene que Costa contaba con una fuerza reducida, que apenas alcanzaba a 140 hombres. Agrega Victorica que con la firma de Pastor Obligado, en su calidad de gobernador, como asimismo de Valentín Alsina, Bartolomé Mitre y Norberto de la Riestra, se dictó una resolución por la cual “serán pasados por las armas… los individuos titulados jefes que hagan parte de los grupos anarquistas capitaneados por el cabecilla Costa y que el resto de la tropa será detenido, salvo circunstancias agravantes que llevarán a aplicarles la misma sanción que a los jefes”.
Esta última parte de la resolución facilita la matanza: los jefes mitristas deciden el fusilamiento de 115 hombres. “De los ciento cuarenta hombres que invadieron –señala Victorica- sólo quince quedaron con vida…”
Junto a sus compañeros, es fusilado el 3 de febrero de 1856.
El diario porteño “La Tribuna” afirma: “… El verdadero triunfo de la causa del pueblo no ha sido Caseros, sino Laguna de Cardoso, en donde fue destruido José María Flores y Villamayor, en donde sucumbieron ayer Costa y Bustos. Se obsequió con un álbum a Mitre, como héroe de la jornada… Pastor Obligado dijo a los manifestantes: “Dense vivas al coronel Mitre, a quien se le deben estos sucesos, que tanto ha trabajado y tanto ha sufrido preparándolos”. 



Desde “El Nacional”, Sarmiento escribe: “Han muerto o han sido fusilados, en el acto de ser aprehendidos, Bustos, Costa, Olmos (si no lo está lo estará, voto al chápiro)”. Y agrega Sarmiento, en una de esas mentiras que como el mismo decía “eran cometidas a designio”: “Trofeos: la espada de Costa, ruin y mohosa”. No bastaba el fusilamiento, sino que era necesaria una calumnia infame a quien fuera el “héroe de Martín García”. 
Y a quien ya nadie recordará en los colegios, ni en los suplementos culturales, ni en las academias.

N. GALASSO – LOS MALDITOS – Vol. II – Pág. 179 – Ed. Madres Plaza de Mayo 

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