La Revolución de 1943 fue recibida por F.O.R.J.A. como una esperanza para sus anhelos de independencia y autarquía.
Según el historiador Fermín Chávez, el entonces Coronel Perón recibía asiduamente los boletines y las publicaciones editadas por F.O.R.J.A., las que llegaban hasta él por medio del mayor Fernando Estrada, fundador de la agrupación y activo forjista hasta la escisión de 1940, en la que se retiró junto a Dellepiane y Del Mazo (1).
De manera que el ex forjista Estrada, establece el contacto y arregla una entrevista entre Jauretche, Homero Manzi (destacado miembro de la agrupación) y el coronel Perón para una mañana a las 8, entre fines de julio y principios de agosto de 1943.
Relata Jauretche el histórico encuentro: ''...nos fuimos al ministerio de guerra y allí lo conocimos a Perón, con quien tuvimos una larga conversación. De allí salimos a conversar con Homero y analizar a estos dos hombres, que nos parecieron más capaces que había en el movimiento revolucionario, y llegamos a la conclusión de que Perón, por su orientación, por sus ideas y por su aptitud de captación de ambiente, era el hombre indicado para darle un contenido parecido al nuestro pensamiento deseaba a la revolución" (12).
Las conversaciones diarias entre Perón y Jauretche se mantuvieron esencialmente en el plano político, y el desarrollo de esta relación se puede percibir como se articula el universo simbólico de F.O.R.J.A. Con el discurso de Perón. Como señala Javier Slodky ''la oportunidad es propicia para una disección similar a la realizada en el bando opositor, de las corrientes ideológicas que convergen en esta fase augural del Peronismo'', distinguiendo las cuatros corrientes fundamentales que lo van configurando: ''el sindicalismo; el nacionalismo popular,..., cuyos aportes intelectuales más sólidos y elaborados provienen de F.O.R.J.A. ; el nacionalismo católico...; y el discurso, propiamente de Perón''(3).
Como asegura Slodky ''la gran cantera intelectual de este intento de formular el entronque conceptual del movimiento con las grandes corrientes de la historia argentina, estuvo a cargo de F.O.R.J.A. Que, desde 1935, había venido denunciando el vaciamiento del radicalismo de su espíritu popular por la conducción partidaria, y levantaba las tres banderas que el peronismo asumiría como sus propios objetivos históricos: la soberanía política, la independencia económica y la justicia social'' (4).
Está claro que infinitos fueron los aportes de F.O.R.J.A. para la construcción del imaginario colectivo acerca de lo que tenía que ser y debía representar el peronismo. Pero la tarea militante de los hombres de la agrupación también tuvo resultados en lo que refiere a realizaciones políticas concretas.
Una de ellas fue la influencia que tuvieron en la sanción del estatuto del peón y la otra fue la participación efectiva que tuvieron en la organización de la huelga del 18 de octubre, que desencadenaría el famoso 17.
Con relación a la sanción del estatuto del peón, fue la idea del caudillo como protector social del paisanaje lo que permitió a Jauretche forjar una de sus expresivas definiciones, refiriéndose en adelante a la montonera como ''sindicato del gaucho''.
También hablo del asunto con Perón y le sugirió la convivencia de un acto de gobierno que legalizara con un instrumento formal de protección del peonaje. ''Perón comprendió el alcance de la idea y tal fue el origen del estatuto del peón'' (5), asegura Miguel A. Escena, tal vez con exageración, pero señalando indudablemente a través de la anécdota, la influencia de F.O.R.J.A. Y la íntima relación de los hombres de la agrupación (en especial Jauretche) con el entonces coronel a cargo de la Secretaria de Trabajo y Previsión, con cada vez más poder sobre el destino político, construyendo este poder sobre la base de este tipo de medida.
El 17 de Octubre a partir de Forja
Con relación al 17 de octubre, los hechos demuestran a la acción de F.O.R.J.A. En su verdadera dimensión; es decir con escasa participación numérica, pero con decisiva influencia. Fue Libertario Ferrari, quien era delegado por su gremio -empleados del estado- el encargado de representar las ideas forjistas en la reunión de la CGT el 16 de octubre.
Donde se discutía la realización de una huelga general para el 18. Ferrari había recibido como mandato de su gremio oponerse a toda medida de fuerza. Veinticuatro horas antes de la reunión, Ferrari entrevisto a Jauretche en compañía de un camarada de la delegación. El consejo de Jauretche fue terminante guardarse el mandato y votar por la huelga.
De acuerdo con Alberto Belloni, el debate de la CGT duró diez horas. Al cabo, por el mínimo margen, se decidió la huelga general revolucionaria en todo el país, a partir del 18 de octubre. De acuerdo a Belloni ''el alma del debate que decidiría la resolución final fue el representante de la Asociación Trabajadores del Estado, Libertario Ferrari, que implacable y tenaz se mantuvo defendiendo la huelga general, dividiendo a su propia delegación que traía instrucciones en contra'' (6)
Aprobada la declaración, los fatigados delegados levantaron la sesión para descansar unas horas y preparar el movimiento del 18. Era la una de la mañana del 17 de octubre de 1945 y el mundo de los sumergidos ya había decidido y se había sublevado por su cuenta. Miles de personas convergían hacia la plaza de Mayo para cambiar definitivamente la historia Argentina y concretar la revolución que los hombres de F.O.R.J.A. Habían soñado.
Testimonio de su apoyo y de lo maravillado del movimiento que le tocaba presenciar son las poéticas palabras de uno de los hombres de F.O.R.J.A., Raúl Scalabrini Ortiz, que bien vale la pena citar porque tanto desde lo literario como desde lo simbólico ilustran la terrible impresión que causaba esa marea humana sobre los militantes forjistas. "El sol caía a plomo sobre la plaza de Mayo, cuando inesperadamente enormes columnas de obreros comenzaron a llegar... llegaban cantando y vociferando unidos en una sola fe... Era el subsuelo de la patria sublevada. Era el cimiento básico de la nación que asomaba...
Presentía que la historia estaba pasando junto a nosotros... Lo que habíamos soñado durante muchos años estuvo allí presente, corpóreo, tenso, multifacetado, pero único en el espíritu conjunto".
F.O.R.J.A. no solo vivió intensamente el 17 de octubre sino que fue la primera agrupación política en saludar la jornada y tomar pública posición frente a ella.
Empero el triunfo popular del 17 de octubre habría de significar, también el fin de F.O.R.J.A.
Los dos largos años transcurridos entre la revolución de junio y el vuelco a favor de Perón significaron para el forjismo un período de permanentes tensiones internas, de dudas y disidencias, ante los vertiginosos reformulamientos de hegemonías y de significaciones por las que era atravesado el conjunto social.
Al fin, el 15 de noviembre de 1945 tuvo lugar la asamblea que decidiría definitivamente la suerte del F.O.R.J.A. Por mayoría los afiliados presentes resolvieron que la agrupación debía disolverse por haber cumplido con su misión. En un breve documento quedó consignada la resolución y los motivos de esta:
"La asamblea general de F.O.R.J.A.:
considerando:
1º La resolución de la misma, de fecha 17 de octubre de 1945, en solidaridad con el movimiento popular de esa jornada y las siguientes.
2º La identidad de la gran mayoría de sus miembros con el pensamiento y la acción popular en marcha y su incorporación al mismo.
Declara:
1º Que el pensamiento y las finalidades perseguidas al crearse F.O.R.J.A. están cumplidas al definirse un movimiento popular en condiciones políticas y sociales que son la expresión colectiva de una voluntad nacional de realización cuya carencia de sostén político motivo la formación de FORJA ante su abandono por el radicalismo.
Y resuelve:
La disolución de FORJA dejando en libertad de acción a sus afiliados.
Arturo Jauretche. Presidente de la Asamblea"(7)
Arturo Jauretche sostiene que lo que hicieron los forjistas tras la disolución de las agrupaciones cosa de ellos y no de esta, pero conviene apuntar, a título aclaratorio, que fue de ellos en el proceso posterior.
Como movimiento premonitorio del peronismo, al que sedimento con su red de significaciones; el forjismo -a través de los que fueran sus afiliados- colaboró e influyó sensiblemente en el primer gobierno de Perón.
Félix Luna ha bosquejado un cuadro de la actuación de los ex forjistas a partir de 1946: "Dos fueron gobernadores de provincia: Héctor Maya en Entre Ríos y Juan Alvarado en San Juan. Otros dos diputados nacionales: Cornejo Linares y José Cané... Llegaron al gabinete nacional: Hipólito Paz, que ocupó la cartera de Relaciones Exteriores, y Adolfo Savino, Subsecretario de Industria y Comercio. Carlos Maya fue Director del Banco Central de la República Argentina, mientras Oscar Meana era nombrado Presidente del Instituto Nacional de Previsión Social..."
La lista sigue enumerando embajadores forjistas, pero donde se concreto la acción de los ex fue en gobierno de la Provincia de Buenos Aires. Durante la gestión del Coronel Mercante, Julio Avanza fue Ministro de Educación, Miguel López Frances de Hacienda y Economía, Francisco Capelli Subsecretario de Previsión y otros en distintos cargos de diferente rango. Arturo Jauretche ocupó la Presidencia del Banco de la Provincia de Buenos Aires, en cuyo directorio figuraron también Darío Allesandro y Luis Peralta Ramos, ambos conspicuos forjistas.
Empero, la acción de los viejos forjistas en el peronismo no se extendió más allá del primer gobierno de Perón. Paulatinamente fueron desplazados y entraron a ralear de las primeras filas hasta prácticamente desaparecer de todo cargo expectable y decisorio.
Miguel Ángel Scanna explica esto porque "primaron las motivaciones internas del partido en el poder. Muchos sectores peronistas contemplaban con total desconfianza a los ex forjistas. Los consideraban una especie de logia, una suerte de sociedad secreta, que mantenía una vinculación real más allá de su disolución formal"(8)
Lo cierto que el abandono de la línea económica de Miguel Miranda por parte de Perón fue interpretado por Jauretche como una desviación del plan original y provocó su alejamiento de la función pública.
A partir de allí los forjistas se mantuvieron retraídos, evitando criticar al gobierno, suponiendo que cualquier crítica sería capitalizada por grupos que consideraban contrarios a su universo simbólico.
Recién en 1955 tras la caída de Perón, Arturo Jauretche rompió cinco años de silencio para convocar al pueblo en la defensa de sus ideales, pero no fue escuchado en el momento siendo sus palabras, utopías, mitos y significaciones semillas y sedimentos de futuras redes que pondrían en escena el peronismo desde la resistencia.