sábado, mayo 04, 2013

Imperialismo: recordando la invasión de Playa Girón


En marzo de 1961, a medida que se acercaba el momento de la agresión, la CIA incrementaba el envío de sus Grupos de Misiones Especiales hacia Cuba para infiltrarlos y ampliar el entrenamiento de redes internas para ejecutar actos de terrorismo, dirigidos a preparar las condiciones para la llegada de la fuerza invasora.

El registro histórico de estas infiltraciones muestra que la Agencia estudió parte del territorio nacional para realizar sus operaciones. Los emigrados cubanos que llegaban a territorio norteamericano por distintas vías eran entrevistados por sus oficiales para obtener datos frescos sobre las características de las costas, la protección de las mismas y obtener posibles colaboradores, a los cuales se les denominaba guías de costas, que formaban parte de los llamados “comités de recepción” encargados de viabilizar la llegada de los mercenarios e introducirlos de forma expedita en el país. Otra modalidad era la llamada infiltración “a ciegas”, cuando se realizaba sin apoyo interno, era utilizada cuando la operación era muy sensible y no convenía la existencia de testigos.

Llegaron a generalizar cuatro puntos en la geografía cubana, que calificaron de seguros para sus propósitos subversivos. Estaba el llamado “Punto Libertad”, así era mencionado en las comunicaciones entre las bases en Miami y sus agentes en Cuba y se ubicaba en el estero Carraguao a tres kilómetros de la playa Dayaniguas, en la costa sur de la provincia de Pinar del Río.

Otro fue el “Punto Roca”, ubicado al oeste de Santa Cruz del Norte, en La Habana; el muy utilizado “Punto Fundora”, sito en Palmarejo, en la costa norte entre La Habana y Matanzas y el “Punto Mimi” en Boca Dos Ríos, barrio aserradero, término de El Cobre, en la costa sur de Oriente. Con estos cuatro lugares de desembarco y otros que también eran utilizados, la CIA creó las condiciones para colocar decenas de agentes entrenados en diversas técnicas de sabotaje, así como introdujo toneladas de armas, explosivos y otros medios para sus actos de terrorismo.

Diversas fuentes coinciden en que más de 35 mercenarios se infiltraron en las semanas previas a la invasión de Playa Girón, la mayoría fueron detectados y detenidos. Estas infiltraciones estaban en consonancia con la decisión del Presidente John F. Kennedy, tomada el 16 de marzo para crear un Grupo de Trabajo, llevar adelante el concepto de un desembarco anfibio, proyecto que ya se le había presentado. Si ahora se estudiaba un plan con esa modalidad, era necesario preparar el terreno dentro de Cuba y para ello los Grupos de Misiones Especiales, se habían entrenado en diversas bases en Estados Unidos y Panamá.

El 21 de marzo queda constituido el llamado Consejo Revolucionario Cubano, integrado por el Frente Revolucionario Democrático (FRD) y el Movimiento Revolucionario del Pueblo. Al FRD se le había sumado por orientación de la CIA el Movimiento de Recuperación Revolucionaria (MRR), todo esto era una pantalla para aparentar que existía un proyecto político de los emigrados cubanos y una vez eliminada la Revolución, asumiría el poder con el apoyo norteamericano y de otros países de América Latina, cuyos gobiernos dóciles a Estados Unidos se sumarían a la componenda intervencionista.

Así el 23 de marzo de 1961, se infiltran por “Punto Fundora” los mercenarios Braulio Contreras Masó, Ángel Posada Gutiérrez, Benigno Pérez Vivanco, Rafael Ernesto García-Rubio Rodríguez y otros, con la misión de liberar al traidor Humberto Sorí Marín, infiltrado y capturado con anterioridad.

Este grupo era el denominado por la CIA como “Inca” y se había formado después de una intensa preparación que había comenzado en noviembre de 1960, cuando unos 80 hombres divididos en 4 grupos fueron sacados de los campamentos en Guatemala y llevados a bases militares en Panamá. Otro grupo era el denominado “Delta”.

El formato original del grupo “Inca” lo integraron los mercenarios 2537, Miguel Ángel Orozco Crespo y el 2547, Conrado Caballero Acosta, emplearon para sus infiltraciones al buque madre “Santa Bárbara”, surto en las afueras de Cayo Hueso. Cuando no era posible establecer un contacto seguro en Cuba para desembarcar, los barcos de la CIA se dirigían a la isla puertorriqueña de Vieques, donde también se preparaban mercenarios con destino a la invasión.

Este grupo capturado el 23 de marzo, salió junto a otros de Vieques el 10 de marzo para la misma operación frustrada en el primer intento, no lo lograron el 13 del propio mes. El grupo integrado por el mercenario 2503, Vicente José Blanco Capote, logró contacto e intentar infiltrarse el día 14, pero rechazaron el barco pesquero que los llevaría a las costas cubanas y regresaron a Cayo Hueso.

Todos los grupos de estos intentos fallidos fueron reubicados en bases en New Orleáns en espera de nuevos intentos. Días después fueron llevados nuevamente a Cayo Hueso y embarcados con destino a Cuba. Salieron finalmente el 23 de marzo. 
El grupo estaba compuesto, en esta ocasión, por el mercenario 2542, Rafael García Rubio como jefe, Pedro Sergio Cuéllar Alonso como operador de radio y Benigno Pérez Vivanco como especialista en acción y sabotaje, para entrenar a los grupos en Cuba.

Esta no era una operación simple, introdujeron en el país 14 toneladas de armas, que debían ser entregadas al terrorista Marcial Arufe, miembro de la organización Unidad, que operaba en los preparativos terroristas de la invasión. Los infiltrados hicieron contacto con Arufe y durante cerca de un mes realizaron actividades dentro del país hasta su detención en distintos momentos previos a la invasión. Unidad era dirigida en Miami por el traidor Aldo Vera Serafín.

Estos grupos continuaron sus intentos de sembrar el terror entre la población, suministraron los explosivos para sus diversos actos, pero no pudieron impedir que el pueblo organizado los venciera. 
La lucha continuaría más allá de la derrota en Playa Girón hace más de 50 años.

Por José Luis Méndez Méndez y Pedro Etcheverry Vázquez.

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