Nota publicada en el diario español de derecha El País, el 28 de
diciembre del 2008. Mantiene plena vigencia:
Ni intolerante ni peligrosa, la
musulmana es una religión que hay que conocer y con la que se debe dialogar
Juan José Tamayo, teólogo
y escritor, propone en 'Islam. Cultura, religión y política' una revisión de
los prejuicios occidentales.
En el imaginario social y religioso de Occidente ha calado la
idea de Samuel Huntington de que el islam es "la civilización menos
tolerante de las religiones monoteístas". Estamos ante un estereotipo que
constituye uno de los obstáculos más serios para el diálogo interreligioso,
junto con el desconocimiento que unas religiones tienen de las otras, incluso
entre sectores cultos. Las descalificaciones son tanto más gruesas y viscerales
cuanto mayor es el desconocimiento mutuo. Los prejuicios sustituyen a las descripciones
objetivas. Las opiniones, muchas veces infundadas, se elevan a la categoría de
axiomas. Las certezas se refuerzan cuanto más crasa es la ignorancia.
A la hora de juzgar y valorar a las otras religiones no se suele
partir de análisis y estudios rigorosos, sino de estereotipos o versiones
interesadas que terminan por deformar el sentido profundo de la religión o por
ofrecer una caricatura de la misma. Vamos a ver algunos de esos estereotipos en
relación con el islam, que dificultan un acceso sereno al mismo e impiden una
relación desprejuiciada con los creyentes de esa religión.
1. ¿Religión fundamentalista?
Se acusa al islam de ser una religión en su conjunto
fundamentalista e integrista, cuando el fundamentalismo es una desviación o,
peor todavía, una perversión, y no pertenece a su esencia, aun cuando contenga
algunos rasgos fundamentalistas como sucede en la mayoría de las religiones. Se
acusa al Profeta de mujeriego, obseso sexual, iluminado, violento, despiadado,
guerrillero, e incluso terrorista y de otros vicios incalificables. Es el caso
de las caricaturas, de muy mal gusto y peor calidad, publicadas por el diario
danés Jyllands-Postern, en septiembre de 2005, y reproducidas, con ánimo de
atizar la polémica, por la revista cristiana noruega Magazinet y por varios
medios de comunicación europeos unos meses después, que vienen a confirmar los
estereotipos peyorativos de Occidente sobre el islam y que constituyen, en mi
opinión, un uso irresponsable de la libertad de expresión, al tiempo que una
provocación para el mundo islámico. Provocación que puede hacer descarrilar las
iniciativas políticas de paz llevadas a cabo por algunos organismos
internacionales y por gobiernos democráticos de Occidente y del mundo musulmán,
como España y Turquía, que han copatrocinado la Alianza de Civilizaciones, y
cuyos presidentes de Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero y Tayyip Erdogan
respectivamente, hicieron llamadas a "oír la voz de la razón", al
respeto y a la calma. El problema no es la legalidad o no de la publicación de
las caricaturas, sino su moralidad. Coincido con los dos dirigentes políticos
citados en que la publicación "puede ser perfectamente legal, pero puede
ser rechazada desde el punto de vista de la moral y de la política",
porque "no hay derecho sin responsabilidad y sin respeto a las diferentes
sensibilidades". Se trata, además, de una irresponsabilidad que pudiera
haber arruinado los buenos resultados que hasta entonces estaban dando las múltiples
plataformas de diálogo interreligioso e intercultural. Amparándose en la
libertad de expresión, que es un derecho irrenunciable, se ha demonizado al
fundador del islam, una religión con más de 1.200 millones de seguidores y
seguidoras. Demonización que refuerza la creciente islamofobia instalada en la
población occidental.(...)
2. ¿El yihad, sexto pilar del islam?
Se presenta el yihad como guerra santa contra los infieles,
cuando esa concepción responde sólo a posiciones integristas radicales y cuando
el verdadero significado de yihad es esfuerzo por la propia perfección en el
camino hacia Dios y lucha contra el egoísmo. Se presenta la guerra santa como
uno de los pilares del islam junto con la unicidad de Dios, la oración, la
limosna, el ayuno y la peregrinación a Meca, cuando, en realidad, la idea de
guerra santa surge en el cristianismo durante la Edad Media con las cruzadas
contra islam. La única forma de guerra que justifica el Corán es la defensiva.
Se habla con ligereza y sin matices de terrorismo islámico, vinculando, unas
veces inconscientemente y otras a conciencia, terrorismo con islam, cuando es
terrorismo de Al Qaeda y de otros grupos extremistas. El terrorismo de estas
organizaciones no puede ser identificado con el islam, aun cuando apele a Dios
para su justificación, como tampoco se identifica el terrorismo de Estado de
Bush con el cristianismo, aun cuando él se declare cristiano y diga que actúa
en nombre de Dios.
La Junta Islámica de España emitió en marzo de 2005 una fatwa
contra Osama Bin Laden, Al Qaeda y cuantos pretenden fundamentar el terrorismo
en el Corán o la Sunna. Según la fatwa, el islam rechaza el terrorismo en todas
sus manifestaciones, sea que cause la muerte sea que atente contra personas
inocentes o sus propiedades. Los atentados terroristas reivindicados por
autodenominados "musulmanes", sigue diciendo la Junta Islámica de
España, perjudican gravemente al islam, a quien miméticamente se asocia con la
violencia. Asimismo, generan en la ciudadanía una imparable espiral de islamofobia.
Quienes cometen dichos actos violentos están transgrediendo las enseñanzas del
Corán y se tornan apóstatas de su religión. Es el caso de Bin Laden y su
organización Al Qaeda, responsables de los atentados terroristas del 11 de
septiembre de 2001 en Estados Unidos y del 11 de marzo de 2004 en Madrid. La
fatwa considera deber de todo musulmán luchar activamente contra el terrorismo.
Pide al Gobierno español y a los medios de comunicación que no utilicen la
palabra islam o islamista cuando se refieran a los malhechores responsables de
los atentados terroristas, ya que no es conforme a derecho.
3. ¿Religión patriarcal?
Se considera el islam una religión machista, patriarcal, que
discrimina, reprime y margina a la mujer. Es verdad que la mujer vive una
situación estructural de marginación en no pocos países islámicos, pero esa
situación no responde a los orígenes del islam ni a la praxis y al mensaje
originario del Profeta, que reconoce personalidad jurídica a las mujeres y
reclama respeto a su dignidad, en una sociedad y una cultura donde eran
tratadas como esclavas. Es verdad, igualmente, que la estructura organizativa
del islam es generalmente patriarcal y que las mujeres no suelen asumir
responsabilidades en la esfera pública o en el ámbito de lo sagrado. Eso sucede
en la mayoría de las religiones, especialmente las monoteístas.
Pero cabe constatar, igualmente, que en el islam existen, como
en el cristianismo y el judaísmo, movimientos feministas cada vez más pujantes
que luchan por la emancipación de las mujeres en la sociedad y en la propia
religión, leen los textos sagrados desde la perspectiva de género con sentido
inclusivo y quieren recuperar la praxis igualitaria de los orígenes. (...) El
patriarcalismo, la misoginia y el androcentrismo de las religiones en general y
de las monoteístas en particular requieren una revisión profunda que desemboque
en una transformación estructural e ideológica
En los últimos años se han desarrollado campañas terribles
acusando indiscriminadamente al islam de machista. Un ejemplo es la película
Sumisión, del director de cine holandés Theo van Ghog, asesinado el 2 de mayo
de 2002. Otro es la política somalí Ayaan Iris Ali, residente en Holanda y
miembro del Parlamento de ese país, quien considera la misoginia inherente al islam,
relaciona directamente el maltrato a las mujeres con el Corán y, en una
ocasión, llegó a proponer que se sondeara la ideología de los musulmanes cuando
fueran a solicitar un empleo.
Se tiende a presentar la ablación del clítoris y la lapidación
como prácticas que degradan la dignidad y la integridad de las mujeres.
Degradantes, condenables y punibles, ciertamente son, pero ni responden a
prescripción coránica alguna ni tienen que ver con el islam. No son prácticas
musulmanas. Nadie puede apelar al Profeta para justificar la lapidación por
adulterio a las mujeres. El Corán manda "flagelar a la fornicadora y al
fornicador con cien azotes cada uno" (24,3) -lo cual resulta hoy inadmisible-,
pero nunca lapidar a ninguno de los dos. Y, sin embargo, son varios los países
musulmanes que aplican sistemáticamente la pena de muerte en cumplimiento de
una ley islámica que no se basa en el Corán.
Se calcula que alrededor de 200 millones de mujeres han sido
sometidas a la ablación del clítoris, que dos millones la sufren al año y que
6.000 la padecen diariamente. Esta práctica se aplica hoy en más de cuarenta
países de diferentes tradiciones culturales y religiosas: africanas,
amerindias, asiáticas. Se realiza en países musulmanes no árabes como Pakistán,
Indonesia, Malaisia, Nigeria y Senegal, en algunos países afroárabes como
Egipto, Sudán y Yibuti, pero también entre animistas, judíos, y cristianos en
varios países de África como Etiopía, de mayoría cristiana. Es una práctica que
forma parte de tradiciones heredadas cuyo objetivo es controlar la sexualidad
femenina, si bien, para su justificación, se apela a motivos higiénicos, de
madurez, e incluso estéticos. En la mayoría de las comunidades musulmanas no se
aplica la ablación del clítoris. Y, sin embargo, en el imaginario social y
religioso se la asocia derechamente con el islam.
4. ¿Ilustración o retraso cultural?
Se dice que el islam vive anclado en la Edad Media y que no ha
progresado, que necesita pasar por la Ilustración y por la modernidad para
salir de su retraso cultural y religioso. Es una idea muy extendida entre los
intelectuales occidentales y entre los eclesiásticos del catolicismo. El
cardenal belga Godfried Danneels ha osado afirmar que el islam debe
experimentar en su seno una Revolución Francesa como, en su opinión, ha
experimentado ya la Iglesia católica. Este juicio me parece poco afortunado
porque no responde a la historia. Desde finales del siglo XVIII, cuando tuvo
lugar la Revolución Francesa, durante todo el siglo XIX y buena parte del siglo
XX, los papas y la mayoría de los movimientos políticos y sociales cristianos
se opusieron radicalmente al lema de "libertad, igualdad,
fraternidad", consideraron la Revolución Francesa como el Anticristo,
calificaron los derechos humanos contrarios a la ley de Dios, a la ley natural
y lesivos de los derechos -que, en realidad, eran privilegios- de la Iglesia, y
definieron las libertades modernas como "libertades de perdición". Pío
IX llegó a decir que la Iglesia católica no podía reconciliarse con el
progreso. Los papas se parapetaron en la defensa del antiguo régimen y de sus
privilegios multiseculares, se declararon contrarios a la separación entre la
Iglesia y el Estado y se mostraron partidarios de reeditar la alianza entre
trono y altar, que tan buenos réditos les había dado en los siglos
precedentes.(...)
No seré yo quien niegue la necesidad de que el islam se adapte a
los tiempos. Lo considero obligado. En esa dirección va la revisión ya citada
de los hadices llevada a cabo en Turquía por parte de cien expertos. Lo que no
tengo tan claro es que la adaptación tenga que llevarse a cabo miméticamente
conforme a los parámetros de la modernidad europea. (...)
El problema de las tendencias integristas dentro del islam hoy,
como el wahabismo, practicado en Arabia Saudí y exportado a otros países, y el
salafismo, es, en mi opinión, que se han olvidado de la Edad Media, donde tuvo
lugar la verdadera edad de oro del islam, el momento cumbre del diálogo entre
fe y razón, de la espiritualidad sufí, de la filosofía de la religión,
etcétera. Es precisamente el olvido del islam de la Edad Media el que ha
llevado al desarrollo del fundamentalismo islámico.
5. ¿Amenaza contra la democracia?
Se tiende a pensar que el mundo musulmán constituye una amenaza
múltiple contra Occidente: a) amenaza demográfica, dado su crecimiento
incontrolado, frente al decrecimiento de la población occidental; b) amenaza
para la democracia, con la que se dice es incompatible, cuando lo que rechaza
no es la democracia, como prueba la existencia del modelo democrático en varios
países de mayoría islámica, sino la actitud colonial de la Europa
"democrática" durante siglos, la injerencia de la política occidental
en su política y, en definitiva, el modelo político democrático-liberal y el
modelo económico neoliberal occidentales, que se quieren imponer, incluso por
las armas, a los países musulmanes haciendo tabla rasa de su identidad
religiosa y cultural.
La participación de organizaciones islamistas en las elecciones
democráticas se presenta como una amenaza para algunos Gobiernos de países
occidentales y de países musulmanes, al tiempo que dichas organizaciones son
acusadas de secuestrar la democracia. Sin embargo, en varios países musulmanes
han sido los partidos políticos de corte occidental quienes, con el apoyo de
los militares, han anulado los resultados electorales que daban la victoria a
partidos políticos islamistas, como sucedió en Argelia en 1992. Otras veces ha
sido Occidente quien ha dificultado o ha hecho fracasar la acción de Gobierno
de partidos islamistas elegidos democráticamente, como el caso de Hamás en
Palestina. (...)
Un ejemplo de evolución democrática de un dirigente musulmán es
el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan. Siendo alcalde de Estambul fue
encausado por apología del integrismo, inhabilitado de por vida para la
política y encarcelado por haber leído en público un antiguo poema otomano que
dice así: "Las mezquitas son nuestros cuarteles, los alminares nuestras
bayonetas, las cúpulas nuestros cascos y los creyentes nuestros soldados".
Hoy es un político demócrata, dirigente del partido islamista moderado Justicia
y el Desarrollo, y primer ministro de Turquía, empeñado en el ingreso de su
país en la Unión Europea.
6. ¿Una religión uniforme?
La imagen que se tiene en Occidente del islam es la de una
religión uniforme. Imagen que no se corresponde con la realidad. El islam se
caracteriza por la unidad religiosa, el pluralismo ideológico y la diversidad
cultural. La unidad religiosa se manifiesta en la fe común en el mismo Dios
Único, Trascendente, Omnipotente, Compasivo, Clemente, Compasivo, en la misión
profética del Muhammad como mensajero definitivo de Dios y en las prácticas
religiosas fundamentales. La diversidad se manifiesta en la plural
interpretación de la historia del islam, por ejemplo, entre sunnitas y chiitas,
en la diferente aplicación de la ley islámica, atendiendo a los distintos
contextos culturales en los que el islam ha arraigado. Creo que puede hablarse
de un doble movimiento o de una influencia bidireccional: la islamización, que
consiste en la influencia del islam en la cultura de los países donde está
implantado, y la indigenización, que consiste en la influencia de la cultura en
el islam. De ahí las diferencias tan grandes, por ejemplo, entre el islam de
Indonesia y el islam del Norte de África. (...)
7. Guerra y paz
Suele ponerse el acento en el carácter belicista del islam
apelando a algunos textos del Corán. No podemos cerrar los ojos a ese tipo de
textos, que se dan en todas las religiones. Veamos algunos ejemplos. La
Bhagavad Gita parte de una situación bélica de extrema violencia. La pregunta a
la que Dios tiene que responder es, en palabras de Ana Agud, la siguiente: "¿Por
qué es lo correcto hacer la guerra para conquistar territorios y matar en ella
a otros seres humanos?". Es Dios mismo quien legitima la violencia. El
hinduismo, empero, presenta la Bhagavad Gita como un libro pacifista. Para ello
tiene que desvincularla de su contexto, interpretar las frases referidas a la
guerra en otro contexto diferente y entender de manera simbólica sus llamadas a
matar. La Biblia hebrea es uno de los libros más llenos de sangre de la
literatura universal. En ella hay más de mil textos que relacionan a Dios
directamente con la violencia. Tampoco la Biblia cristiana está exenta de
violencia: el cristianismo surge de un acto de violencia: el asesinato de
Cristo, que recibe una interpretación sacrificialista. -
Islam. Cultura, religión y
política. Editorial Trotta. Precio: 22 euros. Publicación el 12 de enero de
2009.