Una mujer, harta de que su esposo se
pase el día en el sillón mirando televisión y tomando cerveza, decide compensar
la desatención de su cónyuge comprándose una mascota.
Va a la veterinaria de su
barrio y entre la habitual selección de cachorros, gatos siameses y aves canoras,
en una «T» de madera ve apoyado a un pájaro de grandes dimensiones, con alas
que parecen brazos, un pico poderoso y garras en lugar de patas.
Le pregunta al
veterinario de qué especie se trata.
El profesional responde:
-Es un pájaro guny; lo trajimos del
Ecuador y entiende todo lo que se le dice. Pero mire que es bravo, eh...
Y para demostrar de qué habla, el
dependiente grita:
-¡Pájaro guny: la mesa!
El ave se abalanza sobre la mesa y la
destroza con el pico y las garras.
Viendo que a la mujer le interesó la
demostración, el veterinario repite la orden:
-¡Pájaro guny, el estante!
De nuevo el alado espécimen se arroja
sobre el anaquel y lo hace trizas.
La mujer piensa que con este animal podrá
distraer a su esposo y sacarlo de su estupor televisivo. Llega con el pájaro a
su casa y le dice:
-¡Querido: mirá lo que compré! ¡Es un
animal increíble! ¡Obedece órdenes y entiende cuando le hablás! ¡Un pájaro
guny!
Y el marido, sin dejar su cerveza ni
sacar los ojos de la televisión, dice, despectivo:
-Pájaro guny las pelotas...