Más allá de
glamour, anteojos, anorexia y copa Davis,
lo que la prensa
latinoamericana cipaya (y goda diría Don José SM) calla:
LA MONARQUÍA CUESTA CARO
La sociedad española está de fiesta y sus políticos cortesanos
no caben de gozo. La corona, institución por antonomasia que ha prevalecido en
la historia de España, decide hacer públicas sus cuentas. Sin embargo, lo hace
diciendo verdades a medias que se transforman en mentiras completas.
Bajo presión, sin sentido ético ni estético y tras meditar las
consecuencias del caso Urdangarín, hoy definitivamente imputado, y para evitar
escándalos mayores, cuyo costo en el medio plazo sería impredecible, la familia
real se ve obligada a guardarse las espaldas y aparecer, ante la opinión
pública y la sociedad española e internacional, como una institución modélica.
No es por tanto un gesto que podríamos considerar propio de una
convicción democrática. Además, como veremos a continuación, los datos hechos
públicos sólo corresponden a trazos gruesos, es decir, se limitan a considerar
los gastos generales, aquello con un efecto mediático importante, pero, sin
duda superficial. Después de 30 años de estar solicitando las cuentas, hoy, a
regañadientes, nos dicen que la monarquía cuesta aproximadamente, según la web
oficial, unos 10 millones de euros.
¡Enhorabuena! Toda una ganga.
Juan Carlos I recibe 297 mil 752 euros al año, que dividido en
14 pagos mensuales le supone ingresar, cada 30 días, la suma de 21 mil 268
euros, cifra equivalente a 32 sueldos mínimos. En la cadena de gastos le sigue
la nómina del príncipe heredero, con un monto de 146 mil 376 euros, unos 12 mil
euros mensuales, y su esposa, doña Leticia, que recibe como consorte 89 mil
euros, los mismos que cobra por su jornada laboral la reina y las dos infantas.
En total las mujeres pertenecientes a la casa real amasan un total de 357 mil
euros brutos al año.
Pero las cuentas no cuadran, al menos en el caso de Felipe y
Letizia. La casa que se construyeron ha costado 12.5 millones de euros, y si la
pareja sólo vive de su sueldo, tardaría 135 años en pagarla.
Tampoco salen los cálculos en el caso del matrimonio real de
Cristina e Urdangarin. Antes de marcharse a Washington hicieron un desembolso
de 6.5 millones por la compra de un chalet en una de las zonas residenciales
más caras y exclusivas de Barcelona.
La prensa del reino, adicta a su majestad, prefiere
atrincherarse formando una cortina de humo y centrarse en la lógica comparada.
Es la manera de reafirmar el sentido monárquico de la sociedad española. La
mejor defensa, un ataque. Así, antes de comenzar a poner las cifras encima de
la mesa, el periódico monárquico ABC despliega el siguiente titular ¿Cuanto
hubiesen pagado los españoles por la actuación del rey el 23 de febrero de
1981, día del golpe militar de Tejero? Pueril y barriobajero es el enunciado.
Pero sigamos adelante, se busca señalar lo barato que sale tener
un rey en el siglo XXI en la España de las autonomías. Para darnos una idea de
lo que supone tener una corona a precio de saldo, se inicia la lista con el rey
Alberto II de Bélgica, quien se dice, cobra 1.8 millones de euros. A
continuación se pasa a Suecia, cuya casa real recibe 11 millones y su rey,
Carlos Gustavo XVI, casi otro millón y medio de euros. Pero la palma se la
lleva la reina Isabel II de Gran Bretaña y su familia, la cual recibe un total
de 49 millones de euros para cubrir gastos. Visto en perspectiva, la saga de
los Borbones es un chollo. Y para rematar el cuadro se establece la comparación
con el sistema republicano de gobierno, señalando que Juan Carlos I cobra menos
que Sarkozy, en Francia, 228 mil euros, o Barack Obama en Estados Unidos con
310 mil euros.
Sin embargo hay un hecho que se oculta, el conjunto de partidas
colaterales, las más importantes, no se suman al costo total de la corona. Por
ejemplo, el parque móvil de su majestad, coches, gasolina, choferes y
mantenimiento se factura al Ministerio de Hacienda; la Guardia Real la paga el
Ministerio de Defensa, y los más de 500 empleados entre costureras, cocineros,
jardineros, mucamas, lo asume como propio el Patrimonio Nacional, y qué decir
de los viajes, estos pasan directamente a engrosar los debe del Ministerio de
Asuntos Exteriores. Suma y sigue, tampoco se contabiliza el servicio de
seguridad, cuyos funcionarios reciben su sueldo directamente del Ministerio del
Interior con un plus por peligrosidad, ni las 500 comidas que dicen servir
diariamente a los empleados de la Zarzuela.
En esta lógica podemos constatar que los Borbones no son una
familia común, pero eso ya lo sabíamos. Ellos no deben retraer de su sueldo las
partidas destinadas a pagar la luz, el agua, el teléfono, la calefacción, el
transporte ni la hipoteca. Así es fácil vivir de la sopa boba. Ya les gustaría
o nos gustaría al conjunto de trabajadores que una vez cobrado nuestro sueldo
no tuviésemos que pagar nada en alimentación, hipoteca o simplemente las
facturas del agua, la luz y el móvil. Sin duda la vida nos sonreiría.
En conclusión, pongo en duda las cifras y, más aún, el sentido
ético y ejemplar de esta acción. Pero, aun así, otorgándole el beneficio de la
duda, la diferencia de la casa real borbónica y sus pares occidentales se
encuentra en que sus homólogas, a pesar de ser instituciones rancias y prescindibles,
al menos hacen público el origen de su fortuna y su patrimonio, cuestión que la
casa real de los Borbones ni por asomo está dispuesta a realizar. Razón
suficiente para rechazar las cuentas donde se sustrae al ciudadano una
información básica para saber dónde se asienta la riqueza de la corona.
No hay trasparencia en las cuentas y se pretende hacer pasar
gato por liebre.
Fuente:
http://www.jornada.unam.mx/2011/12/31/opinion/020a1mun