Honrando la memoria de
los Schindlers turcos de 1915
Artículo de Renata Vázquez, Reyhan, Licenciada en Historia, de
Madrid
No me gusta mezclar temas polémicos con este blog, pero sí me
gustan las historias humanas que nos invitan a la reflexión. He pensado mucho
antes de traducir y publicar en esta bitácora el presente artículo de Ziya Meral
que pide que nos acordemos de que a pesar de todos los horrores que se vivieron
en 1915 (la guerra en general, y la masacre/genocidio/llámalo-x armenio y otros
enfrentamientos étnico-religiosos en particular) siempre quedan todas las
historias medio olvidadas que nadie cuenta de la gente buena que tomó la
decisión personal de hacer lo que debía aunque las circunstancias no fueran
favorables.
El que comparta este artículo no significa que suscriba todo lo
dicho por su autor, pero creo que plantea una cuestión importante: el diálogo
directo entre los pueblos implicados partiendo de una postura moderada que
facilite el entendimiento, algo que considero fundamental y crucial no sólo en
este tema sino en muchos otros de índole histórica y conflicto no resuelto.
Como sé que este tema es potencialmente controvertido, recuerdo a
todos los lectores que la sección de comentarios está moderada y que si bien la
discusión es siempre bienvenida, no se permitirá ningún tipo de escrito racista
o insultante.
Honrando la memoria de los Schindlers Turcos, por Ziya Meral.
Artículo original publicado por el Huffington Post aquí.
En prácticamente cada monumento conmemorativo dedicado a las
víctimas del Holocausto uno se encuentra con secciones honrando la memoria de
los no judíos que salvaron a judíos del exterminio nazi. Se les hace referencia
como “Los justos de entre las naciones” o “gentiles justos”. La película La
lista de Schindler narra una de estas historias. Un nuevo libro, La sombra del
león, trata la historia de otro gentil justo, Abdol-Hossein Sardarí, un
diplomático musulmán iraní que salvó a miles de judíos de una muerte segura.
Honrando el heroísmo de los no-judíos universaliza la memoria del
Holocausto y asegura que no veamos los horribles sucesos de la IGM sólo como un
episodio de malvados alemanes matando judíos. Nos ayuda a ubicarlo dentro de su
contexto histórico y extraer una lección para el futuro; lecciones de cómo un
continente puede dejarse llevar y conducir a millones de personas a la muerte,
y cómo incluso en los escenarios más coercitivos, nosotros, los seres humanos,
podemos elevarnos a un nivel moral ciertamente superior.
Desgraciadamente, no he visto ninguna sección honrando a los
turcos que arriesgaron su vida para salvar a sus amigos y vecinos armenios en
ninguno de los monumentos conmemorativos armenios que he visto. No obstante, sí
había secciones honrando la memoria de no-armenios que habían ayudado a la
causa armenia sacando a la palestra el asunto de las masacres de 1915. Sólo un
puñado de historiadores armenios los mencionan (a los turcos que ayudaron
desinteresadamente a armenios), y casi siempre de pasada. Aún así, podemos ver
la huella de sus acciones en casi todas las biografías escritas por
supervivientes de estas masacres .
Cada vez que saco el tema delante de activistas y académicos
armenios recibo principalmente dos tipos respuesta. La más común es la
relativización: bueno, sí, hubo algunos pocos turcos que ayudaron a los
armenios, pero la mayoría lo hicieron para ganar dinero o para adoptar a los
niños y tener así mano de obra barata. Por lo tanto, sus actos o su presencia
en la compleja red de la historia se sitúa en la categoría clara y cristalina
del turco como el eterno agresor.
La otra más común es la negación; mientras los turcos se nieguen a
reconocer lo ocurrido en 1915 como un genocidio, nadie debería de pedir a los
armenios que honrasen o cantasen alabanzas a los turcos; hacerlo sería estar
glorificando a los turcos y victimizando a los armenios aún más. Por desgracia,
esa misma negativa a romper el estereotipo del malvado turco que vemos en la
relativización también interpreta un papel en la negación, si bien es cierto
que en un discurso cubierto por una capa de moralidad.
Ambas respuestas están fundamentalmente equivocadas. Lo primero de
todo, la mayor parte de los armenios que sobrevivieron a las masacres y
deportaciones lo hicieron con la ayuda de la gente de su entorno, ya fueran
turcos o kurdos. Y sí, aunque las mujeres supervivientes pudieran haber sido
casadas con otras personas y los niños huérfanos o pobres trabajasen en el
campo a cambio de cobijo, había a muchos de estos benefactores a los que
simplemente no les movía otra motivación que su deseo de proteger a gente
inocente.
Lo segundo, a un nivel puramente moral, es el completo fracaso
moral de no ser capaz de agradecer, respetar y honrar a aquellos que tomaron la
decisión de hacer lo correcto y asumieron riesgos personales importantes en el
proceso. Decir que uno hará sólo lo que es moralmente correcto cuando otra persona
lo haga socava y destruye totalmente la moralidad que se está pidiendo desde un
principio. Un acto es moral y valioso en sí mismo, no porque sea necesario otro
acto a cambio.
Tercero, honrar a estos turcos no arrebata o disminuye la
profundidad del dolor y el alcance de la muerte de cientos de miles de armenios
que perecieron durante el turbulento colapso de un imperio. Muy lejos de ello,
permite que su sufrimiento sea una parte de una historia humana común que puede
ser compartida, llorada y recordada hoy no sólo por los armenios, sino por el
mundo entero incluyendo a los turcos. Esto asegura que la historia no se
mantenga viva sólo en la memoria colectiva de un grupo particular en conflicto
con otro, sino un episodio que puede ser nuestro y que podemos procesar juntos.
En la actualidad los activistas armenios parecen más resueltos a
comunicar sus penas y pasados a cualquiera excepto al público turco. Sin
embargo, no se dan cuenta de que a menos de que el público turco sea testigo su
dolor e inste a su gobierno a actuar, nunca ningún gobierno turco va a tratar
el tema de 1915 y cualquiera que sea la cantidad de legislaciones aprobadas en
los parlamentos del mundo jamás nos acercará a la absolución y el
reconocimiento. Sus torpes esfuerzos encuentran su mímesis en los excesivamente
exaltados activistas turcos, que prefieren la demonización y juicio de un grupo
entero de personas exigiendo que se enfrenten al pasado y a la vez rechazándolo
vehementemente.
Ahora es el momento en el que hay que traer la conversación a
Anatolia, no a Washington o París, y encontrar la manera de hacer que ese
Pasado sea una parte integral de la historia de esta tierra. Y a la vez, honrar
a los turcos que salvaron a armenios sería un gran paso adelante. Esto ayudaría
a despolarizar una discusión que se ha ido a los extremos y ayudarnos a
descubrir el poso de humanidad que todos compartimos.
Por favor, visita el pequeño blog en el que reúno este tipo de
historias y comparte otras que conozcas o hayas leído (en inglés): http://www.projectcommonhumanity.net
http://renostan.wordpress.com/