Proyecto
Mesoamérica o nuevamente esquilmar recursos
El mensaje de Obama a los gobiernos
latinoamericanos
Emma
Volonté. Desde México.
El 5 de diciembre de 2011 en Mérida
(México) se concluyó la 13° cumbre del Mecanismo de Concertación de Tuxtla, que
ha visto la participación de los representantes de México, Colombia y de los
países centroamericanos. El objetivo principal de la cumbre fue discutir el
estado del avance de los proyectos nacidos en el marco del Proyecto
Mesoamérica, nueva versión del Plan Puebla Panamá (PPP).
El PPP, lanzado por el gobierno
mexicano en 2001, preveía la creación de una red infraestructural para conectar
todo Mesoamérica: de Puebla, al sur de la Ciudad de México, hasta Panamá, en
nombre del desarrollo y del bienestar de los habitantes de la región. La idea
era de facilitar las inversiones de parte de las trasnacionales, a través de
incentivos a la creación de maquiladoras y de empresas de extracción. Para que
el diseño neoliberal tomara plenamente forma, fue planeada la abertura de un
gran número de hidroeléctricas capaces de suministrarles enérgia, y de vías de
comunicación que facilitaran el tráfico de las mercancías en la región. El PPP
era financiado sobre todo con préstamos procedentes del Banco Mundial y del
Banco Interamericano de Desarrollo, que los ciudadanos habrían debido repagar.
Pronto los pueblos centroamericanos
se han movilizado y desenmascarado los verdaderos objetivos del plan,
escondidos por las promesas de desarrollo de los gobiernos: crear las
condiciones para despojarlos de las riquezas naturales de su tierra, sacarlos
de las comunidades para luego contratarlos como obreros en las maquiladoras,
mal pagados y privados de sus derechos. La resistencia ha sido fuerte y el PPP
ha desaparecido del discurso oficial.
Los gobiernos y las organizaciones
internacionales siguieron implementando algunos proyectos hasta cuando, con la
Declaración de Villahermosa de junio 2008, el PPP fue nuevamente propuesto bajo
el nuevo nombre de Proyecto de Integración y Desarrollo de Mesoamérica, o
Proyecto Mesoamérica (PM). Éste presenta el 95% de proyectos en menos (basados
en dos ejes estratégicos: interconexión física y económica y cooperación para
el progreso social), pero se ha ampliado geográficamente incluyendo también a
República Dominicana y Colombia. Si se considera que en Sudamérica existe otro
proyecto de interconexión infraestructural, el llamado IRSSA, emerge la
tentativa de parte del gran capital de interconectar toda Latinoamérica. Por lo
tanto, sus riquezas son cada vez más libres de circular en el continente, y
dejarlo para los puertos estadounidenses, europeos o chinos.
El documento salido de la 13° cumbre
del Mecanismo de Concertación de Tuxtla está enfocado sobre todo en los
problemas de seguridad de la región, y avanza la ingenua solicitud a los
Estados Unidos y a los demás países productores y vendedores de armas de crear
instrumentos eficaces para regular sus venta, y medidas capaces de reducir
sensiblemente la demanda de estupefacientes. Además, el documento reitera el
empeño de los gobiernos firmantes en la lucha al crimen organizado. De hecho,
el PM no es un acuerdo de naturaleza únicamente económica, sino trata
abiertamente el tema de la seguridad regional y de la lucha al narcotráfico.
Un texto muy útil para entender las
reales implicaciones del PM es el boletín de CIEPAC “Integración para el
despojo: el Proyecto Mesoamérica o la nueva escalada de apropiación del
territorio”, donde Mariela Zunino no sólo detalla los proyectos contemplados
por el PM, sino ofrece una perspectiva que mira mucho más allá de las
declaraciones oficiales. Zunino nota: “Con este nuevo ingrediente en materia de
seguridad, el PM se vuelve más claramente un plan geoestratégico diseñado por
los EEUU para que todos los países - de México a Colombia - se adecuen a sus
intereses de seguridad nacional. […]Según el Seminario Permanente de Estudios
Chicanos y de Fronteras, la estrategia de salida a la profunda crisis económica
implica el impulso de su complejo industrial-militar, por medio de dos
vertientes. Por un lado, la parte coercitiva de la estrategia, que comprende la
instalación de nuevas bases militares en países como Colombia, Perú y Panamá,
el apoyo al golpe de estado en Honduras o la reactivación, después de medio
siglo, de la Cuarta Flota. Por el otro, la parte consensuada, a partir de la
firma de Tratados de Libre Comercio”.
La primera vertiente, subraya Zunino,
es expresada también en el documento salido de la 11° cumbre del Mecanismo de
Concertación de Tuxtla, firmado a Guanacaste (Costa Rica), que incluye diez
puntos sobre la lucha a la criminalidad organizada y expresa la necesidad de
“acoger con satisfacción la Iniciativa Mérida, como un importante instrumento
de cooperación internacional en el combate a la delincuencia organizada
transnacional, en particular al narcotráfico”.
La Iniciativa Mérida (o Plan México)
prevé grandes inversiones estadounidenses a favor de la seguridad - es decir de
la militarización - de México y de los países centroamericanos en vista de la
lucha al narcotráfico, que se concretan en el envío de equipos y en el
entrenamiento de éstos por parte de los militares norteamericanos. Un programa
totalmente parecido, llamado Plan Colombia, está siendo impulsado en el país
andino desde 2000. El objetivo no declarado de ambos programas es hacer espacio
a las grandes empresas a través del "reordenamiento territorial", que
consiste en desalojar indígenas y campesinos de las comunidades que se
encuentran en zonas consideradas estratégicas, para dejar el campo libre a las
inversiones de las transnacionales.
En una entrevista concedida a
Fernando Arellano Ortiz del Observatorio Sociopolítico Latinoamericano, a
propósito de la política estadounidense en el continente, la periodista
argentina Stella Calloni afirma: “En esta ocupación geopolítica con el Plan
Colombia, que es un plan de recolonización del continente, se ha pasado al Plan
Mérida de México. Este plan es un copia del Plan Colombia y de hecho en seis
años México ha caído en una violencia atroz. En ese lapso tenemos el mismo
número de muertos que en Colombia y a eso hay que añadirle la destrucción del
campo mexicano y de la cultura profunda de los pueblos con el Tratado de Libre
Comercio (TLC) que tiene con Estados Unidos y Canadá”.
Sin embargo, durante la cumbre de
Mérida, el presidente mexicano Calderón ha declarado que "el TLC de
América del Norte es un gran activo para el país", y ha firmado un nuevo
tratado con los gobiernos centroamericanos que unifica acuerdos bilaterales ya
existentes, creando un área de libre comercio en la región. Los gobiernos centroamericanos,
casi todos derechistas, siguen por lo tanto los dictámenes del imperialismo
norteamericano en su política de promoción del librecambio.
Los Estados Unidos han firmado
tratados de libre comercio, además que con Centroamérica y República Dominicana,
también con Chile, Perú y, recientemente, con Colombia. Por lo tanto en
Colombia, como en México y en los países centroamericanos, los planes del
neoliberalismo armado estadounidense están alcanzando sus objetivos, gracias a
la vigencia de tratados de cooperación, económica y militar.
El 6 de diciembre ha sido anunciada
la firma de un acuerdo entre Estados Unidos, Panamá y Colombia para la creación
de una nueva academia militar en Panamá. Según Andrés Mora Rodríguez de
AUNA-Costa Rica, no es una casualidad si el anuncio de la nueva academia y la
firma del TLC mesoamericano hayan sido dados pocos días después del cierre de
la cumbre de la CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños),
donde los representantes latinoamericanos han hecho un paso fundamental hacia
la integración latinoamericana y sus independencia de los intereses de
Washington.
Los Estados Unidos están mandando un claro mensaje a los gobiernos
de América Latina: no vamos a renunciar a nuestra influencia en el continente.