martes, enero 03, 2012

Paréntesis: La Igualdad Femenina, Quilmes y consejos de M. Moore


En relación a un largo y buen spot de cerveza Quilmes que propugna la igualdad de la Mujer (muy visitado en Youtube), va aquí un fragmento de “Estúpidos Hombres Blancos”, de Michael Moore:

COMO EVITAR LA EXTINCION DE LOS HOMBRES

Por mal que pinte el futuro, todavía existe alguna esperanza de retrasar nuestro fin; pero para ello debemos adoptar actitudes nuevas. Hay muchas cosas que podemos aprender de las mujeres y de su cordura. Aquí tienen algunas pistas:

1. Recuerde que su coche no es un arma de destrucción masiva. Deje de mosquearse por el vehículo que le acaba de cortar el paso. ¿Qué más da? Tardará lo mismo en llegar a casa. Así que un cretino le ha hecho perder cinco segundos en la carretera. ¿Y qué? Las mujeres no se preocupan ni mucho ni poco Por estas cosas y son más longevas. Cuando ven a un gilipollas al volante sacuden la cabeza y se ríen. Es un método que funciona.
Chicos, hay que relajarse. Estamos dañando nuestro corazón con cada minuto de tensión y enojo. Deje de conducir y de conducirse como si le hubieran enchufado una rata en el culo. Nada es tan importante. A menos que la rata sea de verdad, claro.

2. No se pase con la comida ni con la bebida. Tenemos que pensar más en lo que nos llevamos a la boca. Si comiéramos y bebiéramos menos viviríamos mucho más ¿Cuándo fue la última vez que vio a una mujer atiborrarse como si fuera la última cena? No hay duda de que a muchas mujeres les gusta empinar el codo, pero ¿a cuántas ha visto bajarse los pantalones y mear en la acera? ¿Por qué le parece que tantos de nosotros sufrimos cáncer de colon o de estómago? Porque somos incapaces de decirle que no a Jack (Damels) y a Johnny (Walker), así como a un solomillo de medio kilo poco hecho con cebolla, jalapeños y tabasco. Hay un motivo muy simple por el que las mujeres no se llevan el periódico al baño. ¿Lo pilla?


3. Baje del burro. Vivirá más. ¿Por qué no nos hacemos a un lado y les cedemos el puesto a ellas para que dirijan el mundo? Ya sé que usted es un paleto reaccionario que no quiere ver mandar a las mujeres. Pero si dejáramos que fueran ellas quienes se preocupen de construir una planta nuclear en Balircin o de declarar la guerra a China o de decidir si las transmisiones de fútbol son de interés general, viviríamos ocho años más. Pues, hala, a callar. ¿Qué tiene de bueno ser el jefe y lidiar con los malos rollos de cientos de empleados? Eso no mola nada. Hay que retirarse, descansar y dejar que ellas se ocupen de este mundo intratable durante los próximos mil años. Piense en todos los libros que podría leer.

4. Lávese las manos. A ver si nos enteramos: algunos de nuestros hábitos son tan vomitivos que me maravilla que las mujeres se dignen respirar el mismo aire que nosotros. Si fuéramos capaces de regenerarnos, suscitaríamos mayor empatía y reforzaríamos el compañerismo.
Para empezar, ¿por qué no dejamos las manos quietas? Las manos no están hechas para hurgarse las narices, rascarse el ano o recolocarse el paquete. No fueron concebidas para que arrancáramos aquel artículo del periódico antes de que ella pudiese leerlo ni para quitarnos un resto de pollo al curry de entre los dientes o para reventarnos un grano ante el espejo del ascensor. Cuando se siente en el metro o autobús, mantenga las piernas juntas para no ocupar tres plazas. Y lleve calzoncillos limpios.

5. Aprenda a manejar el váter. Pensaba que ya habíamos superado este capítulo, pero las pruebas que apreciamos en aeropuertos, estaciones de tren y restaurantes de toda la nación claman al cielo: no nos hemos enterado.
Aquí tiene algunas sugerencias:
• Primero, levante la tapa y déjela en posición vertical. Haga lo propio con el asiento oval de debajo. Está diseñado para quedarse en dicha posición de tal modo que usted pueda usar ambas manos. Como quien conduce un coche. ¿Verdad que no querría que el coche se saliera de la carretera? Bien, pues su esposa piensa lo mismo al ver un charco de orina en el baño.
• Apunte, sostenga, proceda con la micción, guárdeselo.
• Con una mano, devuelva el asiento oval y la tapa a su posición original. No está de más que la operación se lleve a cabo en silencio.
• Tire de la cadena según lo exija el modelo. (Esta operación no es opcional, ni siquiera en los baños públicos.) Si la taza no se limpia debidamente a la primera, no abandone la escena hasta que quede como una patena.

Lávese las manos. Séqueselas con la toalla o el secador de manos y no con su camisa.
 Si la toalla es de papel, arrójela a la papelera; si es de tela, repóngala en el toallero (se trata de una barra de metal o plástico que por lo general sobresale de una pared próxima al lavabo). Si se encuentra en su propia casa, lave la toalla al menos una vez por semana.

6. Lávese cada día. Echarse algo de agua en la cara por la mañana no equivale a lavarse, como tampoco haberse rociado con Heineken en la fiesta de anoche.
Entre en la bañera, regule a su gusto la temperatura del agua y póngase debajo del chorro. Tome jabón y una esponja y restriegue todo su cuerpo. No pase la pastilla de jabón por sus cavidades corporales para dejarlas inmaculadas. Alguien más usa esa pastilla para lavarse la cara. Enjuáguese. Cuando termine, abandone la ducha y séquese procurando no encharcarlo todo a su paso.

7. Baje el tono de voz y trate de escuchar. Funciona así: cuando alguien habla, preste atención a lo que dice. Mírelo y no interrumpa. Cuando haya terminado, trate de no decir nada inmediatamente.
Asimile los estimulantes conceptos, sentimientos e ideas que le acaban de comunicar. Igual llega a alguna conclusión brillante, se apropia de dichas ideas y acaba saltando a la fama.

8. Hágase un examen del oído. Sí lo dicho anteriormente no le da resultado, puede que no acabe de estar bien físicamente.
Mayo es el Mes Nacional de la Salud y el Habla, y muchos hospitales realizan chequeos gratuitos del oído. Además, algunos centros ofrecen revisiones periódicas, también gratuitas, a lo largo del año. También existen tests online que ayudan a determinar si necesita acudir a una consulta profesional.

9. Sea consciente de que las mujeres saben de qué vamos.
Corte el rollo de hombre sensible. Ya conocen la treta. No intente convencer a nadie de que usted es «feminista». No puede; usted juega en el otro equipo.
Sería como ver a un miembro del Klu Klux Klan canturrear el «He tenido un sueño» de Martin Luther King Jr. Usted es un espécimen del sexo que siempre ganará más dinero y tendrá todas las puertas abiertas. Pero eso no significa que no pueda hacer nada para mejorar las cosas.
La mejor manera de ayudar a las mujeres consiste en encauzar a sus compañeros masculinos por el buen camino. Allí es donde reside la verdadera lucha: en tratar de iluminar el bloque de hormigón que tenemos por cabeza. Ayude a terminar con las diferencias salariales entre sexos examinando su propia nómina. Asegúrese de que las mujeres que hacen el mismo trabajo que usted cobren lo mismo. Participe en el Día de la Paga Igualitaria, que suele celebrarse a principios de abril para festejar los casos que responden a esa realidad. Contacte con fairplay@aol.com para mayor información.
También puede unirse al esfuerzo para presionar al Congreso con el fin de que apruebe dos decretos relativos a la paga igualitaria. El decreto de la paga justa permitiría a las mujeres entablar un pleito basándose en el principio de un mismo sueldo para un mismo trabajo y permitiría también a los empleados de una misma empresa demandarla en caso de que estuviera pagando salarlos diferentes para labores iguales y que requieren la misma formación. El decreto para una nómina justa cubriría los daños y perjuicios mayores en este mismo ámbito y serviría para proteger a los empleados que divulguen información salarial.

Para terminar, únase a un sindicato u organice uno. Los datos señalan que una mujer sindicada de treinta años que gana unos 30.000 dólares al año llega a perder 650.133 dólares a lo largo de su vida a causa de la desigualdad salarial; en caso de no estar sindicada, la pérdida aumenta hasta los 870.327 dólares. Si convence a los otros colegas de que se sindiquen, mejorará notablemente la vida de sus compañeras y la suya propia.

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