Al 2012, el Norte, con poco petróleo y entonces...
Desde las ardientes arenas de Arabia,
el tórrido delta del Níger o las calurosas llanuras del Orinoco, los
productores de petróleo del cinturón tropical del planeta han impulsado, al
disfrutar de altos precios, a sus rivales que vienen del frío.
El grupo angloholandés Shell recibió
luz verde de la agencia ambiental de Estados Unidos para perforar en busca de
petróleo fuera de las costas del norte de Alaska a partir de julio de 2012, un
proyecto en el que ha empeñado 3.500 millones de dólares.
Por su parte, el gigante consorcio
estadounidense Exxon firmó con el ruso Rosneft un acuerdo para invertir 3.200
millones de dólares en la búsqueda de hidrocarburos bajo el mar de Kara, en el
noroeste de Rusia. Lame sus heridas, al haber perdido esa opción, la alianza
entre otra corporación rusa, TNK, y British Petroleum.
"Es que bajo el océano Ártico,
las reservas de crudo se estiman en 100.000 millones de barriles (de 159
litros), tanto como las de Iraq o Kuwait, más 44.000 millones de barriles de
líquidos de gas natural y 80 billones de pies cúbicos (TCF en nomenclatura
inglesa) de gas", recordó a IPS el experto en Geopolítica y Asuntos
Petroleros, Kenneth Ramírez, de la Universidad Central de Venezuela. También la
isla danesa de Groenlandia ha convocado a licitaciones previas para prospección
fuera de sus costas, y las compañías Exxon y su connacional Chevron han sido
las primeras en anotarse.
Canadá, por su parte, puede sumar su
porción de petróleo del Ártico a las arenas de sus provincias occidentales, que
le convierten en una potencia energética, con la ventaja de que está al lado
del mayor mercado del mundo, el estadounidense.
Bajo el Ártico se encuentra entre el
13 y 20 por ciento del petróleo "por descubrir" del planeta, según el
Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS), y buena parte de él a escasa
profundidad, lo cual incrementa las perspectivas de un jugoso retorno, al
crecer la demanda y de mantenerse los precios como los actuales, de 100 o más
dólares por barril.
"El crecimiento económico de
China e India, pero sobre todo la política de la OPEP, le han tendido la cama a
productores como Rusia para que explote más yacimientos y compita con el
petróleo del trópico", señaló a IPS el jefe de la Sección de Relaciones
Internacionales en la caraqueña Universidad Simón Bolívar, Víctor Mijares.
La OPEP (Organización de Países Exportadores
de Petróleo), integrada por Angola, Arabia Saudita, Argelia, Ecuador, Emiratos
Árabes Unidos, Irán, Iraq, Kuwait, Libia, Nigeria, Qatar y Venezuela, produce
unos 30 millones de los 88 millones de barriles diarios de crudo diarios que
demanda el planeta y apuntala los precios del recurso con recortes de
producción cuando esos valores son amenazados por picos de sobreoferta.
La búsqueda de petróleo bajo el
Ártico también renueva la apuesta del negocio mundial de la energía y de la
economía global por los combustibles fósiles, acompaña el juego estratégico de
potencias tradicionales y emergentes, y muestra la persistencia del riesgo
ambiental asociado a la industria de hidrocarburos.
A contravía de quienes plantean que
la disponibilidad de petróleo declina inexorablemente, Leonardo Maugeri,
directivo de la empresa de energía italiana ENI y autor del libro "La edad
del petróleo", planteó que el actual nivel de reservas probadas de crudo
puede incrementarse de modo sustancial con los nuevos hallazgos y las
tecnologías que permitan una mayor recuperación de los yacimientos.
Aunque las reservas probadas de crudo
alcanzan hoy a 1,5 billones de barriles y con ello se abastecería al mundo por
40 o 50 años, en realidad se trabaja con el criterio de recuperar apenas una
tercera parte del recurso in situ, pero las tecnologías permitirán aumentar
hasta 50 por ciento el porcentaje de recobro hacia 2030, según Maugeri.
Como cada año se encuentran nuevos
yacimientos, Maugeri estima que el mundo dispondrá de más de cuatro billones de
barriles de petróleo recuperable después de 2030, y concluye que habrá
"más que suficiente para todo el siglo XXI". Por ejemplo, Brasil
agregaría entre 50.000 y 80.000 millones de barriles a los 14 millones que
tenía de reservas con los hallazgos confirmados en la llamada capa presal, a
gran profundidad en el océano Atlántico.
El Ártico es un vivo ejemplo, pues su
crudo y gas eran prácticamente inexplotables por las duras condiciones, pero
con el deshielo avivado por el cambio climático, los altos precios de la
energía y las nuevas tecnologías, puede contener hidrocarburos por el
equivalente a 400.000 millones de barriles de petróleo, un volumen 10 veces
mayor a todo el crudo extraído hasta ahora bajo el Mar del Norte.
"La verdad es que hay mucho
interés en seguir extrayendo crudo y por eso las energías alternativas no están
en una situación favorable, porque el petróleo sigue siendo abundante,
eficiente y barato, pues aun con sus actuales precios es una energía potable
para la mayoría de las sociedades", sostuvo Mijares.
El deshielo del Ártico y la
explotación de su petróleo abren además nuevas rutas de navegación, "con
una Rusia ávida de reestrenarse como gran potencia mundial mediante el control
de yacimientos, rutas y suministros, amén de beneficiarse con la tecnología que
se le provee desde Occidente", recordó Ramírez.
Para Mijares, "en la era de la
hoy desaparecida Unión Soviética, el poderío ruso se manifestaba en su fuerza
nuclear y en el Ejército Rojo". En cambio, "ahora ese país depende de
su capacidad energética como palanca para sostenerse como un muy importante
actor global", precisó.
Por su parte, Estados Unidos estaría
satisfecho con la diversificación de fuentes de hidrocarburos, que le permite
depender menos de los suministros del Medio Oriente y ejercer mayor presión en
política doméstica sobre proveedores como Arabia Saudita.
Las fuentes también concuerdan en
observar la emergencia de Canadá como potencia energética y, por ende, como
actor global. Se ha deslindado del Protocolo de Kyoto en materia ambiental
"e incrementa su gasto militar para encarar la nueva presencia de rivales
en el Ártico".
Entretanto se aguarda la variable
ambiental. Científicos como Peter Wadhams, del Instituto de Investigaciones
Polares de la británica Universidad de Cambridge, han advertido sobre lo
difícil, si no imposible, que sería conjurar una catástrofe provocada por
derrames petroleros en el Ártico como el que sufrió el Golfo de México en 2010.
"Un derrame de petróleo bajo el
hielo sería mucho peor que en mar abierto. El crudo estaría encapsulado,
viajaría por el Ártico y se liberaría con la primavera a gran distancia del
sitio original del accidente. La palabra adecuada para una tal eventualidad es
‘terrible’", aseveró Wadhams.
IPS