lunes, enero 23, 2012

San Martín y lo Musulmán: su sable, nada menos - Saint-Martin et musulman: son épée, pas moins


A PROPOSITO DE ESTE 23 DE ENERO Y LA ENTREGA DEL SABLE LIBERTADOR A JUAN MANUEL DE ROSAS.

Algo muy poco enseñado:

San Martín, admirador de la resistencia árabe, incorporó nada menos que un sable de estilo árabe y de origen persa



Primero, es necesario una síntesis del contexto histórico:
En 1783 Juan de San Martín decidió ir a vivir con su familia a España. En abril de 1784 llegaron a Cádiz y un año después José de San Martín ingresó en el seminario de Nobles, en Madrid. Es destinado al norte del Africa. Allí comienza a conocer el mundo árabe, sus estilo de batallas (las que incorporará como estrategia) y sus armas. Tras la batalla en Oran, en 1791, entre diciembre de 1793 y mayo de 1794 San Martín cruzo los Pirineos y combatió en Port Vendrés, San Telmo, Collioure y San Lluc contra los franceses.
En 1798, mientras servia a bordo de la fragata española Santa Dorotea, fue apresado por los ingleses luego de una derrota naval. Recupero la libertad al ser canjeado a los españoles por prisioneros ingleses.
Entre 1801 y 1807 participo en la guerra entre España y Portugal. Allí sus actuaciones en batalla fueron premiadas con varios ascensos. En 1802 obtuvo el grado de capitán.
A comienzos de 1808 se destaco por su valor dirigiendo una compañía de Húsares contra las fuerzas napoleónicas.
En julio de 1808 las tropas españolas lograron la victoria sobre las fuerzazas de Napoleón. En esa batalla San Martín tuvo un brillante desempeño con hábiles maniobras estratégicas. SU intervención ayudo al triunfo de los españoles. Fue ascendido a teniente coronel y premiado con la medalla de oro a los Héroes de Bailen.
La última batalla en la que intervino en Europa fue la batalla de Albuera, el 16 de mayo de 1811. San Martín tenía entonces 33 años. Nuevamente tuvo una actuación heroica. Durante el combate se enfrento cuerpo a cuerpo con oficial de caballería francesa. San Martín resulto herido con un largo tajo en la mano y el antebrazo derecho, pero con su sable logro dar muerte al francés. Y esa fue la última batalla en la que intervino en Europa.
Luego de esa última batalla San Martín decidió volver a América, porque creyó que era el momento de luchar con su independencia.

BUSCANDO LO ARABE

Antes de embarcarse para América y luego de dejar España para siempre, el entonces teniente coronel. de caballería José Francisco de San Martín, adquiere en 1811 en Londres, usado, un sable corvo de origen oriental (los expertos en armas dicen que su origen es persa) que lo acompañaría toda su campaña en tierra americana.
La compra del arma, totalmente distinta en sus características a la Espada de Bailén, es índice revelador del espíritu que animaba al futuro Libertador desde el momento mismo del inicio de su nueva gran empresa.
El arma que compra entonces en la capital inglesa es un fiel reflejo de su personalidad. Se distingue por sus severas líneas como por su sencillez, tanto de empuñadura como de la vaina, carente de oro, arabescos y piedras preciosas como gustaban usar entonces los nobles o altos jefes, en sus espadas.

El largo total es de 0,95 mts y el de la hoja 0,82 mts. El peso de la vaina es de casi 700 grs y el del sable de unos 900 gr. No tiene inscripción alguna excepto un trébol. La empuñadura es de ébano, a la usanza turca. Se estima que la hoja es unos 100 años más antigua que la empuñadura. En un estudio efectuado por el gabinete scopométrico de la Policía Federal se han encontrado, detallado y descripto centenares de rayas y aplastamientos por golpes que denotan un uso activo por parte del Libertador.

La Comisión Nacional de Energía Atómica ha efectuado el estudio métalográfico del sable, concluyendo que fue construido con acero damasquinado (procedimiento empleado por los árabes que partían de un lingote de alta aleación de carbono) siendo su origen, muy posiblemente, Persia.

Esa opinión es compartida asimismo por un especialista británico en espadas, apoyándose además en que la curva irregular de la hoja se ve únicamente en sables proveniente de esa parte del mundo (Medio Oriente, Persia); todos los sable europeos tienen una curva regular. Esa curva irregular requiere de una vaina ranurada, pues de otra forma el sable no puede desenvainarse, ello constituyó una moda en Medio Oriente.


LA CESION A ROSAS EN AGRADECIMIENTO

Retirado el héroe en su exilio voluntario en Europa, desde 1824, había quedado el sable en la querida tierra mendocina bajo la custodia de una familia amiga.

Diez años más tarde, en diciembre de 1835, les escribe a su yerno Mariano Balcarce y a su hija Merceditas, diciéndoles: "que si les encargo se traigan es mi sable corvo, que me ha servido en todas mis campañas de América, servirá para algún nietecito, si es que lo tengo''. El sable lo acompañó desde entonces en Gran Bourg, primero, y en Boulogne-sur- Mer, después, hasta su muerte, acaecida el 17 de agosto de 1850.

Por carta fechada el 30 de agosto, Mariano Balcarce le escribe a Rosas expresándole, con referencia a la muerte del General San Martín, y de su testamento, lo siguiente: ''como albacea suyo, y en cumplimiento a su última voluntad, me toca el penoso deber de comunicar a V.E. esta dolorosa noticia, y la honra de poner en conocimiento de V.E. la siguiente cláusula de su testamento: "3º. El sable que me ha acompañado en toda la guerra de la Independencia de la América del Sur le será entregado al General de la República Argentina, Don Juan Manuel de Rosas, como una prueba de la satisfacción que como argentino he tenido al ver la firmeza con que ha sostenido el honor de la República contra las injustas pretensiones de los extranjeros que tentaban de humillarla."

A su vez Rosas, en su testamento, dispone en la cláusula décimo octava: "A mi primer amigo el Señor D. Juan Nepomuceno Terrero se entregará la espada que me dejó el Excelentísimo Señor Capitán General D. José de San Martín "y que lo acompañó en toda la Guerra de la Independencia" por la firmeza que sostuve los derechos de mi Patria''. Muerto mi dicho amigo, pasará a su esposa la Señora D. Juanita Rábago de Terrero, y por su muerte a cada uno de sus hijos e hija, por escala de mayor edad''. A la muerte de Rosas, acaecida en 1877, ya había fallecido Juan Nepomuceno Terrero, correspondiéndole, conforme a la cláusula testamentaria, la posesión a Máximo Terrero, hijo mayor, y esposo de Manuelita Rosas.

En 1896, el entonces director del Museo Histórico de la Capital, don Adolfo P. Carranza, solicitó por carta a Manuelita Rosas la donación al Museo Histórico del Sable del Libertador.

Con fecha 26 de noviembre de ese mismo año le contesta Manuelita Rosas de Terrero a Carranza, expresándole, en la parte fundamental de su misiva, que: ''Al fin mi esposo, con la entera aprobación mía y de nuestros hijos, se ha decidido en donar a la Nación Argentina este monumento de gloria para ella, reconociendo que el verdadero hogar del Sable del Libertador, debiera ser en el seno del país que libertó'' requiriéndole, posteriormente, el pedido oficial respectivo para el envío del sable. 

Con fecha 20 de diciembre Carranza, conforme al requerimiento efectuado, se dirige por nota oficial a Máximo Terrero, pidiéndole la donación del Sable Corvo del General San Martín. Con fecha 1º de febrero de 1897, Terrero contesta la nota oficial al Director del Museo Histórico, expresándole en su parte resolutiva: "Mi contestación es el envío de la prenda a Buenos Aires, acompañada de una nota dirigida al Señor Presidente de la República, suplicando a S. E. se sirva aceptarla en calidad de una donación hecha a la Nación Argentina, en nombre mío, de mi esposa, de nuestros hijos y al mismo tiempo manifestando el deseo que sea depositada en el Museo Histórico Nacional".

Fuentes:
http://www.elortiba.org/notapas165.html 
http://www.***/lanuevaargentina/aficiones1767767.html 
http://www.sanmartiniano.gov.ar/textos/parte2/texto035.php

Entradas Relacionadas