Ni SOPA ni PIPA
Jorge Ángel Hernández
Ogunguerrero
Como el Planeta en general,
el intercambio de conocimientos gratuitos y la socialización del saber en
Internet se hallan en peligro gracias a dos proyectos de ley estadounidenses
que se presentan como defensores de la lucha contra la piratería. Se trata de
las propuestas SOPA (Stop Online Piracy Act) y PIPA (Protect IP Act), tras las
cuales se esconde la urgencia del capitalismo corporativo de someter el flujo
informativo de la Red a los intereses de los monopolios de la información y el
conocimiento.
A cuatro meses de que se
iniciara el movimiento de indignados Occupy Wall Street, el neoliberalismo que
genera la crisis, y tan bien de ella se alimenta, recurre a supuestas amenazas
de robo de contenidos que, según argumentos de justificación, a EEUU
corresponden, al tiempo que desarrolla un intenso trabajo de robos de cerebros
en todo el mundo. Lejos de proteger la propiedad intelectual, estos proyectos
pretenden monopolizarla y, según corresponde en un Sistema tan sometido por la
racionalidad clasista, controlar su expansión a los sectores más esquilmados
por sus propias prácticas económicas y políticas. A ese capitalismo adaptable a
los propios embates de las crisis que él mismo genera, se le hace necesario y
urgente llamar a capítulo de fidelidad a todo el que se haya atrevido a actuar
por cuenta propia. Preocupa a sus magnates el curso que pueda alcanzar la
anomia que el sistema ha generado una vez que sus bases morales declamatorias,
falsas en la realidad concreta, se ponen en marcha siquiera en el aspecto del
libre flujo de la información.
No importa que la mayor parte
de ese conocimiento que circula a través de enciclopedias, redes sociales y
sitios de diversa índole, responda a estatutos básicos del pensamiento racional
capitalista y al modelo burgués de Democracia, ni que las bases de datos
dependan de un pensamiento que termina por conceder que ganancias económicas y
acumulación de capital, con la correspondiente concentración de la riqueza y la
manipulación interesada del poder político, son equivalentes del éxito social,
la Democracia burguesa y el buen gobierno de las minorías sobre las mayorías.
El punto de vista del capitalista, analizado por Marx con una profundidad aun
vigente, desplaza la incidencia de un conocimiento que lo sustenta, por una
ganancia creciente que no debe detenerse en su reproducción de plusvalía.
De ahí que, siquiera porque
ellas mismas se ven de golpe amenazadas, se hayan sumado a una protesta contra
estos proyectos de ley más de diez mil páginas Web, entre las que se encuentran
los archisocorridos Google, Facebook, Twitter, WordPress, Mozilla, y
Wikipedia.org. El sitio Web Goes On Strike, del movimiento Fight for Future,
creado para la defensa de la libertad de expresión Online, convoca a este
llamado y relaciona quiénes se van sumando a su iniciativa de apagón transitorio.
Un mundo en el que el acto de protestar está a la orden del día, aunque este
haya quedado apenas como alternativa cuasi catártica ante el ejercicio
indiscriminado de la hegemonía parasitaria del neoliberalismo global. Y aunque
el llamado bloquea a fin de cuentas al usuario natural de las redes, que es el
más afectado por los proyectos de ley, al menos ofrece la posibilidad de que
este mismo usuario analice que su futuro puede quedar cada vez más en manos de
las corporaciones y que la facilitación de su desarrollo cultural, inmediato o
a largo plazo, se encuentra en un peligro cierto.
Ha chocado, pues, la
verdadera lógica reproductiva del capitalismo, ya en su última fase, con la
lógica moral y ética de sus declamatorias normativas sociales. Y una vez más se
ha visto que son incompatibles. La verdadera piratería, que no es, por cierto,
el intercambio gratuito de conocimientos y contenidos, se halla en la esencia
de esas leyes, que pretenden atacar en pleno acceso a la libertad de expresión
y a la necesidad humana de saber y de usar la información de acuerdo con sus
propias necesidades de elección. La industria cultural del entretenimiento, que
ha fabricado durante más de un siglo los hitos de demanda popular y ha
monopolizado su expansión con un cinismo inquebrantable, se suma en parte a
este intento de control y restricción que ambas leyes implican. Esta, por
supuesto, ha pirateado también el desarrollo del talento y ha atacado su
expansión fuera de sus propios marcos de negocio. Es lógico, por tanto, que se
sume a iniciativas a tal punto hegemónicas.
El saber y la cultura fungen
como lujos para el punto de vista en que se fundamentan los proyectos SOPA y
PIPA, ninguno de los cuales debería ser aprobado, al menos si se tiene en
cuenta la necesaria socialización de los saberes. Sin embargo, y precisamente
por tener en cuenta lo que ocurre cuando el conocimiento se socializa
libremente, es de suponer que estos proyectos, mutatis mutandis, tengan
progreso en un país que recorta bibliotecas y considera al monopolio su mejor
estatuto de éxito.
Más importante que el qué
dirán, perfectamente silenciable, es para ellos el qué harán quienes se ven
cada vez más excluidos, cada vez más timados por presupuestos de progreso que
regeneran sin cesar los mecanismos de explotación humana que estas leyes
intentan perpetuar.
http://ogunguerrero.wordpress.com/2012/01/18/ni-sopa-ni-pipa/