Mercosur
y Palestina,
más allá de los gestos
Mariela
Flores Torres
Doctora de la Universidad de Quilmes (Argentina) por la disciplina de Historia y becaria del CONICET.
Sorpresa
y expectativa generó la anunciada y reciente firma del Tratado de Libre
Comercio del Mercado Común del Sur (MERCOSUR) con Palestina en la capital de
Uruguay, Montevideo, a la par que, en el mismo encuentro, se procedió al
traspaso de la presidencia pro témpore de este organismo a la Argentina, quien
desde entonces deberá monitorear la política mercosuriana. Como sabemos, el
MERCOSUR está integrado por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, con
Venezuela -en un largo proceso de formalizar su ingreso saboteado por el Senado
paraguayo- y Ecuador solicitando su integración al acuerdo económico.
El
antecedente directo de un acuerdo de este tipo hacia la región del llamado
“Medio Oriente” es el tratado firmado y mantenido por este bloque, desde el año
2010 y concretamente marzo de 2011 con Israel (aunque las gestiones se venían
desarrollando desde 2007). Esta nueva iniciativa de confianza económica y
política hacia la Autoridad Nacional Palestina (ANP) parecería establecer un
trato aparentemente más parejo, aunque no nos libera de algunas inquietantes
preguntas.
¿Por
qué se propició primero un acuerdo con Israel sin desarrollar en paralelo una
iniciativa de este tipo con Palestina desde ese decisivo 2010? ¿En qué medida
esta demostración de confianza hacia la desarticulada y destrozada economía
palestina es algo más que el reflejo de un clima de época auspiciado por el
amplio reconocimiento obtenido en este último año por la ANP en países de
América del Sur y el Caribe –a excepción de México- y por la reciente incorporación
de Palestina a la UNESCO, aunque no a la ONU? Si la motivación estuviese dada
sólo por este marco regional e internacional pro palestino no estaría mal en
tanto la misma trascendiera el mero impulso epocal y se consolidaran políticas
económicas y financieras responsables y sostenidas hacia aquella región. En la
actualidad Palestina está bregando para que Israel deje de obstaculizar su
desarrollo económico, se levante el bloqueo a Gaza y se liberen los fondos de
ayuda internacional cuya llegada Israel intermitentemente bloquea en virtud de
los conocidos hechos de consonancia mundial (apoyo de China y de otras naciones
de peso en el concierto mundial hacia la causa palestina).
Es
preciso reiterar que pensar en un Estado Palestino es ante todo pensar en una
infraestructura para tal Estado. Este acuerdo firmado con el MERCOSUR habilita
a pensar en la concreción de pactos de desarrollo económico, financiero y
comercial con Palestina y sin dudas, tratados que promuevan su desarrollo
humano y la reconstrucción, porque se trata de una sociedad y una economías
completamente desmanteladas. Algunas cifras son elocuentes: quienes habitan la
Palestina ocupada (Gaza y Cisjordania) suman un total de 3.900.000 habitantes,
en tanto que refugiados en Siria, Líbano y Jordania hay más de 4.000.000
millones de palestinos, y en “la diáspora” existen otros 3.000.000 millones.
Además, hay un millón y medio que son ciudadanos árabes israelíes. Como podemos
ver el índice demográfico de Palestina es alto, quizás uno de los más elevados
del mundo. A esto se agregan cuestiones como que las ciudades palestinas son
controladas por israelíes independientemente de su autonomía, y en Gaza y
Cisjordania el papel moneda que corre es el shekel israelí, hecho que
condiciona sobremanera el desarrollo de la vida económica, y, dadas estas
circunstancias ni hablar de una política económica medianamente autónoma porque
los productos de importación o exportación deben pasar necesariamente por la
aduana israelí. Por todo esto es fácil suponer que cualquier desarrollo
industrial es más que precario, que hay más economía agropastoril y que la
misma, sin exagerar, se acerca a la autosubsistencia. Por su parte los recursos
de energía y agua son insuficientes para satisfacer la demanda de la población.
Con
este panorama es difícil ver el Tratado de Libre Comercio entre Palestina y el
MERCOSUR sin preguntarnos seriamente y con enorme ilusión cómo se sortearán
estos problemas. ¿Cómo se encarará un Tratado de Libre Comercio con territorios
que casi no tienen nada con qué comerciar? Sólo en Gaza el 38% de la población
vive bajo la línea de pobreza y la cifra a la que asciende la tasa de desempleo
es del 45 %. La inversión privada de los palestinos opta por establecer sus
empresas y capitales en Israel antes que en lugares de Palestina y esto es así
porque su economía está totalmente vaciada. Como es por demás sabido Israel
tiene planes de prohibir la entrada de trabajadores palestinos y palestinas en
su territorio (para reemplazarlos por otros) y esto dañaría sensiblemente la
economía y desarrollo de estos trabajadores, y del país, que son más de 50.000.
De este modo un Estado Palestino débil y fragmentado tiene muy pocas
posibilidades de supervivencia. Un acuerdo económico, financiero y comercial
con Palestina necesariamente tiene que considerar estas condiciones y por
supuesto que no es lo mismo un tratado comercial con Palestina que otro
suscripto con la rica contraparte israelí que, por añadidura, es la primera
receptora mundial de la “ayuda” estadounidense. Tal base de disparidad exigirá
que, para ser efectiva, la iniciativa mercosuriana pase de la retórica a los
hechos concretos, y esto significa no tanto libre comercio como un macizo
programa de ayuda al desarrollo.
Al
respecto no podemos dejar de destacar y celebrar la iniciativa de la Argentina
en términos de políticas hacia la ANP, no solo porque hace un año fue de los
primeros países del sur en reconocer a Palestina como Estado (el 6/12/10 se
hizo el anuncio desde la Cancillería), sino porque además es la única entre los
países miembros del MERCOSUR que ya tiene antecedentes de intercambios
comerciales de cierta monta con Palestina.
Según la Asociación Latinoamericana
de Integración (ALADI) “a excepción de Argentina, los países del Mercosur prácticamente
no tienen intercambio comercial con la Autoridad Palestina. Argentina exportó
bienes por 1.702 millones de dólares a los palestinos en 2010” (1) . El
significado político que tiene la firma de este tratado es tanto más valioso
cuando notamos que la ANP aun no es considerada como un Estado de plenos
derechos por organismos supranacionales como la ONU. Por ello, esta iniciativa
del MERCOSUR de establecer un Tratado de Libre Comercio con Palestina es de
suma importancia y ojalá de paso a programas concretos no sólo de comercio sino
también de cooperación internacional.
A
consecuencia de todo lo anterior sería deseable y esperable que Argentina asuma
un rol protagónico durante su presidencia pro témpore del MERCOSUR y que pueda
proponer políticas económicas de confianza hacia Palestina en conjunción con
políticas regionales de la UNASUR (como bloque político).
Que por fin las
entidades internacionales, en este caso regionales, sean más eficaces en su
compromiso práctico hacia un pueblo tan sufrido como el palestino, o por lo
menos más eficaces de lo que han sido hasta ahora organismos supranacionales
como la ONU, la Corte Internacional de la Haya o para redundar en el ejemplo de
lo que ha sido completamente inoperante o inútil mencionemos al famoso Cuarteto
para la Paz en Medio Oriente (integrado por EEUU, la Unión Europea, Rusia y la
ONU) que fue un invento de los Acuerdos de Madrid (1991) para fiscalizar y
monitorear las negociaciones de paz entre la Autoridad Nacional Palestina e
Israel, cuyo desarrollo debía ser tutoreado por este cuerpo como garantía de
cumplimiento de un “acuerdo” que viabilizara la solución de los dos Estados y
la paz en los territorios.
Claramente este invento supranacional emanado de
entidades internacionales también ha sido infructuoso, y, sobre este tipo de
entidades y su ineficacia podríamos prologarnos en un largo etcétera.
Por eso
no son vanas nuestras sospechas.
1
Consultar ALADI: http://www.aladi.org/