Un turista va por un camino y se le
queda el auto en medio de la nada. Al rato, pasa un chacarero a bordo de un
camión cargado de animales y se ofrece para llevarlo hasta la próxima estación
de servicio. El chacarero explica que en el camión lleva animales para
venderlos en el mercado del pueblo; la conversación se pone tan animada que el
conductor se distrae y se cruza de mano, justo cuando de frente se aproxima un
auto a toda velocidad.
El chacarero volantea y esquiva el
auto, pero no puede evitar irse a la banquina. El camión vuelca, y el turista
sale despedido; se rompe tres costillas y el húmero, en la cabeza sufre un
corte profundo, su rostro está todo cortado por los vidrios del parabrisas...
El chacarero, casi indemne, se acerca
a la caja y revisa su carga. Al rato regresa en busca de una escopeta que tenía
en el camión y grita, indignado: «Estas gallinas están todas arruinadas; no me
van a dar un peso por ellas». Y mata a todas las aves. «Estos dos chanchos
están hechos mierda, sangrando y con las patas quebradas. No sirven para nada».
Y los mata de sendos disparos de escopeta. «¡Mirá estas cuatro ovejas! ¡Un
desastre: las patas rotas, la lana toda ensangrentada...! No saco ni un peso
por ellas; mejor las sacrifico para que no sufran».
Y las mata.
Cumplida su macabra carnicería, el
chacarero se acerca a donde está tirado el turista y dice:
-¿Y vos, flaco, cómo estás?
-¡Perfecto, perfecto!