Una mañana de lunes, el cartero está
haciendo su ronda habitual por un suburbio elegante. Se acerca a una de las
casas de su reparto y ve al dueño saliendo con una caja llena de botellas de
vino y latas de cerveza vacías.
-Flaco, que pedazo de fiesta tuvieron
anoche...
-No; en realidad estos son los restos
de la fiesta que arrancó el sábado a la noche, pero duró hasta ayer a la tarde.
Pero como estaba tan borracho, recién ahora me puedo mover.
-Epa, ¿y se puede saber qué pasó?
-Sí, claro: invitamos a unas quince
parejas del barrio y por el vino, la cerveza, el whisky, el vodka, la cosa se
puso medio pesada... Llegó un punto que alguien propuso jugar al «¿Quién soy?»
y todos nos prendimos...
El cartero se rasca la cabeza, piensa
y pregunta:
-No, ese juego no lo conozco. ¿Cómo es
el «¿Quién soy?»
El dueño de la casa responde:
-Fácil: todos los varones nos metemos
en un cuarto, y salimos de a uno, cubiertos totalmente con una sábana salvo
«las partes», y las chicas tienen que decir quién es...
El cartero se ríe, y dice:
-¡Jajaja! ¡Qué lástima que me lo
perdí!
-No te creas... Tu nombre surgió siete
veces...