Un hombre, absolutamente pasado de
copas, le pide al barman que le sirva un whisky. El cantinero lo mira y le
dice:
-No, muñeco; andate a tu casa que ya
tomaste demasiado...
El hombre se va del bar, camina unos
metros y regresa al establecimiento. Encara al barman y le dice:
-¿No me vendés un whiskycito, papá?
El cantinero, nuevamente, se niega:
-No, macho, no... Estoy haciéndote un
favor. Andate a tu casa.
El borracho sale del local, camina
algunos pasos y retorna:
-Señor: ¿no me sirve un whisky? Doble,
por favor, sin hielo...
El barman, asombrado por la
insistencia, le dice:
-¡Flaco; ya te dije tres veces que no
te voy a vender más alcohol! Estás del otro lado... ¿No querés que te llame un
taxi para irte a tu casa?
El borracho, sin contestar, vuelve a
salir del bar; hace unos metros, y vuelve a ingresar.
-Barman, cantinero... Necesito un
whisky doble sin hielo.
El barman, ya perdiendo la paciencia,
le dice al borracho:
-¿Pero será posible? ¿No te dije ya
cuatro veces que no te voy a vender más alcohol?
-¡Uy, flaco, otra vez vos! Pero, ¿se
puede saber en cuántos bares trabajás?