¿Quién
es este general nacido en Morón en 1928, llamado Reynaldo Benito Antonio
Bignone Ramayón?
El
nombre de Bignone comenzó a sonar en la prensa en 1974, a partir de un atentado
que aún hoy permanece confuso: la muerte del general chileno Carlos Prats y su
esposa Sofía Cuthbert en la madrugada del 30 de septiembre de 1984, cuando
colocaron una poderosa bomba en su automóvil.
El poder
del explosivo fue tal que el techo del auto voló hasta la terraza de un
edificio vecino, a ocho pisos de altura, en la calle Malabia del barrio de
Palermo.
Bignone
estuvo a cargo de la seguridad del general Prats.
Prats
fue jefe del Ejército chileno durante el gobierno de Salvador Allende y,
temiendo por su vida, se exilió en Buenos Aires.
Un ex
agente de la Dirección de Inteligencia chilena, DINA, la policía política de
Pinochet, llamado Enrique Lautaro Arancibia Clavel fue, hasta el momento, el
único acusado.
Mediante
la investigación judicial pudieron establecerse puntos de contacto entre el
atentado contra Prats y los asesinatos del ex canciller chileno Orlando
Letelier en Washington y el dirigente demócrata cristiano Bernardo Leighton en Roma.
Bignone
era, en 1974, coronel del Estado Mayor del Ejército. Declaró ante los estrados
judiciales que conoció al general Prats pero no así a su esposa, y que nunca
estuvo en la casa de la calle Malabia 3.351. Recordó que cuando el matrimonio
Prats llegó a la Argentina, en 1973, el general Perón dio la orden al Ejército
de ayudarlo, orden que recibió el general Carcagno y esas directivas de
concretaron a través del entonces ministro de Economía José Ber Gelbard quien
le consiguió a Prats un empleo en Cincotta S.A., una de sus empresas, y le
alquiló un departamento.
Bignone
declaró que en esa época se desempeñaba como Secretario del Estado Mayor y,
entre otras tareas, le correspondió ocuparse de pagar el alquiler del
departamento de Prats.
Recordó
que luego de un tiempo Prats fue a verlo aduciendo que había recibido una
llamada telefónica con amenaza de muerte, mostrándose afligido, y que en
aquella oportunidad él minimizó la cuestión con la intención de tranquilizar a
Prats, pero luego habló con el Jefe de Inteligencia del Ejército y a partir de
allí se le proporcionó a Prats custodia policial, pero no podía asegurarlo.
También
expresó Bignone que en esa época el Ejército no brindaba seguridad a nadie
fuera de sus instalaciones y su personal.