«Una comunicación indecente (es decir, desprovista de valor intelectual, de decencia, de cultura) y manipulada (es decir, engañosa, bajo las múltiples formas que pueden inducir al error a aquellos que la reciben) priva a la población de medios intelectuales para defenderse.
Un país no se puede considerar una democracia si una gran mayoría de su población está sometida a una comunicación manipulada y a una información fundamentalmente falsa».
Giulietto Chiesa, periodista italiano.