"ME CAGO EN
PERON"
Cooke
había ido a Córdoba para dar una conferencia sobre el fallido regreso de Perón
de 1964, abortado por la Cancillería del gobierno de Arturo Humberto Illia y
todo el país gorila.
Ahora,
Cooke y Salamanca están en la calle 27 de Abril, en la casa de los mecánicos, y
ahí tienen un diálogo trascendente. Salamanca dice a Cooke:
–Mirá,
Gordo, el problema es éste: los obreros son peronistas, pero el peronismo no es
obrero.
Cooke
responde:
–Si el
peronismo fuera obrero como los obreros son peronistas, la revolución la
haríamos mañana mismo.
–Y sí,
claro –dice Salamanca–. Tenemos que conducir a la clase obrera al encuentro con
su propia ideología. Que no es el peronismo.
–Estás
equivocado –dice Cooke–. Eso es ponerse afuera de los obreros. Eso es hacer vanguardismo
ideológico, Salamanca. Recordá el brillante consejo de Lenín: hay que partir
del estado de conciencia de las masas. ¿Está claro, no? La identidad política
de los obreros argentinos es el peronismo. No estar ahí, es estar afuera.
Salamanca,
muy firme, dice:
–Bueno,
compañero. entonces nosotros estamos afuera. Afuera del peronismo y sobre todo
afuera de la conducción de Perón.
Cooke,
irónico, sonríe. Se siente seguro. Sabe que tiene algo sorpresivo para decirle
a Salamanca (y probablemente a todos nosotros). Antes, lo agrede un poco.
Siempre con estima, con respeto, pero no deja de decirle lo que duele de los
tipos como Salamanca, de la izquierda obrera argentina. De los cordobeses
combativos.
–No hay
caso entre ustedes y Perón, ¿eh? Cómo les jode, che. “Bonapartista.”
“Nacionalista burgués.” A veces, “fascista”. Pero esto, menos. Se lo dejan a la
derecha. Pero todo lo que le dicen, también “populista” y algo más que
seguramente olvido, son distintas formas de decir lo mismo, Salamanca. Que Perón
no representa los verdaderos intereses de la clase obrera. Que la clase obrera
argentina tiene un líder y una ideología burgueses. Bueno, mirá, escuchame
bien. –Y aquí dijo su frase sorpresiva.
La frase
más inesperada de la noche. Ahí, en la calle 27 de Abril, la calle de los
mecánicos.
Dijo Cooke–: Yo me cago en Perón.
Salamanca
responde:
–Nosotros
también nos cagamos en Perón. Parece que estamos más de acuerdo de lo que
creíamos.
–
No
–dice Cooke–, no estamos de acuerdo. Porque ustedes se cagan en Perón de una
manera y yo y los peronistas como yo de otra.
Es
reconocer el liderazgo de Perón, pero no someternos mansamente a su condición
estratégica. Para nosotros, Salamanca, para mí y para los peronistas como yo,
para los peronistas revolucionarios, cagarnos en Perón es creer y saber que el
peronismo es más que Perón. Que Perón es el líder de los trabajadores
argentinos, pero que nosotros, los militantes de la izquierda peronista, tenemos
que hacer del peronismo un movimiento revolucionario. De extrema izquierda. Y
tenemos que hacerlo le guste o no a Perón. Porque si lo hacemos, compañero, a
Perón le va a gustar. Porque Perón es un estratega y un estratega trabaja con
la realidad. Una realidad que, más allá de sus convicciones que son muy
difíciles de conocer, Perón va a tener que aceptar.
Porque
Perón, Salamanca, ya no se pertenece. Quiero decir: lo que no le pertenece es
el sentido polítíco último que tiene en nuestra historia.
Porque Perón va a
tener que aceptar lo que realmente es, lo que el pueblo hizo de él: el líder de
la revolución nacional y social en la Argentina. Ésa es, entonces, compañero,
en suma, mi manera de cagarme en Perón”.
Fuente:
José Pablo Feinmann.Peronismo.Filosofía política de una obstinación argentina.