Las siempre recomendadas Charlas
de Quincho
Ambito Financiero -Lunes 26 de
Diciembre de 2011
Navidad inusual para la Presidente,
no por la zona del país donde transcurrió, sino por el domicilio y el menú
elegidos. La mandataria comienza pronto una trajinada agenda de giras por otros
países: en el primero que visitará hablará de dos túneles. También hubo
agitación en la numerosa fracción del Gobierno que simpatiza por una casaca,
para lograr el conchabo de un veterano técnico. En esa gestión resurgió una
vieja pregunta: ¿de quién era hincha Juan Perón? En tanto, la provincia tendrá
un enero mucho más futbolístico que artístico: dos cantantes (uno español, otro
argentino-venezolano) cancelaron sus presentaciones en Mar del Plata, quizás
porque no hay elecciones a la vista. Veamos.
Navidad con cambios y con un
regalazo para la Presidente; modificó su costumbre de permanecer en su casa de
Río Gallegos todo el fin de semana con íntimos y algún asistente para cenar el
viernes en casa de su cuñada Alicia para celebrar con hijos y sobrinos el
nacimiento de Néstor Ricardo, hijo de Natalia Mercado, que es a su vez hija de
la ministra de Desarrollo y su exmarido, el sindicalista «Bombón» Mercado.
Junto a su hijo Máximo y la novia Rocío ordenaron un catering de sándwiches de
lomo y gaseosas para esa reunión que cambió hábitos de Cristina de Kirchner
cuando viaja al sur y elude compromisos de agenda. Igual pudo desentenderse de
asuntos que arrastró en la semana, como el duelo por la muerte de Iván Heyn
cuando compartían comitiva en Montevideo -algo irremediable como toda
tragedia-.
Sí parece remediable la soltura
de lengua de algunos funcionarios que enredan a un Gobierno al que no le faltan
entuertos; en ese punto recibió la Presidente un regalo de parte de José
Sbatella (jefe de la UIF, oficina antilavado del Ministerio de Justicia):
prometió que no va a volver a hablar. Costó hacerlo callar y tuvo que actuar
Florencio Randazzo para desmentir que las nuevas normas contra el terrorismo
pudieran aplicarse a los mensajes periodísticos. En la semana de mayor calor en
la relación con algunos medios que se recuerde desde la sanción de la Ley de
Medios Audiovisuales
-Papel Prensa, cruce de
acusaciones por la intervención a Cablevisión-, se le ocurrió a este
funcionario esta interpretación. Le llamaron la atención desde la Casa de
Gobierno varias veces y estuvo al borde de la renuncia, un daño que tampoco
podía permitirse el Gobierno por la delicada materia que atiende este «Pepe» al
que nadie podía callar. Cuando lo llamaron al orden, explicó que él quería
enfrentar las críticas de la izquierda de adentro y de afuera del Gobierno.
Estos sectores -con Raúl Zaffaroni de vocero- decían temer que las normas
antiterrorismo se aplicasen a piqueteros y otros alborotadores sociales. Él
intentó decir que si era así, también se podían aplicar a lo que llama él «la
derecha», donde incluye a banqueros y a periodistas. Un exceso en el blindaje
que buscó Sbatella para que no lo acusasen de antipiquetero, algo que nadie
hizo, y de conservar la protección de ala izquierda de la alianza de Gobierno.
Hizo enojar a todos y le empañó
la fiesta navideña a toda la cúpula del Gobierno, que tiene en estas horas que
andar explicando que la nueva ley sólo duplica penas a delitos que existieron
antes. Como ese sector izquierdista que busca convertir al GAFI (ente
internacional antilavado) en un ariete del imperialismo -algo que sostienen
también los lavadores de dinero, a quienes Sbatella presumiría están a la
derecha de la pantalla-, el Gobierno puso en la nueva norma una aclaración de
que esas penas antiterrorismo no se aplican a quien reclame por derechos
humanos o garantías constitucionales. Con eso, más que aplacar a los críticos,
los enardeció más. Para los puristas del derecho, era redundante que el Código
Penal garantice garantías ya existentes en la Constitución, pero Cristina de
Kirchner -aun admitiendo eso- reclamó la aclaración para cerrarles la boca a
los críticos.
Pero funcionó al revés, porque
esas menciones enojaron más a un Zaffaroni que dijo que la norma es un
disparate. Pese a lo dicho por esta voz tan apreciada en Olivos, la Presidente
hasta anoche pensaba promulgar la ley sin veto alguno. Si lo hubiera hecho,
sería para retocar en el texto la palabra «terrorismo», vocablo que eluden
otros países que huyen de esas generalizaciones que surgen de la dificultad de
definir al «terrorista» (¿una raza, una profesión, una manía?) y «terrorismo»
para usar la idea de «acto terrorista», es decir, limitar la aplicación de
terrorista a un hecho individual y no a una conducta genérica. El silencio de
Sbatella, aunque costase movilizarlo a Randazzo en una incursión disciplinaria,
es un buen regalo de Navidad para la Presidente y el Gobierno.
El regreso hoy a Buenos Aires
tiene para la Presidente asuntos de más nervio y con color global, algo que le
gusta porque sabe que mostrarse en asuntos internacionales la protege de
críticas -la oposición casi nunca objeta los issues globales del Gobierno, más
aún, lo apoya como en Malvinas o antivalado-. Primero debe atender la agenda de
viajes de 2012 que se inicia en la tercera semana con la postergada invitación
a Chile. La marea anti-Piñera se tranquilizó y ya no produce daño exhibirse con
el presidente chileno, cuyo prestigio llegó a caer en el peor momento de la
pelea con los estudiantes al nivel más bajo de toda la era democrática de ese
país. Lo que movió a la Presidente a evitar ese roce fue algo más delicado y en
lo que creyó conveniente proteger a Piñera: la oposición reclama por una
reforma educativa en Chile entonando el nombre de Cristina y pidiendo
«educación como en la Argentina». Eso lo tuvo que padecer el mandatario cuando
vino al acto de jura presidencial en el Congreso y una barra le pidió
«educación popular» como si estuvieran en Chile. Enojó a Piñera, más que los
invitados a esa jura no fueran agasajados, por ejemplo, con una cena de Estado,
que el cantante oficialista Ignacio Copani dijera esa tarde de la jura desde el
escenario montado por el Gobierno que «en Chile se fue Pinochet, pero hay cosas
que no han cambiado».
Pero ahora Cristina va a Chile y
tiene anotados dos temas para destrabar; la obra de Aguas Negras, por la que
empuja el gobernador José Luis Gioja porque sale de su provincia, San Juan, y
el del paso Libertadores, emprendimiento faraónico del grupo Eurnekian que está
más demorado. No sólo por el monto, sino porque hasta ahora el Gobierno chileno
se ha resistido a otorgar los avales al endeudamiento de los emprendedores,
algo que tiene que pasar por el congreso de Valparaíso. El paso de Aguas Negras
caminará rápido -Cristina hará anuncios sobre eso en Chile el 24 y 25 de
enero-, pero sobre el otro túnel resta un capítulo de negociación que, según
los funcionarios que llevan el tema en el Gobierno argentino, tiene que ver con
la falta de experiencia de los chilenos en empresas binacionales, algo que en
la Argentina es ya común, como Yacyretá o Salto Grande. Los chilenos de Piñera
a veces se muestran reacios a firmar lo que para ellos sería una cesión de
soberanía a un ente binacional, es decir, a la Argentina. Pero confían los
amanuenses en que se destrabará antes del viaje presidencial.
El embajador en Chile, Ginés
González García, es uno de los organizadores de esa excursión, pero sus afanes
de la semana que pasó, además de pasar la Navidad en su terruño de San Nicolás,
tuvieron que ver con algo que ningún funcionario del ala racinguista, que es
inmensa en este Gobierno, admitirá: trabajar para capturar al «Coco» Basile
como director técnico de esa casaca, algo que creen podrán formalizar entre hoy
y mañana. Antes, los operadores del racinguismo de Estado (que va de Julio Alak
a Máximo Kirchner, pasando por Guillermo Moreno, Alejandro Vanoli, Luis
Bontempo, Chacho Álvarez, Alicia Kirchner, Ginés y Diego Bossio) intentaron
-como todos los clubes argentinos- convencer a Carlos Bianchi, que existe por
decir que No a las ofertas. Encerraron a Basile en la parrilla que él frecuenta
-La Raya, en Palermo- y han terminado de convencerlo. Que haya aceptado el
«Coco» es más importante para el Gobierno que el silencio de Sbatella o el
túnel a Chile. La buena posición que alcanzó en el último torneo ha hecho
revivir al racinguismo kirchnerista que busca en las entrelíneas del libro de
memorias que acaba de sacar Antonio Cafiero constancias sobre si Perón era o no
de Racing. La leyenda decía que sí, pero Antonio ha dicho que alguna vez el
fundador del peronismo era de Boca de Juniors.
Uno de los racinguistas más
encumbrados del Gobierno dice poseer constancias decepcionantes. Tendría
testimonios de Ramón Cereijo, expresidente de Racing, de que, en realidad, a
Perón nunca le interesó el fútbol ni ningún otro deporte competitivo. Le
gustaban la esgrima, el boxeo, los caballos, pero no el balompié. Quienes lo
conocían en serio dicen que en realidad las simpatías de Perón iban hacia
Tigre, pero que Eva Perón repetía que era de Boca porque era el equipo más
popular. Los más ortodoxos se atan al testimonio de Manuel Urriza (uno de los
tres confidentes de Perón en Madrid junto con Juan Manuel Abal Medina y Julián
Licastro), que en sus memorias cuanta que una vez estando en Puerta de Hierro
le dijo: «Qué lindo sería, Urriza, estar en la Argentina e ir a ver a Racing».
Este club, dicen los hermeneutas, era tradicionalmente del conservadorismo,
mientras que Independiente era más de los radicales y se entiende que Perón,
siendo un conservador («como todo mitrista, lee La Nación recién por la noche»,
dijo de él un entornista), fue comprensible que admitiese, en vida, que al
estadio de Racing le pusieran su nombre.
De la agenda global forma parte
el relanzamiento de la campaña mundial de reivindicación de la soberanía en
Malvinas que será el eje del Gobierno en 2012, aniversario 30 de la guerra de
1982, y que incluye la reposición del embajador en Londres y la designación de
uno o dos embajadores itinerantes exclusivamente dedicados a esa campaña.
Aunque nadie mira para ese lado, el representante en la ONU Jorge Argüello es
hasta ahora el bastonero de esa movida. Dedicó buena parte del desempeño que
termina ahora como representante en la ONU a viajar por el mundo para dar
conferencias sobre Malvinas. Además, este Argüello consigue cosas que nadie
logra, como que el embajador de Gran Bretaña en la ONU vaya a una cena de
despedida por el pase a Washington del argentino y que además se saque fotos
con él.
Fue en una recepción que se
llevó a cabo en la sede del Consulado Argentino en NY y que reunió a
embajadores y cónyuges de los distintos países acreditados para despedir a
Argüello de esa ciudad, a la que asistieron el secretario general de la ONU,
Ban Ki-moon, y el presidente de la Asamblea General y el qatarí Nassir
Abdulaziz al-Nasser con sus respectivas esposas que fueron a la sede argentina,
un imponente edificio a metros de la Quinta Avenida, para disfrutar además de
unas melodías tangueras que ofrecía una pequeña orquesta de músicos argentinos.
Entre los que se acercaron a despedir a Argüello se pudo ver al embajador
británico Sir Mark Lyall Grant, quien, pese a las tensiones por caso Malvinas
de la última semana, no dejó de concurrir para estrecharle la mano. El inglés
no se perdió la oportunidad, además, de disfrutar de unas buenas empanadas
argentinas con vino Malbec y eso le costó la foto que algún colega celoso de la
diplomacia británica se va a ocupar de cobrarle caro.
Algo cambia en el sciolismo; no
hubo fútbol este fin de semana, Daniel Scioli redujo su actividad en el
«weekend» navideño a la asistencia anoche a la misa de la catedral de La Plata,
además de la celebración familiar en La Ñata, que coincidió con el cumpleaños
del padre de Karina Rabolini. (Difícil festejar cumpleaños en estas fechas, se
confunden los brindis, se reciben menos regalos porque los familiares hacen doblete,
de cumpleaños y por Navidad; les pasó el fin de semana a dos políticos del ala
más pía, a Jorge Bergoglio y a Santiago de Estrada, que cumplieron años el
pasado 17 de diciembre. El primado cumplió los 75 que le imponen la jubilación
como arzobispo de Buenos Aires.) Esos cambios parecen acompañados por algún
signo de los tiempos, como la suspensión del viaje a la Argentina de Julio
Iglesias, que iba a acompañar al gobernador en su cumpleaños el 13 de enero
próximo en Mar del Plata.
Este nuevo clima se produce bajo
señales de chispas con sectores kirchneristas de la nueva gobernación, que
jalean banderas mariottistas para diferenciarse del gobernador. No es algo
nuevo para Scioli, que ya vivió cuando era vicepresidente los mismos
nubarrones. A quienes lo vieron el fin de semana -dedicado al entrenamiento en
fútbol 5- los tranquilizó como siempre con palabras que anotaron como si
saliesen de un oráculo: «Toda relación nueva lleva tiempo, toda nueva relación
se construye. Con Gabriel hablamos mucho más de lo que la gente conoce y entre
nosotros no hay ninguna diferencia». Llama a los propios a que no se compren
fabricaciones periodísticas que buscan mejorar posiciones de terceros girando
en descubierto sobre el gobernador y su vice. Scioli comienza bajo esos auspicios
de cambio la temporada alta, como todos los años, instalándose en la vidriera
de la costa atlántica con sede en Mar del Plata. La ausencia de Julio Iglesias
aporta otro cambio por-que tampoco viene Ricardo Montaner y no habrá recitales,
como en el último verano, que era de campaña. Sí habrá mucho fútbol, porque el
equipo de Villa La Ñata participará en enero en el polideportivo del puerto de
Mar del Plata del hexagonal en el que competirán Boca Juniors, Peñarol de
Montevideo, Independiente, el combinado de Alberto Samid de La Matanza, Pinocho
(último campeón) y los naranjas de La Ñata.
Un cumpleaños, el del asesor de
Ricardo Gil Lavedra, Osvaldo Pérez Sammartino, concentró a un grupo de abogados
y dirigentes en uno de los últimos quinchos transversales del año, que juntó al
camarista nacional electoral Alberto Dalla Vía; al exlegislador radical Jorge
Enríquez; al arquitecto Hernán Vela, escudero de Hernán Lombardi; al exdirector
de Parques Nacionales del Gobierno de la Alianza, Marcelo López Alfonsín;
Andrés Borthagaray, otro arquitecto radical que se responsabiliza desde hace
años de la planificación de la Ciudad de Buenos Aires; y al presidente de la
Cámara de la Minería, Martín Dedeu, entre otros, en la parrilla del club CUBA,
aledaña al velódromo porteño.
Hubo cruce de información sobre
los tentáculos del macrismo que se dedican a recoger heridos de todos los
partidos, pero principalmente de la UCR y el PJ. Eso es lo que festeja casi
diariamente, decían mientras terminaban con la entrada de molleja, Mauricio
Macri, quien se ha convencido de que debe apurar la captura mientras los
derrotados del 23 de octubre no salgan del estado de convalecencia. En la mesa
chica del macrismo, contaron, hay críticas a ese método porque la captación de
un dirigente peronista o radical no asegura siempre que traiga votos de esos
sectores. Se preguntaron también por el destino de la investigación que se ha
abierto en Santa Fe sobre la responsabilidad del exdefensor provincial y hoy
aliado del macrismo desde una banca de diputado, Norberto Nicotra, por haber
contratado mientras ocupaba el primer cargo a dos militares ya detenidos por
sus presuntas responsabilidades en delitos cometidos en la represión
clandestina de las guerrillas.
Nicotra estuvo, de paso, en una
pollada que ofreció el cómico y excandidato a gobernador del macrismo a la
gobernación Miguel del Sel, en donde esa pregunta se repitió. También se
preguntaron si el periodista rosarino, que además es abogado, aceptará la
oferta de ser legislador en el Congreso de Italia en representación de los
emigrados -tiene ciudadanía italiana- algo que puede impulsar una nueva carrera
política.
Otro argentino fue crucial en la
actual Legislatura italiana: Esteban Caselli, senador, fue clave por su voto en
su momento para la designación de Silvio Berlusconi. A los postres, Enríquez
-como la mayoría de los presentes, egresado del Nacional de Buenos Aires- contó
que el ente Cassaba que preside en extinción ya ha repartido $ 22 millones de
aportes que se hicieron en esa caja de jubilaciones entre 55 mil abogados. Le
quedan por repartir otros $ 6 millones entre otros 10 mil abogados que
adelantaron dinero para esa caja para abogados porteños que creó el ibarrismo y
que se disolvió cuando Enríquez ganó las elecciones prometiendo que la
cerraría. De esa caja quedarán unos 90 beneficiarios que cobrarán pensiones y
jubilaciones hasta que se mueran, para lo cual la Cassaba le tiene que dar $ 8
millones al Gobierno de Mauricio Macri, si el kirchnerista Tito Nenna
(legislador y sindicalista de la educación) destraba la ley para hacerlo.