miércoles, diciembre 28, 2011

Paréntesis


Mauricio llega a su casa y encuentra a su mujer, Sara, llorando desconsoladamente. Le pregunta qué le pasa y se genera el siguiente diálogo:
-¡Sos una basura!... me contaron que tenés un fato con tu secretaria. ¿Por qué me hacés eso, eh? ¿No fui siempre una buena esposa, no te cociné, te planché, crié a tus hijos y estuve en las buenas y en las malas durante 30 años?
Mauricio, apesadumbrado, contesta:
-Sí, es verdad lo de la aventura y es verdad lo que decís. Pero tenés un gran defecto: no gemís cuando hacemos el amor.
-¿Y por eso me engañás con la secretaria? ¿Por qué no me lo dijiste antes? Vamos ya mismo al dormitorio y si eso es lo que querés, eso te doy... ¡yo también puedo gemir!
Suben al cuarto, se desvisten y se acuestan en la cama.
-¿Ahora, Mauricio? ¿Ahora tengo que gemir?
-No, Sara, esperá...
Empiezan a besarse y Mauricio empieza a acariciarla.
-¿Ahora, Mauricio?... ¿ahora es cuando gimo?
-No, Sara, esperá un poco más...
El marido se pone en posición para hacerle el amor.
-Ahora, Sara, ahora empezá a gemir...
-Oy, vey, ¡no sabés el día infernal que tuve hoy!

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