martes, mayo 29, 2012

A 42 años del Aramburazo, Onganía cómplice y "ajusticiamiento", no crimen _III - Une Aramburazo de 42 ans, complice Ongania et «exécution», et non pas le crime _III


A 42 años del Aramburazo -parte III

Recuperando el valor de las palabras y de algunos hechos:

¿Crimen o ajusticiamiento?

Onganía ¿cómplice?





La Gaby se ha sentado ante una máquina de escribir. ¿Cuál podría ser? ¿Una Olivetti, una Remington? Supongamos: una Lettera 32. ¿Escribe ella los comunicados o ya estaban escritos? Raro que ya estuviesen escritos. Nadie puede escribir el futuro. O prefigurarlo en comunicados. Probablemente Ramus –es una posibilidad– que ha ido de La Celma a la casa en que está Norma y luego ha regresado. Que se mueve sin que sepamos muy bien por dónde.
Probablemente él sea quien le ha informado el desarrollo de los acontecimientos. Gaby redacta el primer Comunicado o le da forma definitiva al boceto que ya había escrito Fernando. El resultado es lo que sigue:
“Perón Vuelve
Comunicado N° 1
“Al pueblo de la Nación:
Hoy a las 9.30 hs. nuestro Comando procedió a la detención de Pedro Eugenio Aramburu, cumpliendo una orden emanada de nuestra conducción a los fines de someterlo a Juicio Revolucionario.
Sobre Pedro Eugenio Aramburu pesan los cargos de traidor a la patria y al pueblo y asesinato en la persona de veintisiete argentinos.
Actualmente Aramburu significa una carta del régimen que pretende reponerlo en el poder para tratar de burlar una vez más al pueblo con una falsa democracia y legalizar la entrega de nuestra patria.
Oportunamente se darán a conocer las alternativas del juicio y la sentencia dictada. En momentos tan tristes para nuestra Argentina que ve a sus gobernantes rematarla al mejor postor y enriquecerse inmoralmente a costa de la miseria de nuestro pueblo, los Montoneros convocamos a la resistencia armada contra el gobierno gorila y oligarca, siguiendo el ejemplo heroico del general Valle y de todos aquellos que brindaron generosamente su vida por una Patria Libre, Justa y Soberana.
¡Perón o muerte! ¡Viva la Patria!
Comando Juan José Valle
MONTONEROS”

La Gaby se recuesta contra la silla. Repasa el texto. No lo puede creer. Carajo, ¡lo que hicieron!

El despelote que se va a armar en el país. Se van a cagar en las patas cuando en las redacciones del cipayaje periodístico lean ese Comunicado. Se lo van a pasar de mano en mano. No van a saber si es auténtico o no. O peor: si es auténtico, no se van a animar a publicarlo. Y si lo publican será con el culo a cuatro manos.

Arrostito no se equivoca. El Comunicado sacude al país.

Años después, en medio del terror de la dictadura de Videla, otro texto llegará a las redacciones: la Carta de Rodolfo Walsh a la Junta Militar. No asustó a nadie.

En la revista Gente se la pasaban de mano en mano y se ahogaban de la risa. ¡Mírenlo al loco éste! ¿Quién se cree que es? El solo contra la Junta Militar. Deben estar temblando los Comandantes. Siempre fue un loquito ese irlandés. Ya lo deben haber metido en un horno.
Esa revista estaba llena de “verdugos voluntarios de Videla”.

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Se mata de muchas maneras.

Cuando el Ejército necesite fraguar la muerte de Arrostito, en Gente sacarán una tapa que se estudia y se estudiará como un ejemplo impecable de la banalidad del mal.
Está la foto de la Gaby y –cubriéndola parcialmente– un sello burocrático, un sello de oficina estampado con fuerza, con brutalidad. La palabra impresa es: Muerta.

Pero el Comunicado N° 1 de Montoneros estremece a todos.
La cosa es grave.
En Gente acaso hayan repetido una frase dicha años atrás a causa del secuestro de un embajador extranjero en Guatemala: ¿En qué nos tendremos que transformar para sobrevivir?
Exactamente en lo que se transformaron.

Para su desgracia, pocos habrán de averiguarlo tan exhaustivamente como Norma Arrostito.

Después del “aramburazo” se transforma en un mito. De aquí su permanencia excesiva en la ESMA. Su tortura se prolonga porque no quieren matarla. Es un trofeo. La Marina la exhibe con orgullo.
Ellos la tienen. Tienen a la “concha” de los Montoneros. Le dicen así: la concha de los Montoneros.

Hay secretas historias que la atrapan y le otorgan protagonismos sorprendentes. Que, en 1974, Perón, buscando desarmar la conducción de Montoneros, le dice a Juan Manuel Abal Medina que quiere hablar con ella. Pero, ¿cómo encontrarla? Y también: ¿puede Perón, en 1974, hablar con Norma Arrostito sin que los suyos, ese poderoso círculo nazi-fascista que él fortaleció, se lo impidan? ¿Puede haber algo más loco para ese Perón a meses de morir que hablar con la Gaby?

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La esperanza de la salvación ha ido alejándose de Aramburu. Ya no busca ganar tiempo. Se ve que no aciertan a encontrarlo. O que la policía de Onganía no pone muchas ganas. Esta certeza lo fue atrapando hora tras hora: ¿para qué querría salvarlo Onganía? Debía saberlo todo el leporino. Serenidad y pistas falsas habrá sido su consigna.
Pero, ¿y sus amigos? ¿Y los que estaban con él en la patriada de tirarlo abajo? Nada, impotentes por completo. Les habrán negado todo. No los habrán dejado participar en nada.

¿Se quedaron sin el líder, no? Jódanse, sin Aramburu no hay golpe. No hay pieza de recambio.
Sigue Onganía. Veinte o treinta años más. Como él dijo.

Aramburu busca romper sus ataduras. Se lastima las muñecas. Le brota sangre.
–Ese nudo está muy bien hecho, general –dice Fernando–. Y aunque lograra desatarse, ¿qué lograría?

Le fallaron los suyos. No lo encontraron a tiempo. ¿Lo habrán buscado en serio?
–¿Quién puede saberlo? Hay muchos cretinos detrás de Onganía. Gente que me odia. Que le repugna mi plan de negociar con Perón. Quieren verme muerto. Ustedes les van a hacer ese favor.
–A nosotros también nos repugnan sus planes de arreglar con Perón. Pero por otro motivos.

–Sin embargo, coinciden.
–De ningún modo. Ellos quieren sostener el Estado Gorila. Nosotros queremos destruirlo.
–Pero los dos quieren matarme.
–Por distintas razones.
Grave sería si fuera por lo mismo.

 Usted se puso en un lugar peligroso. El de los conciliadores. Si las partes no quieren conciliar, los matan. Fuego cruzado.

Pero usted nos incomoda más que Onganía, el otro que podría querer su vida.

Usted no quiere sostener el Estado Gorila. Quiere crear un nuevo régimen con el peronismo adentro.

Los gorilas son brutos. Ni piensan en eso. Sólo piensan en seguir con la represión.
Su plan es el más hábil. Es hacer de Perón un general manso dominado por la burguesía. Eso nunca.

Aramburu regresa al tuteo. Siempre que lo hace es porque se siente perdido. Porque es su última carta.
–Sos un idiota, pibe.
–Le exigí que no me tuteara.
–¿Cómo no te voy a tutear si sos un pendejo? Vas a arruinar tu vida. Tu idealismo de los veinte años te va a costar muy caro. Yo también tuve veinte años. También tuve sueños de juventud. Pero esos sueños no exigían la muerte de nadie.

Fernando lo mira con desdén. Aramburu recibe de pleno esa mirada. Acaso nunca lo miraron así. No con odio, sino como a un pobre tipo.
Lleva 15 años recibiendo halagos, homenajes, reconocimientos. Pero este pibe se permite mirarlo con menosprecio, con una repulsa tan extrema que hiere, que deshonra.

 Y con una altanería, con un irreverencia que, recién ahora, aparece en estado puro, sin los velos, sin las cortesías forzadas entre captores y prisioneros. Ese menosprecio se expresa ferozmente, lejos de toda civilidad, de todo trato entre caballeros cuando le dice:
–General, perdone mi franqueza. Pero usted, a los veinte años, ya era un milico de mierda con alma de asesino.

Fernando abandona la habitación. Cierra de un portazo.

José Pablo Feinmann. Fragmento del Ensayo Peronismo 
(Filosofía política de una obstinación argentina) Diario Página/12


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