El folclórico compromiso de la ONU
(y sus países) con los indígenas
Otramérica
Se está celebrando el Undécimo Periodo de Sesiones del Foro Permanente de Naciones Unidas para las Cuestiones Indígenas.
Bienvenidas y bienvenidos al folclore oficial. La doble moral llega a tal nivel que el tema de la Sesión es “La doctrina del descubrimiento”. Mientras las personas participantes se esfuerzan por hacer oír su voz, el mundo mediático y político les da la espalda.
Bienvenidas y bienvenidos al folclore oficial. La doble moral llega a tal nivel que el tema de la Sesión es “La doctrina del descubrimiento”. Mientras las personas participantes se esfuerzan por hacer oír su voz, el mundo mediático y político les da la espalda.
Este XI Periodo de Sesiones coincide con el quinto aniversario de la firma de la Declaración sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas (septiembre de 2007) por parte de la Asamblea General de la ONU. Y es esa declaración la prueba más evidente del poco peso político real que le dan los Estados a la realidad de los pueblos originarios del planeta. El jurista y miembro del Foro Bartolomé Clavero, en su post Pulso a la Declaración, afirma: “La débil respuesta de parte de las propias Naciones Unidas puede simbolizarse por la catalogación de la nueva norma en el sitio web del Alto Comisionado para los Derechos Humanos, donde se le incluyó y se le mantiene en el capítulo, no del Derecho a la libre determinación, sino de los Derechos de las minorías”.
El presidente de las Sesiones, el gran jefe Edward John insistía en la apertura en que “existe una necesidad increíblemente urgente de que todos los pueblos indígenas, los Estados y la ONU tomen medidas efectivas y coordinadas para solucionar la discriminación, el racismo, la marginación, la extrema pobreza y el conflicto que sufrimos”. Pero ni los medios de comunicación, ni los Estados, ni la propia ONU (cuyo secretario general no se dignó a asistir a la apertura de este Foro) le están prestando atención a estas reuniones globales en la sede de Naciones Unidas de Nueva York.
Los informes presentados por los países son escasos (sólo 8 de todo el mundo) y pobres en contenido, las resoluciones concretas, escasas, y nulos son los avances en el respeto a la propia Declaración de la ONU o del Convenio 169 sobre pueblos tribales de la OIT, o en la protección de los pueblos indígenas frente al acoso de las multinacionales y los estados en su afán extractivista (que tanto afecta a sus territorios).
Megaproyectos y colonialidad
Según relatan en Abya Yala Internacional (AYI), Juan Carlos Jintiach, Coordinador de Cooperación Internacional y Desarrollo Autónomo con Identidad, de la Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (COICA), que agrupa a 390 pueblos, acusó a los nueve países del área de atentar contra el futuro de las naciones indígenas. El representante amazónico apuntó que en esa región donde se concentran los proyectos extractivos más grandes de América Latina, entre ellos los hidrocarburos, hidroeléctricas, mineras, vías e hidrovías, se enfrentan al despojo de sus riquezas naturales y uso indebido de sus saberes ancestrales, al no consultárseles y negárseles la participación en las decisiones.
El Caucus de America Latina y El Caribe del Foro Permanente ha recordado en estos días que ya desde el VII periodo de sesiones se insiste en la necesidad de presionar a los Estados para que respeten el derecho a la consulta previa en cuanto a los proyectos a desarrollar en territorios indígenas y a la autodeterminación. No ha habido avance. De hecho, Florina López, kuna de Panamá, de la Red de mujeres sobre Biodiversidad, advirtió que los megaproyectos y de “desarrollo”, las actividades mineras y forestales, y los programas agrícolas siguen desplazando a los pueblos indígenas sin el libre consentimiento previo e informado. Es decir, las prácticas de colonización e invisibilización siguen vigentes en Abya Yala.
La única respuesta de la ONU es… una iniciativa “interagencial” más, de las que ya hay decenas. La iniciativa lleva por nombre Alianza de la ONU para los Pueblos Indígenas (UNIPP) y, en teoría, su objetivo es fortalecer las instituciones de las comunidades y promover su participación en los Gobiernos locales y nacionales.
Las agencias de la ONU englobadas en la UNIPP son la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), la Oficina de Derechos Humanos y el Fondo para la Infancia (UNICEF).
La declaración de Abya Yala
Ayer miércoles el Caucus Latinoamericano presentó ante el Plenario del Foro Permanente una Declaración acerca de la Doctrina del Descubrimiento. Hortencia Hidalgo, aimara chilena tuvo, a su cargo la presentación del texto, el cual pone énfasis en la continuidad de la conquista a través de la globalización neoliberal que representa una nueva colonización.
La posición de los representantes indígenas de Abya Yala suena a repetida pero es que la situación de los pueblos no sólo no ha mejorado sino que las amenazas se han multiplicado. Por eso, entre las recomendaciones vuelven a pedir la participación, consulta y consentimiento previo, libre e informado, y el establecimiento de políticas de salvaguarda sustentadas en la Declaración sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas y el Convenio 169 de la OIT para todo programa sobre cambio climático, desarrollo sustentable, proyectos extractivos y de infraestructura que puedan impactar sobre los derechos indígenas.
Texto íntegro de la declaración
Declaración de los pueblos indígenas del Abya Yala-XI Período de Sesiones del Foro Permanente
El Abya Yala es la cuna de grandes civilizaciones que legaron al mundo valiosos conocimientos –alimentos, tecnologías, formas de organización social y política, culturas– que aún hoy causan asombro. Un proceso único y propio que fue interrumpido con la invasión europea en 1492.
Despojados, perseguidos, masacrados en trabajos forzados, prohibidos de usar nuestras vestimentas e idioma, de practicar nuestra espiritualidad, los pueblos indígenas, sin embargo, resistimos. Conservamos principios y prácticas ancestrales como la reciprocidad y la complementariedad, nuestra identificación con la Madre Tierra, nuestros sistemas propios de trabajo y economía colectivos, de organización social, nuestros sistemas de autoridades y de justicia, nuestra cultura.
Para invadirnos, someternos, saquearos y diezmarnos, los conquistadores europeos se valieron de dos instrumentos, la cruz y la espada, para imponer su doctrina: un solo dios, un solo rey. Obtuvieron una bula papal que les otorgaba estas tierras con la condición de “evangelizar” a los indígenas (extirpar idolatrías). E inventaron el racismo, el criminal concepto de razas “superiores” e “inferiores”, sustento ideológico de ese y posteriores genocidios.
Ese es el cruel origen del capitalismo, el período de acumulación de capital. Pero la colonización iniciada hace quinientos años continúa hasta hoy. En América, tras las independencias formales, las repúblicas mantuvieron las instituciones coloniales. Y en las dos últimas décadas del siglo pasado los poderosos del norte emprendieron la nueva colonización: la globalización neoliberal.
Nuestros Estados se someten aún más al poder de las multinacionales, que son las carabelas del presente. En nombre del desarrollo, reprimarizan las economías, sustentándolas en las actividades extractivas: minería, petróleo, bosques, agua, bioviversidad y megaproyectos. Esas multinacionales invaden con apoyo de los Estados nuestros territorios indígenas y criminalizan nuestra protesta ante esta violación sistemática de derechos.
El nuevo dios y el nuevo rey es el libre comercio. Nuestra Madre Tierra es maltratada por la minería, por los megaproyectos de infraestructura diseñados para saquear nuestros recursos. Y en nombre de la seguridad, en todo el continente se instalan bases militares, nacionales y estadounidenses, precisamente en los lugares donde están los bienes naturales, que para Occidente no son más que “recursos estratégicos”, esos que en su mayoría están en nuestros territorios indígenas.
Este modelo neoliberal extractivista de saqueo y maltrato a la Madre Tierra no da más: las múltiples crisis que azotan hoy el planeta: social, cultural, económica, ambiental, de paradigmas, evidencian los límites de este sistema, incapaz de sostenerse a sí mismo. Es una crisis de la civilización occidental, en la que el cambio climático es el síntoma y la consecuencia más evidente.
Para enfrentarlo, los poderosos profundizan aquello que ha provocado la crisis. Las falsas soluciones basadas en los mecanismos de mercado. REDD y todas sus variantes, bonos de carbono, mecanismos de desarrollo limpio, agrocombustibles, energías “limpias”. Y para ello pasan por encima de nuestros derechos territoriales, a la consulta y consentimiento previo, libre e informado, a la autodeterminación.
Los Estados hacen cumbres mundiales en la que nosotros, los pueblos indígenas, que estamos entre los más afectados, no tenemos espacios reales de participación, y donde las decisiones son tomadas por los países poderosos, los mayores responsables de la crisis climática, que ahora nos hablan de desarrollo sustentable y economía verde solo para evadir su responsabilidad y persistir en sus políticas neoliberales de saqueo y maltrato a la Madre Tierra.
Frente a ello, recomendamos a los Estados:
* Respeto y garantía para el ejercicio de los derechos de los pueblos indígenas a la libre determinación, los territorios, los bienes naturales, la consulta y el consentimiento previo, libre e informado.
* Participación, consulta y consentimiento previo, libre e informado para todo programa sobre cambio climático, desarrollo sustentable, proyectos extractivos y de infraestructura que puedan impactar sobre los derechos indígenas.
* Establecer políticas de salvaguardas sustentadas en la Declaración sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas y el Convenio 169 de la OIT para todo programa sobre cambio climático, desarrollo sustentable, proyectos extractivos y de infraestructura que puedan impactar sobre los derechos indígenas.
* Zonificación territorial, económica y ecológica. Intangibilidad de glaciares, cabeceras de cuenca, zonas de alta biodiversidad. Moratoria de las actividades extractivas de nuestros territorios.
* Reconocimiento y protección de los conocimientos ancestrales, con salvaguardas y sistemas especiales de patentes.
* Cambio del modelo neoliberal extractivista y reconocimiento de todas las formas económicas diversas.
* Debate y adopción de una Declaración Universal de Derechos de la Madre Tierra.
Fuente: http://otramerica.com/radar/el-folclorico-compromiso-de-la-onu-y-sus-paises-con-los-indigenas/1909