Una tarde Jaimito entra al cuarto de baño mientras su madre está tomando una ducha. El chico ve por primera vez desde que tiene uso de razón los enormes, turgentes pechos de su madre y le pregunta qué son. La madre, incómoda, le dice que le pregunte a su padre cuando llegue a la noche, segura de que para entonces el tema habrá quedado olvidado.
Sin embargo, Jaimito aguarda a su padre con paciencia y le pregunta:
-Papá, papá, ¿qué son esas cosas grandes que tiene mamá adelante del cuerpo?
El padre duda un segundo, y da la mejor respuesta que se le ocurre en el momento:
-Eh... son dos globos, Jaimito. Dos globos que le dio Dios, así cuando fallezca se le inflan y se va directo al cielo.
Conforme con la contestación, Jaimito no pregunta más. A la semana, a la hora de la cena, el chico le dice al padre:
-¡Papá, papá, no sabés el susto que me pegué hoy!
-¿Y por qué, Jaimito, qué pasó?
-¡Pensé que mamá se moría!
-¿¡Por qué, Jaimito, qué pasó, contame por favor!?
-Porque entré al cuarto y estaba el plomero inflándole los globos a mamá, y ella gritaba: «¡Oh Dios, oh Dios, ya llego, ya llego!».