Realidades mundiales y remedios argentinos
Al asomarse a la cronología de la historia del siglo XX, es evidente la incidencia que la lucha por la disposición comercial del petróleo ha tenido para la seguridad y el aumento del potencial de las naciones dominantes.
Entre los muchos factores que conforman el intrincado nudo de intereses que giran e interactúan alrededor del petróleo, hay tres que conviene presentar para situar el caso de nuestro país.
DATOS ESENCIALES. El “Pico de Hubbert” (peakoil) define la fecha a partir de la cual la cantidad de petróleo que se produzca no alcanzará a superar la cantidad que se consume. Para la Agencia Internacional de Energía (AIE) esa fecha ya acaeció: 2006; para otros organismos, la fecha se situó en 2010, mientras que para la EIA (Energy Information Administration) del gobierno estadounidense, la mala nueva llegará en 2025. Una reciente publicación de la multinacional petrolera británica BP, citada por la revista TheEconomist, habla de una demanda mundial de 87,4 millones diarios de barriles contra una producción de 84 millones y recuerda que el consumo se incrementa al ritmo de 3,1% anual. El especialista T. Boone Pickens dijo a la cadena de TV americana NBC, que el mundo puede producir 85 millones de barriles, frente a una demanda de 87 millones.
PRECIO. El precio del petróleo está entre los 104 y los 121 dólares por barril (abril de 2012). Por décadas por debajo de los 20 dólares, aumenta en función de la demanda, la disminución de las reservas de petróleo “fácil”, la acción del mercado, de la OPEC, etcétera.
Las crisis económicas y políticas elevan asimismo los precios. Por ejemplo, la guerra de Yom Kippur entre Israel y los Estados Árabes (1973); la revolución iraní de 1979; la invasión de Kuwait por Irak en 1990, los dispararon. La crisis financiera de 2008 hizo escalar los precios del barril a 145 dólares.
Si Israel ataca las instalaciones nucleares de Irán (antes o después de las elecciones en los Estados Unidos –11/12–), probablemente detonará un fusible que mantiene restringidos los precios. Con las informaciones disponibles es difícil alejar esa posibilidad.
Por otra parte, el precio del barril incorpora variaciones significativas de costos de extracción de los diferentes tipos de crudo; no es lo mismo el petróleo liviano que surge de un pozo de poca profundidad y a presión natural de un reservorio en Arabia Saudita, que otro que hay que sacar a 1500 metros de profundidad en el Atlántico; u otro que hay que mezclar con vapor caliente, bombear y separar de esquistos bituminosos, y luego refinar, en Alberta (Canadá).
Otro límite de las posibilidades de extracción que incide en los precios, lo pone una de las leyes de la termodinámica. Cuando se consume el equivalente energético de un barril de petróleo para extraer un barril, se ha llegado a un umbral infranqueable. Otros límites que se avecinan son: el daño ambiental, el cambio climático y otros, que pueden devenir críticos antes de que se agote el crudo.
Todos estos factores inciden en la formación del precio.
LÍMITES. El petróleo no es una mercancía, es un recurso fósil, natural, no renovable y finito. Tan finito como la tierra fértil arable y cultivable, el agua potable, el uranio, el litio y el carbón.
La población mundial aumenta. Alcanzamos la cifra de 7000 millones de humanos hace menos de dos meses y en menos de 20 años llegaremos a los 9000 millones. Se calcula que la cifra se estabilizará hacia 2045. Este dato repercute en la demanda futura de combustibles fósiles no renovables y finitos, en el impacto ambiental y sobre la biosfera de nuestro zarandeado –y único– planeta. Sin duda que se debe computar como positivo que se haya descubierto el año pasado el yacimiento de Vaca Muerta (Neuquén), lo que no solamente agrega reservas de hidrocarburos para nuestro país, sino que además lo sitúa en el tercer lugar mundial en reservas de petróleo no convencional. El shale oil descubierto sería de mejor calidad que el de EE UU, país que ostenta el primer lugar en reservas.
EL PETRÓLEO Y EL GAS SON RECURSOS ESTRATÉGICOS. Al asomarse a la cronología de la historia del siglo XX, es evidente la incidencia que la lucha por la disposición comercial del petróleo ha tenido para la seguridad y el aumento del potencial de las naciones dominantes. Y el costo, humano y económico-financiero, que han debido pagar los países débiles por no disponer del recurso.
No en vano EE UU posee reservas estratégicas (en depósitos propiedad del Estado federal) que garantizan el suministro del vital fluido en casos extremos. Tampoco son una sorpresa los esfuerzos titánicos que desarrolla China por asegurarse la cantidad de gas y petróleo suficientes para su crecimiento. O la política diseñada por el Reino Unido hacia 1913, para conquistar el Medio Oriente, en función, inicialmente, del cambio del carbón por el petróleo para alimentar su flota de navíos de guerra.
Los EE UU, el Reino Unido, Francia, Rusia, China y Brasil controlan la producción, sea a través de las propias multinacionales privadas, o de gigantes estatales, mixtos o no.
LAS ENERGÍAS ALTERNATIVAS. 1. Nuclear. Es grande el debate después de Chernobil y Fukushima. Francia está a la vanguardia con casi un 80% de su electricidad producida en plantas atómicas. No se piensa que la fusión nuclear, que se resume en recrear la caldera de nuestro sol a escala terrestre y asegurar una fuente casi inagotable de energía, esté tecnológicamente lista antes de 2050.
2. Biomasa. Sea a partir de la caña de azúcar (Brasil),o de la soja o el maíz. En pleno auge, este recurso no sólo es finito: también resta tierra arable para una demografía en curva ascendente que demandará alimentos además de energía.
3. Solar y eólica. No es finita, es renovable y es de impacto ambiental mínimo. Requiere de un esfuerzo político y financiero hoy no puesto en marcha, en razón de fórmulas de costos (industriales y financieros) muy altos, sobre todo si se los compara con los del carbón. Desgraciadamente la fuerza de los argumentos sobre la supervivencia de la especie no son tomados en cuenta por gobiernos y bancos a la hora de formar decisiones.
REMEDIOS. Los tres remedios para que, en ese escenario, la Argentina pueda crecer con suficiente energía propia y desarrolle paulatinamente fuentes alternativas que amortigüen la escasez energética general, son:
1. Consolidar el control público de todos los hidrocarburos, su exploración, explotación y comercialización. Maximizar la utilización de las ganancias en investigación, exploración, explotación, destilación y distribución.
2. Anudar relaciones industriales, vía YPF y Enarsa, con socios regionales e internacionales. Tanto para desarrollar el petróleo convencional como el no-convencional, ya que es en este último donde se cifra el ancla de salvación a mediano plazo. La explotación de Vaca Muerta requiere inversiones de 20 mil millones de dólares durante diez años.
Petrobras, Total, Pan American, PDVESA y otras pueden aportar capital y reservarse utilidades sin tener poder de disposición comercial del recurso. Hay otras fórmulas. Por ejemplo, negociar a varios niveles, y pronto.
China, a partir de 2010, es el primer consumidor mundial de energía (20,3% del total). Cada diez años, la demanda china de petróleo y gas se incrementa en 4 millones de barriles diarios. SINOPEC, empresa líder de China, compró en 2010 el 40% de Repsol en Brasil, por 7000 millones de dólares.
3. Es necesario multiplicar las plantas eólicas y solares, dos recursos muy disponibles en la Patagonia y a lo largo de los Andes, pero también en los llanos y las praderas de la Argentina. La planta fotovoltaica de Cañada Honda es la primera en América Latina y arranca con 20MGW.
Dentro de un futuro energético mundial no promisorio, nuestro país tiene una salida posible para el agobio energético que se cierne.
Por: Rafael Bielsa / Federico Mirré
Por: Rafael Bielsa / Federico Mirré