jueves, mayo 31, 2012

Israel, Netanyahu...¿rey? - Israël, Netanyahu ... roi?

¿Se despertará algún día la izquierda israelí?

Netanyahu se corona rey

Los israelíes apenas tuvieron tiempo de absorber la noticia de que iba a haber una elección este verano cuando el primer ministro Binyamin Netanyahu segó ayer la hierba bajo los pies de esa farsa. Una enconada y temprana campaña electoral había suministrado la cobertura de un acuerdo secreto entre Netanyahu y el principal partido opositor, Kadima, para formar un nuevo gobierno expandido de coalición.
En lugar de enfrentar al electorado en septiembre, se espera que Netanyahu y su gobierno derechista de la línea dura esperen confortablemente el fin de los restantes 18 meses de su período en el gobierno. No solo eso, sino que además ahora tendrá el respaldo de más de tres cuartos del Parlamento israelí de 120 escaños, lo que condujo a que un comentarista lo coronara “Rey de Israel”.

El anuncio podrá haber sorprendido a los israelíes pero estuvo plenamente de acuerdo con la lógica de una cultura política israelí cada vez más disfuncional.

Shaul Mofaz, quien hace algunas semanas depuso a Tzipi Livni como jefa del partido Kadima de centroderecha, fue sido vitriólico en su denuncia de Netanyahu. Calificó al primer ministro de “mentiroso” y se dio la molestia de colocar en su página en Facebook un compromiso de que nunca volverá a tratar con este “gobierno débil, incompetente y sordo”.
También alardeó en una reciente entrevista de que derribaría a Netanyahu, dirigiendo el renacimiento de las masivas protestas sociales esperadas para el verano.

El año pasado cientos de miles de personas salieron a las calles para exigir que acabe el aumento del coste de la vida, causado en gran parte por los cárteles de negocios empoderados hace años por Netanyahu y su partido Likud mediante programas de privatización.

Pero la realidad era que Mofaz, un belicoso ex jefe del estado mayor del ejército a quien se considera un político mediocre, sediento de poder y escurridizo, no tiene credibilidad entre los manifestantes ni entre el electorado en general.
Kadima, que nunca se ha alejado mucho de sus raíces ideológicas del Likud, del que se separó hace algunos años, es actualmente la mayor fracción en el Parlamento. Pero los sondeos sugirieron que Mofaz lo llevaría a la catástrofe electoral.


El acuerdo le asegurará una cierta calma temporaria, con un asiento en el círculo íntimo junto a Netanyahu y Ehud Barak, desde hace mucho tiempo Ministro de Defensa. Se esperaba que su propio partido se desvaneciera si hubiera tenido lugar la elección en septiembre.

Kadima no tendrá ministerios pero Mofaz participará en las decisiones de los grandes temas que enfrenta Israel: sus tratos con Irán y los palestinos.

Esto podrá ser bueno para Mofaz personalmente, pero es muy probable que su acto de suprema duplicidad sea el fin de Kadima como partido independiente. Es posible que en el próximo año y medio trate de volver al redil del Likud.

Netanyahu, mientras tanto, ha creado un gobierno de unidad nacional que refleja con más precisión el humor mayoritario: un consenso derechista puro, agresivo y xenófobo.

Existía poca necesidad de que Netanyahu incorporara a Kadima en la coalición. Iba el primero en los sondeos, su popularidad superaba la de todos los demás dirigentes de partidos importantes en conjunto. Y había logrado ese nivel de apoyo a pesar de que los altos funcionarios de la seguridad, incluidos los ex jefes del Mossad y de Shin Bet, cuestionaron su racionalidad con respecto a un ataque a Irán.

Pero hay ventajas en el hecho de que Netanyahu postergue una elección en la que se esperaba que venciera. No solo consigue tiempo para afianzar sus acciones hacia el autoritarismo. Netanyahu ha sido responsable de una serie de medidas para debilitar a los medios, a los grupos de derechos humanos y a los tribunales. Su gobierno desafía actualmente una serie de dictámenes de la Corte Suprema de que se desmantelen varias colonias judías pequeñas en tierra palestina que son ilegales según la ley israelí.

18 meses sin interrupción le permitirán debilitar aún más esos centros rivales de poder. Una de las promesas que él y Mofaz hicieron ayer fue que reacondicionarán el sistema de gobierno. Netanyahu ya tiene suficientes parlamentarios para revocar hasta las más sacrosantas Leyes Básicas de Israel.

Además, la nueva coalición enfrentará una oposición parlamentaria prácticamente inexistente: una marchita coalición de centroizquierda de los partidos laborista y Meretz con un puñado de escaños; algunos ruidosos ultranacionalistas que causarían más problemas a Netanyahu si estuvieran en el gobierno; y los partidos árabes, que son denigrados por igual por el público y por los políticos judíos.

Se esperaba que la nueva lideresa laborista, Shelly Yacimovich, reanimara parcialmente la suerte de su partido gracias a las protestas sociales y podría haberse unido en una oposición potencialmente polémica con un nuevo partido centrista, dirigido por el presentador de noticias y rompecorazones de la televisión Yair Lapid. Ahora ambos están relegados a la marginalidad política.

Avigdor Lieberman, Ministro de Exteriores y líder del partido de extrema derecha Yisrael Beiteinu, a quien Netanyahu teme como posible contrincante, también ha sido desdentado. Su actual papel fundamental en la coalición será disminuido salvajemente disminuido por la fuerte presencia de Kadima.

Otra ventaja para Netanyahu es que ahora estará mejor situado para acompañar los primeros días potencialmente peligrosos de un segundo mandato de Barack Obama si el presidente de EE.UU. resulta reelegido en noviembre. Algunos observadores piensan que sería el momento en el cual el presidente estadounidense, humillado de forma sucesiva por Netanyahu respecto a las colonias y el proceso de paz, podría buscar venganza.

Pero si Obama buscara un enfrentamiento por el tema palestino, enfrentará a un primer ministro cuya posición en Israel es inexpugnable.

¿Qué significa todo esto para Irán y los palestinos?

Con respecto a lo dicho, varios comentaristas y algunos de sus propios ministros han argumentado que Netanyahu tiene ahora libertad de acción para lanzar un ataque independiente contra Irán y destruir lo que afirma que es un programa de armas nucleares que podría rivalizar un día con el propio arsenal nuclear secreto de Israel.

Es más probable que la coalición expandida cambie poco en los cálculos israelíes sobre Irán, de una u otra manera. Mofaz, como la mayor parte del establishment de la seguridad, se opone a un ataque, a menos que lo dirija EE.UU.

No cabe duda de que Netanyahu explotará su posición fortalecida para aumentar la retórica contra Teherán y la presión por la intensificación de la acción de EE.UU. y Europa.

En cuanto a los palestinos, solo puede significar más de lo mismo, o algo peor. Mofaz, que trató de distinguirse en la oposición con la proposición de un miserable plan de paz que recluiría a los palestinos en una serie de enclaves, carece del peso político para apartar a Netanyahu de su enfoque aún más intransigente.

Pero, por lo menos para Netanyahu, el líder de Kadima será un personaje más presentable en Washington que Lieberman como propugnador de la línea dura de Israel.

La afirmación de ayer del primer ministro israelí de que está a punto de revelar “un proceso de paz responsable” no debería tomarse más en serio que su profeso compromiso, abandonado ese mismo día, de someterse al juicio del electorado israelí.

El único pequeño rayo de luz es que lo que queda de la izquierda israelí, hace tanto tiempo en hibernación o denegación, pueda reaccionar finalmente ante las cabriolas de esta desagradable cábala gobernante.

Las protestas sociales del año pasado siguieron siendo, en una gran tradición israelí, deliberadamente “apolíticas”, a diferencia de sus contrapartes, los movimientos Ocupa en EE.UU. y Europa.

Los manifestantes se negaron a hacer alguna conexión entre la situación económica rápidamente polarizada –la brecha entre los ricos y los pobres de Israel es tan grave como en EE.UU.– y las políticas interesadas de la derecha neoliberal o la ocupación que ha orientado interminables recursos hacia los colonos y el establishment de la seguridad.

Es posible que este verano Israel llegue finalmente a tener su propio movimiento Ocupa que esté dispuesto a encarar la verdadera ocupación.

Jonathan Cook ganó el Premio Especial de Periodismo Martha Gellhorn. Sus últimos libros son: Israel and the Clash of Civilisations: Iraq, Iran and the Plan to Remake the Middle East (Pluto Press) y Disappearing Palestine: Israel’s Experiments in Human Despair (Zed Books). Su página web es www.jkcook.net .

Jonathan Cook
CounterPunch
Fuente: http://www.counterpunch.org/2012/05/09/will-the-israeli-left-finally-awaken/


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