miércoles, mayo 30, 2012

Masas, violencia y... Musulmanes ¡violen a Carla Bruni! - La violence de masse et de ... Les musulmans violent Carla Bruni!


Fragmento del Ensayo “Peronismo”. JOSE PABLO FEINMANN

John William Cooke, el peronismo que Perón no quiso (III)

LA SUSTANCIA DE LA REVOLUCIÓN SON LAS MASAS

Pero el Che, como creador de la teoría del foco, dio un paso equivocado en las luchas revolucionarias, que tuvo un saldo trágico y lo sigue teniendo. Para Marx, que sabía de teoría revolucionaria y de politología más que el Che, la violencia sólo es revolucionaria cuando se encarna en las masas.
Como bien dice al final del Manifiesto: los comunistas no ocultan sus propósitos, voltearán al régimen burgués por la violencia, pero esa violencia tiene un sujeto de clase: el proletariado, las masas. Y si el “proletariado” suena a “proletariado británico”, reemplacemos el concepto por el de “masas”. 

¿Cómo se hace la revolución con las masas? El trabajo es mayor que el que requiere la teoría del foco.

Pero apuntemos esto: no hay revolución sin la participación activa de las masas.

La tarea de las vanguardias es la de acompañar a las masas. En todo caso irlas ideologizando en el curso de la lucha. Pero no bien la vanguardia va más allá de las masas se aísla. Cae en la soberbia. Pierde sustancia. La sustancia de la revolución son las masas. De aquí que el peronismo se presentara tan tentador. Con un empujoncito más hacemos de este pueblo un pueblo revolucionario y el líder no tendrá más que aceptarlo. No se trabajaba sólo para obedecer a Perón y aceptar su conducción linealmente. No, señores, No. Se trabajaba para que el pueblo peronista diera hacia adelante el paso que aún lo alejaba de las consignas de lucha socialistas. Una vez producido esto, Perón no tendría más remedio que aceptarlo.

El que entiende esto entiende todo el complejo fenómeno de la izquierda peronista.

Las guerrillas formaban parte de esa tarea global jaqueando al régimen, pero no tenían la conducción de la lucha. Perón no se equivocaba en llamarlas formaciones especiales. (Volveremos sobre esta conceptualización.

Pero el concepto de “especiales” expresa que, para Perón, no eran lo natural de la lucha, no eran el medio por el cual el pueblo acostumbraba a enfrentar a las dictaduras. Eran “especiales”. Los muchachos tenían que golpear, decía Perón, y no dejar de golpear, pero la lucha era la del pueblo todo. El gran error de la Juventud Peronista fue encandilarse con la guerrilla. Que ya dejaron, para ella, de ser “formaciones especiales” para pasar a ser vanguardia.

Se incorporó también una sobrevaloración de la Muerte que sólo podía producir lo que produjo: cadáveres. “Rucci, traidor, a vos te va a pasar lo que le pasó a Vandor”, se cantaba en el acto de Atlanta del ‘73 con un entusiasmo festivo, abiertamente festivo.)
  
MUSULMANES: ¡VIOLEN A CARLA BRUNI!

La conducción era, de acuerdo, la de Perón pero, sobre todo, la de los militantes de superficie que hacían trabajo ideológico y de formación de cuadros, pues de ahí saldrían las masas que llevarían al peronismo al encuentro con la ideología de los tiempos que corrían: el socialismo. Cuando –en 1974– la historia se redujo al enfrentamiento entre aparatos armados todo esto fue destruido y la tarea terminó.
El motivo por el cual habíamos entrado al peronismo fue liquidado por las balas de la clandestinidad montonera y de la barbarie de la Triple A. 
El motivo por el cual habíamos entrado al peronismo era (en gran medida) Perón. Con Perón muerto, con las masas en reflujo por la balacera de las orgas, había (ya) que retroceder.

Toda la segunda mitad del año ‘74 y todo el año ‘75 es guerrilla sin pueblo.

Los que estuvieron en eso se equivocaron. O no entendían a Marx o no entendían la esencia de la izquierda peronista. 

El momento del reflujo no fue el del ‘76. Ahí ya estaba todo perdido. Fue apenas muere Perón. Ahí había que frenar.

Lejos de ello, la guerrilla pasa a la clandestinidad, deja al descubierto a todos sus cuadros de superficie y la Triple A se hace un festín. Marx había escrito: “La fuerza material debe ser abatida por la fuerza material; pero también la teoría se transforma en fuerza material en cuanto se apodera de las masas” (Introducción a la crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel).
Si decimos esto ahora no es sólo para esclarecer puntos teóricos que llevaron al desastre en el pasado (porque, ¿se llegó al desastre o no?, ¿no es hora de preguntarse seriamente por qué sin importar a quién se cuestiona?) sino para hacer política hoy. Un grupo que va armado a una movilización se equivocó de práctica. Los delirantes que le reventaron la cabeza al miserable de Fernando Siro le hicieron un favor a la policía y victimizaron a una persona detestable como Siro, a quien nadie jamás habría compadecido. Además, la hora de la violencia, si llega, nunca llega para un grupo, nunca llega para cuatro o cinco. Una piña del señor D’Elía arruina una concentración de cuadros o aun de lúmpenes dándoles pasto a las cámaras y a las fotos del periodismo canalla que está esperando exactamente eso: una piña de D’Elía para decir lo que necesita decir, ahí está la barbarie peronista. Un cuadro políticamente formado no hace eso. Una piña, en política, no la pega un solo tipo. O se entiende o no.
Pero si no se entiende es grave, es peligroso, el fracaso está al alcance de la mano. Y cada vez es más difícil retornar de los fracasos. Mi posición final sobre la violencia acaso sea un delirio utopista, un imposible poético, una huevada bíblica. Pero ahora no estoy hablando de eso. Hablo de la diferencia entre la violencia de masas y la teoría del foco insurreccional.

Para ser claro: si mañana 150.000 musulmanes invaden París e incendian todo, destruyen la columna Vendôme (como hicieron los comuneros de 1871), tiran abajo la Torre Eiffel, lo apuñalan a Sarkozy, a todos los nazis de Le Pen y violan repetidas veces a Carla Bruni, bien: que se jodan los franceses.
Se buscaron esa rebelión masiva. El racismo, el desdén, la soberbia, la exposición de la riqueza en las narices de los miserables posibilitaron todo eso. La exclusión, el no admitir como ciudadanos a personas que hace rato ameritan tal reconocimiento.

Todo eso hizo posible la violencia. La violencia vino después.

La Resistencia peronista fue violencia de masas.

Había un pueblo proscripto, un partido mayoritario prohibido, un líder enviado al exilio y el cadáver de la mujer que había amado a ese pueblo y que ese pueblo amó permanecía vilmente escamoteado, los que metieron caños, los que hicieron sabotajes actuaron con todo eso como base. 
Cuando se dice las bases se dice eso. No es sólo una clase. 
Sino una situación histórica. 
La base de la Resistencia Peronista era lo que acabamos de describir.

Ahora bien, para representar a esa base hay que surgir de ella o estar en contacto permanente con ella. Hay que conocerla. Yo no puedo ser un boludo de clase media que ni idea tengo de la clase obrera y poner un caño en su nombre. Para Marx y Engels el ejemplo de violencia de masas fue la Comuna.

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