"En nuestro país, la línea nuestra es la línea de la primera junta, que era independentista. Rosas, que defendió eso, Irigoyen, que fue otro hombre que defendió también, y Perón. Todos los demás gobiernos argentinos han pertenecido a la anglosajona y la han servido, de una manera directa o indirecta".
(PERON, conversaciones en Madrid, junio a octubre, 1971)
LOS AÑOS DE LA DECADENCIA: EL SISTEMA LIBERAL DESDE 1930 A 1943
La crisis mundial de 1930 (financiera, agraria, ganadera), producto de los "ciclos económicos" o recesiones que experimenta periódicamente el capitalismo, se reflejó en nuestro país como en un espejo, determinando que la "clase dirigente" hiciera un replanteo de sus intereses -confundidos con los del país-, negociando con Inglaterra un vínculo más estrecho -y servil- (tratado Roca - Runciman), uno de cuyos gestores -nuestro vicepresidente- confesó en Londres esta encubierta verdad: "que constituíamos una parte del Imperio Británico" (desde el punto económico). ¿No veía Roca las relaciones existentes entre la dependencia económica y su influencia sobre lo político? Cuando años más tarde Roberto M. Ortíz resultó electo Presidente de la República en la Cámara de Comercio Británica, ya nadie tenía dudas sobre nuestra situación de factoría del Imperio. La sociedad cambiaba: se acrecienta el proceso de desarrollo industrial y lentamente, el nuevo papel proteccionista del Estado. Esta industrialización no es llevada a cabo por un sector autónomo, sino en gran medida por la misma oligarquía terrateniente que con gran talento político opera en tres frentes: 1) recuperación del poder político; sustitución del gobierno popular de Irigoyen (setiembre 6, 1930); 2) renegociación con el imperio Británico sobre la nueva forma de relación dependiente (Pacto Roca - Runciman) con asignación de una cuota preferente en el mercado inglés de carnes a cambio de igual trato para las inversiones británicas en nuestro país; 3) se inserta en el proceso productivo industrial con grandes inversiones. Estas medidas imponían además de la destitución de Irigoyen, una reorientación del papel jugado hasta ese momento por el Estado. De la política del Estado gendarme (dejar hacer, dejar pasar) el aparato oficial se vuelca al intervencionismo para salvar a los sectores dominantes: creación de la Junta Nacional de Granos (que regula la comercialización y producción agraria); Ley de Carnes (para el control de la producción); Banco Central (cuya estructura fue planificada por el perito británico Sir Otto Niermeyer a fin de regular el aparato financiero); control de cambios, etc.
El sistema empieza a cuestionarse con mayor intensidad: primero, con el radicalismo irigoyenista, ahora, por las diversas élites conspirativas -los nacionalismos-; las agrupaciones en disidencia dentro del radicalismo -FORJA-; por pensadores solitarios -Manuel Ugarte-; finalmente, por políticos que demasiado tarde descubren la profunda amoralidad del sistema: Lisandro de la Torre.
La década del 30 presencia el acelerado agotamiento del radicalismo como movimiento popular. Sus revoluciones fracasan (Bosch, Paso de los Libres; los hermanos Kennedy en Entre Ríos), y en la "artera encrucijada del cuarto oscuro" le gana siempre la oligarquía fraudulenta. Se había extraviado la senda por la muerte del Caudillo (1933) y la dirección claudicante y entreguista que lo sucedió (encabezada por el grupo oligárquico de Alvear). Mientras crece la industrialización, surge una nueva clase trabajadora. Esta época amarga, cuyo reflejo son los poemas de Discépolo, es la de los grandes suicidas: Lugones, Alfonsina Storni, Horacio Quiroga, Lisandro de la Torre.
Lisandro de la Torre fue quizá el último liberal, de la estirpe de aquellos que en el siglo XVIII destruyeron el absolutismo monárquico, brindando al hombre una nueva conciencia moral. Su destino lo condenó a nacer demasiado tarde. En la generación del 80 hubiera sido más que un Alem, un del Valle, un Wilde, un Joaquín V. González, brillante parlamentario del sistema que se hallaba en su madurez; seguramente, presidente de la República. El liberalismo que le tocó vivir fue el de la decadencia, el del fraude sistemático, el de la oprobiosa dependencia externa.
DE LA TORRE NO TENIA NINGUNA POLITICA DE REEMPLAZO NI UNA CLASE DONDE INSTRUMENTARLA. LA OLIGARQUIA ERA CONSERVADORA, LA CLASE MEDIA, RADICAL Y LOS TRABAJADORES SE DIVIDIAN ENTRE LOS PARTIDOS COMUNISTA Y SOCIALISTA. PEOUEÑOS SECTORES DE LA BURGUESIA AGRARIA Y COMERCIAL; ALGUNOS INTELECTUALES: HE AHI SU CLIENTELA ELECTORAL, SUS SEGUIDORES.
Esa fue su fatal falencia. A la vitalidad del radicalismo y al fraude sistemático del Régimen viciando las instituciones, quiso oponer una democracia químicamente pura, con un parlamento a la inglesa e instituciones municipales de las que había visto en Estados Unidos. Su envejecido proyecto, carente de viabilidad en función de las necesidades de la sociedad de su tiempo, con profundas apetencias de justicia social, de redistribución equitativa de la riqueza, ávida de participar en el poder político -todo lo cual llegaría con el peronismo- tiñó de una amortiguada sombra su figura, de un claroscuro cada vez más opaco su inevitable frustración en la vida pública, -y consiguientemente malogró su vida personal supeditada a aquella-, hasta concluir en el suicidio liberador con el que los grandes espíritus expresan el desengaño de su época.
El equipo de Alvear en alguna medida era un cómplica del régimen, al que legalizaba con su presencia en los comicios. En el mes de junio de 1935 surge dentro de la Unión Cívica Radical como reacción contra la conducción, la Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina (FORJA) uno de los precedentes ideológicos más importantes del peronismo, que propugnaba el retorno a la línea nacional y popular del federalismo y del irigoyenismo, siendo sus banderas de pronunciamiento "la soberanía popular, la soberanía nacional y la emancipación del pueblo argentino". (Manifiesto). Y sus consignas "Patria, pan y poder al pueblo" "Tenemos una economía colonia; tenemos una cultura colonial, tenemos una política colonial". Sometida a la influencia del primer Haya de la Torre, FORJA propició la revolución americana y nacional asentada en las masas y un antiimperialismo militante: "la disociación de los pueblos de América es tan grave causa de la opresión a que se hallan sujetos, como el estado de separación interna de las fuerzas llamadas a realizar su liberación. Sostenemos la necesidad de instaurar la unión efectiva de las naciones de América para realizar los actos fundamentales de su emancipación".
La soberanía popular era "la democracia del destino, que se hace presente en nuestra historia en la heroicidad de los ejércitos de la libertad; con el tumulto del pueblo de Mayo; con la bravura indómita de Güemes y hasta con las simbólicas cadenas que opone Rosas a la pretensión de las banderas extranjeras que invaden nuestros ríos y nuestra soberanía". Existe en FORJA un claro concepto de la línea nacional opuesta a la anglosajona, y a la participación de la burguesía comercial del puerto en favor de los intereses de los países centrales: "Fue la finanza internacional en convivencia con el pequeño grupo oligárquico local quienes promovieron y gestaron en gran parte nuestra revolución emancipadora de la tutela hispana, para entregarnos a un coloniaje bastardo que aún sufrimos y cuyas consecuencias se agravan con el tiempo". También se tenía claro las etapas (y misiones) que debían cumplir los movimientos populares: "La tragedia de la patria entregada a la voracidad internacional del capitalismo es la tragedia argentina.
EL PUEBLO QUE ALCANZO CON IRIGOYEN SU EMANCIPACION POLITICA, RECLAMA AHORA SU EMANCIPACION ECONOMICA".
Y la videncia de nuestros problemas nacionales alcanza hasta la profecía: "Así la emancipación económica y la justicia social, serán el complemento indispensable de la independencia política" (Jauretche). No obstante, la falencia de FORJA está dada en que su pensamiento no trasciende la ideología de la clase media; no consigue ligarse al trabajador argentino. Estos debían esperar aún el gran movimiento de masas -el peronismo- para canalizar sus necesidades de justicia y cambio social. Vuelve a reproducirse el traspaso proteico de la línea nacional de un movimiento en otro; es la corriente del río que sigue marchando a través del tiempo, los vasos comunicantes que vivifican la lucha del pueblo: el radicalismo da sus hombres (y lo mejor de su pensamiento) al peronismo.
Los que quedan afuera están influídos por el espíritu de partido y por la ideología del sistema liberal que sobreviven en la mente de los dirigentes. La fórmula Perón-Ouijano es sostenida por la Unión Cívica Radical (Junta Renovadora), con Armando Antille, J. Hortencio Ouijano, Eduardo Colom y otros; de FORJA pasan al peronismo Héctor Maya, Miguel López Francés, Alejandro Greca, Arturo Jaureche, y uno de los más grandes visionarios del pensamiento nacional de la época: Scalabrini Ortíz.
Scalabrini se dedica a descubrir el mecanismo de dominación del Imperio Británico en la Argentina, y en especial, el poder de las empresas ferroviarias "superior -como dice Hernández Arregui- al de los gobiernos nacionales, el que impuso tarifas aduaneras, administró o anuló puertos, orientó o impidió determinados cultivos, enfrenó el desarrollo de poblaciones enteras, escogió presidentes, vetó candidaturas". En tal situación Scalabrini postuló insistentemente que "adquirir los ferrocarriles es adquirir soberanía".
"El hombre que está solo y espera" como se había definido, aguardaba la Revolución. No debió esperar demasiado: como el Bautista, fue quien anunció la buena nueva para los humillados y ofendidos: la época de crear y de vivir que se acercaba, los años de los ferrocarriles argentinos y de la justicia social, la hora de los pobres y de los pueblos: LOS TIEMPOS DE JUAN DOMINGO PERON.
EL ESTADO LIBERAL SE OPONE FRONTALMENTE AL ESTADO POPULAR
POR SU TRAYECTORIA Y ORIGEN HISTORICO LOS MOVIMIENTOS DE MASAS NO PERTENECEN NI SE DEBEN A LA ESTRUCTURA DEL ESTADO LIBERAL NI A LOS PRINCIPIOS DOGMATICOS DE ESA DOCTRINA: SU FUENTE ES DISTINTA PORQUE TAMBIEN DISTINTAS SON LAS VERTIENTES DE DONDE PROCEDEN AMBAS CORRIENTES: EL PODER DE LAS MASAS SE ASIENTA EN EL EJERCICIO DE UNA AUTENTICA DEMOCRACIA POPULAR, EN LA EXISTENCIA DE UN CAUDILLO QUE LAS CONDUCE, EN SU FUERTE CONTENIDO CONCEPTUAL-EMOTIVO DE NACIONALISMO DEFENSIVO CONTRA LAS POTENCIAS COLONIALES, EN LA EXIGENCIA DE UNA MEJOR DISTRIBUCION DE LA RIQUEZA Y EN QUE LOS MEDIOS DE PRODUCCION Y LA CULTURA NO SEAN FACULTADES INALIENABLES DE UN SOLO SECTOR DE PRIVILEGIADOS, SINO QUE CUMPLAN UNA FUNCION SOCIAL.
La presencia de las masas, sus apetencias de poder político y de creciente participación en las riquezas, determina todo lo inconciliable que existe entre la dinámica de movilización de estos Movimientos y la forma (Estado Liberal) que los encubre.
Se hacía preciso pues, estructurar un nuevo Estado adecuado a esas necesidades. Un nuevo ordenamiento jurídico, empezando por la Carta Constitucional, y la nueva ideología (comenzando por la historia) de las masas nacionales. El radicalismo fue trabado desde adentro (por el "grupo azul", antipersonalista u oligárquico -Marcelo de Alvear, Melo, etc.-) y desde afuera por el Régimen y el capitalismo extranjero. Respetó los valores, el statu-quo del liberalismo y pagó por ello: más que destruido, fue integrado al sistema, hasta quedar convertido en uno de los partidos políticos de¡ régimen fraudulento de la década infame que decapitó el golpe de Estado el 4 de junio (1943).