miércoles, octubre 17, 2012

“Día de la Lealtad”: Datos para saber (parte 2)


EL PRELUDIO DE LA GRAN REVOLUCION: EL 4 DE JUNIO DEL 43.
El Estado Justicialista surge cuando la crisis del liberalismo se hace irremediable. La sociedad capitalista dependiente ha llegado a su agotamiento: fracasado el populismo irigoyenista por la embestida de la debacle económica mundial (1930); frustrado el conato fascista de Uriburu (1930-32); anquilosado el Estado pseudodemocrático, putrefacto hasta las raíces por la proscripción de las mayorías, el fraude, los negociados (de las tierras del Palomar; de la concesión de los servicios eléctricos); sumergido en la injusticia social (presidencias de Agustín P. Justo -1932-38-; Roberto Ortíz - Ramón Castillo, 1938-43), se desemboca en el definitivo callejón s:n salida: ha desaparecido la democracia política, los partidos son irrepresentativos, los imperialismos (Inglaterra, EE.UU.) luchan entre sí para imponernos su dominación (comercio de las carnes, frigoríficos).
El golpe militar del 4 de junio de 1943 pone término a algunos de estos males. El eje conspirativo del levantamiento fue el GOU (Grupo de Obra Unificada) constituido formalmente dentro de las filas del ejército el 10 de marzo de 1943, pero que preexistía con anterioridad. Tiende en esencia, a lograr la unidad de la oficialidad, desgastada por la política fraudulenta que se venía practicando desde la presidencia del Gral. Justo y levantaba un programa de nacionalismo económico y depuración administrativa. El presidente Castillo había resultado impotente para detener la marea revolucionaria. Su régimen se disuelve sin resistencia, y con él casi un siglo de dominio oligárquico, más allá de las tentativas del irigoyenismo. El Gral. Rawson toma posesión del gobierno, pero es reemplazado de inmediato por el Gral. Pedro Pablo Ramírez, Ministro de Guerra de Castillo, afín al GOU y a las necesidades de la logia.
El ejército que estaba detrás de la revolución de junio pronto se definió: era antioligárquico, antiliberal y anticomunista. Sospechado de fascista por el sistema, aspiraba (la revolución) "a ser profundamente transformadora, especialmente en su sentido moral y humanista" y "no estaba destinada a cambiar hombres o partidos, sino a cambiar el sistema". Su objetivo fundamental era la lucha por la soberanía y la unión americana practicando un nacionalismo defensivo ante la penetración anglosajona mientras propiciaba una política de industrialización fundada en razones de seguridad. Coincidía en esto con los intereses de la burguesía nacional industrialista, ávida de proteccionismo estatal. Esta década ha visto el crecimiento de un nuevo proletariado fabril urbano, procedente de las provincias como consecuencia de un acelerado proceso de inmigración interna, el que no se integró a los partidos políticos de extracción obrera (comunista-socialista). Estos trabajadores esperaban el Verbo que les mostrara el camino, la doctrina nacional de sus reinvindicaciones.

EL PRE-ESTADO JUSTICIALISTA (1943-1946)
La Argentina desde la muerte de lrigoyen y la pérdida de un sentido nacional totalizador de su movimiento -copado por el antipersonalismo había quedado sin voz. Desde los nacionalismos hasta Forja y otros sectores del radicalismo se buscó infructuosamente el camino. Pero la estructura de la Nación había cambiado: ya no serían las clases medias los protagonistas de la historia, sino los trabajadores puestos de pie con su naciente Caudillo. La ideología nacionalista -el justicialismo- de la nueva clase trabajadora, le iba a ser dada por un coronel miembro del GOU, que en 1943 (octubre 27) se hizo cargo del Departamento Nacional del Trabajo, transformado poco después en Secretaría de Trabajo y Previsión (noviembre 27, 1946): Juan D. Perón. Es él quien pone al descubierto la cuestión social" (explotación y sumergimiento de los trabajadores) y la necesidad de la justicia social para concluir con esos males: "Desde muy joven, cuando presenciaba la incorporación de los soldados a mi regimiento, frente al estado lastimoso en que llegaban, se había despertado en mí un profundo sentimiento social ante lo que todos considerábamos como una tremenda injusticia.
Entonces, más del 20 % de los soldados convocados a las filas eran rechazados por debilidad constitucional (y miseria fisiológica y social) en un país que se ufanaba por contar con sesenta millones de vacas. Al recorrer Europa pude persuadirme que causas semejantes habían generado idénticos efectos en las comunidades continentales". Decir que en el Departamento de Trabajo surge el movimiento peronista es fijar una fecha en el tiempo; el peronismo brota de más atrás: de las experiencias vitales de Perón, de la concreta situación social del pueblo argentino, oprimido por los imperialismos y explotado por las clases gerentes internas. La sombría realidad que Perón conocía tan bien, surgió nuevamente a la luz en el Departamento de Trabajo: "lo que más impresionó al coronel Perón en su visita al Departamento de Estadísticas, fueron los diagramas del déficit alimentarlo de la familia obrera. El subconsumo o consumo inframínimo era un cáncer que minaba la existencia de cientos de miles de seres que labraban la riqueza de unos pocos" (José Figuerola, Jefe de Estadísticas de ese Departamento, 1943). La mortalidad infantil, el desempleo, la miseria, las enfermedades endémicas en muchas zonas del país; los trabajadores urbanos y rurales sometidos a la explotación más inicua; los mensúes, quebracheros, algodoneros chaqueños; los obreros azucareros de Tucumán y Jujuy; la despoblación de provincias enteras; el desarraigo; la soledad del hombre impotente ante su destino; tal fue la carnadura humana que latía más allá de los cuadros estadísticos. El alma de su pueblo desamparado fue lo que golpeó el corazón de Perón.
Así fue que afrontó todos los riesgos: los enemigos de adentro y de afuera eran poderosos. la Argentina, que se había negado hasta el final a declarar la guerra al Eje (Alemania, Italia, Japón) se encontraba cercada por las grandes potencias vencedoras de la segunda guerra mundial, aislada y sometida a un implacable bloqueo económico. Perón cree que solo el Estado puede estar en condiciones de regular las relaciones sociales. Organiza la política salarial, pone en marcha la estructuración de los antiguos y nuevos sindicatos cuya conformación jurídica se establece a través de la ley 23.852/45 de Asociaciones Profesionales; crea el nuevo régimen provisional (de jubilaciones y pensiones), los Tribunales del Trabajo, el Consejo Nacional de Previsión Social, hace sancionar el Estatuto del Peón y la legislación de aguinaldo y vacaciones pagas. Esta transformación de las relaciones sociales y laborales pronto se hace sentir: "en nuestro trabajo sindical advertimos a partir de 1944 cosas increíbles: que se hacían cumplir leyes sociales incumplidas hasta entonces; que no había necesidad de recurrir a la justicia para el otorgamiento de vacaciones; otras disposiciones laborales como el reconocimiento de los delegados en las fábricas, garantías de que no serían despedidos, etc., tenían una vigencia inmediata y rigurosa. Las relaciones internas entre la patronal y el personal, en las fábricas, habían cambiado por completo de naturaleza. La democratización interna que imprimimos al sindicato metalúrgico hacía que el delegado de fábrica constituyera el eje de toda la organización y la expresión directa de la voluntad de los trabajadores en cada establecimiento" (Angel Perelman, "Como hicimos el 17 de Octubre").
La oligarquía se revuelve exasperada. Con el apoyo del embajador norteamericano Braden, organiza la Marcha de la Libertad (setiembre 19, 1945) dirigida a lograr la aniquilación del régimen militar. La Unión Industrial, la Bolsa de Comercio, la Sociedad Rural, coaligadas con los sectores políticos van armando la trampa del alejamiento de Perón. 
Este contesta todos los golpes: "las fuerzas que se oponen a nuestra política de justicia social han representado dentro del país la eterna oligarquía económica, que ha manejado a la oligarquía política"; "cuando se dice pueblo, somos nosotros; cuando se dice aristocracia, capitalismo y otras calificaciones, son ellos" (A los obreros ladrilleros, agosto 21, 1945). El 9 de octubre, 1945, algunos sectores militares de Campo de Mayo, encabezados por el Gral. Avalos piden al presidente Farrell la renuncia de Perón. ¿Significa esto un fracaso de su obstinada tentativa de unión pueblo-ejército? No, es sólo un retroceso, una postergación hasta el 17 de octubre. La renuncia se produce el mismo día 9, y el 13 Perón es detenido y trasladado a Martín García, donde durante cuatro días permanece confinado en una habitación. En ese lapso, pudo tener la amarga sensación de la derrota y el fracaso.
Era solo una ilusión. Afuera de la isla, en el gran Buenos Aires, en sus aledaños, en el país todo, su nombre es bandera de combate por la liberación, mientras el pueblo como un gigante herido que toma fuerza se aprestaba para dar el zarpazo definitivo: el 17 de octubre la nueva conciencia en marcha cambiaría el destino de la Nación para siempre.

EL "DESCAMISADO" DE OCTUBRE: LA REVOLUCION SOCIAL Y LAS VISPERAS DEL PODER

La conciencia política deL peronismo -Perón, trabajadores-, mostró su rostro el 17 de octubre.
"Yo te daré una cosa que empieza con p: ¡Perón!"; "la vida por Perón", decían mientras marchaban hacia plaza de Mayo. Perón era síntesis de todos los programas posibles, de los derechos denegados y de las reivindicaciones proscriptas; Perón era la necesidad de algo más profundo: el poder, todo el poder para el pueblo. La conciencia política y la organización habían ido madurando en las relaciones con el líder en la Secretaría de Trabajo y Previsión. Cuando los trabajadores marchan, cuando miles de hombres y mujeres de Berisso, Ensenada, Avellaneda cruzan el Riachuelo; cuando de todos los rincones del conurbano se empieza a invadir lentamente la ciudad, desoyendo el paro dispuesto por las autoridades de la CGT para el día 18, el pueblo ha encontrado no solo una conciencia revolucionaria de su propia fuerza y la organización que ha de llevarla siempre al triunfo, sino al Jefe, al Conductor, que ya no está en los vacilantes dirigentes de la CGT, sino preso en Martín García: Perón.



Una de las figuras trascendentes de la jornada y que la vivió por dentro ha dicho: "fue un movimiento de gratitud hacia un hombre aparentemente vencido. ¿Qué pueblo ha salido a defender a un hombre vencido? Ninguno. ¡Solamente el pueblo argentino! ¡Vean ustedes si habrá sido y es grande Perón! Cuando él estaba aparentemente vencido, el pueblo salió a la calle con su bandera. PORQUE EN ESE MOMENTO AL DECIR PERON, DECIAN PATRIA".
(Eva Perón, Historia del Peronismo).

Es la religión civil que empieza a andar: la inmensa fe, la incapacidad para la duda, la fuerza para creer y sentir. Cuando llega la noche, y el pueblo se "ha lavado las patas" en las fuentes de la plaza de Mayo, cuando la conspiración antiperonista está vencida, el Jefe, el nuevo y gran Caudillo, le habla a los trabajadores: "Este es el pueblo de la patria. Es el mismo pueblo que en esta histórica plaza pidió frente al Cabildo que se respetara su voluntad y sus derechos. Es el mismo pueblo que ha de ser inmortal, porque no hay perfidia ni maldad humana que puedan someterlo. Interpreto este movimiento colectivo como el renacimiento de una conciencia de los trabajadores, que es lo único que puede hacer grande e inmortal a la patria. Esa unidad la sentimos los verdaderos patriotas, porque amar a la patria no es amar sus campos y sus casas, sino amar a nuestros hermanos.
Y presente su vieja, obstinada idea de la unidad nacional, aún en aquella noche de las luces y de las sombras cuando el pueblo preguntaba "dónde estuvo". Rehusa confesarlo, pero insiste: "Recuerden los trabajadores: únanse, sean hoy más hermanos que nunca. Sobre la hermandad de los que trabajan ha de levantarse en esta hermosa patria la unidad de todos los argentinos". Como dice Perón un año más tarde "el 17 de octubre será para todos los tiempos Día de los Descamisados, el día de los que tienen hambre y sed de justicia".

“Día de la Lealtad”: Datos para saber (parte 3)

LA LUCHA ELECTORAL
Al 17 de octubre le sigue la conformación de un desesperado intento de la partidocracia, y en su conjunto de todo el sistema, para sobrevivir: la Unión Democrática (radicales, comunistas, demócratas progresistas, socialistas) que con la fórmula Tamborini-Mosca para los comicios de 1946, enfrenta a Perón-Quijano, boleta del partido Laborista y del radicalismo (Junta Renovadora).
El debate encarado ciegamente por la Unión Democrática en términos políticos, era ya una lucha social, de división de clases. Mientras se especulaba con el triunfo electoral basado en la fuerza de los partidos coaligados, una realidad inédita surgía desde abajo: el poder sindical, como elemento decisivo en la balanza. El enfrentamiento se daba a dos niveles: el mínimo, explotador-explotado, patrón-obrero. El más amplio, involucrante de una verdadera alianza no ya de orden interno, sino en vista a la lucha nacional antimperialista: "obreros, empleados, campesinos, profesionales, artistas, intelectuales asalariados, pequeños comerciantes, industriales y agricultores", contra "latifundistas, hacendados, industriales, comerciantes, banqueros, rentistas y todas las variedades del gran capitalismo nacional y extranjero, con profundas raíces imperialistas" (declaración de principios del Partido Laborista, octubre, 1945).
O SEA YA, LA NOMENCLATURA DEFINITIVA DEL ENFRENTAMIENTO: PUEBLO CONTRA OLIGARQUIA.

Lo había dicho Forja: "En el debate planteado en el seno de la opinión está perfectamente deslindado el campo entre la oligarquía y el pueblo" (Junta Nacional, octubre 17, 1945).
El jefe de las masas había calado en profundidad todo lo esencial que estaba en juego y sus consignas llegaban a la conciencia del pueblo: "El enfrentamiento se da entre la justicia social y la injusticia social. Ouiero... dirigirme a los hombres de buena voluntad que aún no han comprendido lo esencial de la Revolución Social", y luego, lapidario el llamamiento: "Hermanos: con pensamiento criollo, sentimiento criollo, y valor criollo, estamos abriendo el surco y sembrando la semilla de una patria libre, que no admite regateos de su soberanía, y de unos ciudadanos libres que sólo lo sean políticamente, sino que tampoco vivan esclavizados por el patrono. Síguenos: tu causa es nuestra causa; nuestro objetivo se confunde con tu propia aspiración, pues sólo queremos que nuestra patria sea socialmente justa y políticamente soberana" (Perón, Discurso de proclamación de la fórmula, 12 de febrero, 1946).
Las consignas a medida que se acercaba la fecha de los comicios (24 de febrero, 1946) se hicieron dramáticas: "No concurran a ninguna fiesta a que inviten los patrones el día 23; quédense en casa y el día 24 bien temprano, tomen las medidas para llegar a la mesa en que han de votar. Si el patrón de la estancia, como lo han prometido algunos, cierra la tranquera con candado, ¡rompa el candado o la tranquera, o corte el alambrado y pase a cumplir con la patria!" (Discurso de clausura, febrero 22, 1946).
El 24 de febrero de 1946, los humildes, la clase trabajadora, el pueblo argentino en su conjunto, que había perdido a su caudillo y al movimiento nacional que lo representara, se reencuentra con su destino: Perón-Quijano: 1.527.231 votos contra 1.207.155 de la fórmula Tamborini-Mosca. Era ahora sí, "todo el poder para el pueblo".

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