El inalienable
derecho al retorno de los palestinos
Por
Said Alami
El
derecho del pueblo palestino a regresar
a sus tierras y a su patria, Donde ha estado
(y sigue estando) a lo largo de la Historia, a través de sus antepasados
cananeos, fenicios y filisteos ( grandes pueblos de grandes civilizaciones) es
un derecho reconocido mundialmente. La legalidad internacional exige el retorno
del pueblo palestino a sus patria y
respalda sus derechos nacionales a través de numerosas resoluciones de la ONU.
Con
toda la desfachatez de la que son capaces,
los propagandistas israelíes
niegan este derecho a los palestinos. Ellos, tan lloriqueantes en los
medios de información, y genocidas consumados sobre el terreno palestino, pueden impedirnos, gracias a su fuerza
militar y la de Estados Unidos, que regresemos a nuestro país, pues no se
espera otra cosa de semejante mentalidad racista, pero eso nunca significará
que ellos, ocupando nuestras casas y tierras, en lo que hoy se llama Israel,
tienen derecho alguno a impedir nuestro retorno.
Ellos,
los israelíes, pueden impedirnos el
retorno, pero no para siempre, dado que sin nuestro regreso Israel jamás tomará carta de naturaleza en la región
y seguirá siendo un cuerpo extraño y repulsivo en Oriente Próximo.
El
Estado de Israel se implantó por la fuerza bruta hace 54 años, aprovechando la
debilidad árabe de entonces, y sin embargo, sigue sin haber conseguido su
propia independencia dado que sigue sin poder valerse por sí mismo y sigue
dependiendo todos los días de su existencia de la protección de Estados Unidos. El que los Gobiernos de Egipto y Jordania
hayan reconocido a Israel diplomáticamente no significa nada, dado que los
pueblos de ambos países y de toda la región siguen rechazando cualquier
normalización con los israelíes. Sin el regreso de los palestinos no habrá paz
y sin la paz Israel seguirá siendo un proyecto fracasado y condenado a
desaparecer, como antes desaparecieron los reinos de Israel y de Judea, que
también eran cuerpos extraños, hostiles y agresores en Oriente Próximo donde
los pueblos autóctonos nunca llegaron a aceptarlos.
Los
propagandistas israelíes minan los pretendidos cimientos morales de la propia
existencia de Israel cuando niegan el derecho de los palestinos a retornar a su
patria mientras proclaman como normal y natural
el retorno a Palestina de personas de confesión judía de Rusia, Polonia, Estados Unidos, Argentina,
etc. que, según ellos, sus antepasados vivían en Palestina hace dos milenios. Sin lugar a duda cualquier
persona con dos dedos de frente se
sentiría insultado ante este repugnante y absurdo doble rasero que ni los
formidables aparatos de propaganda del sionismo mundial pueden justificar ante
los ojos de la Humanidad.
Nosotros,
los palestinos, tenemos en nuestras filas a las
mismas personas que fueron expulsadas de Palestina, así como sus
descendientes directos (hijos y nietos) que llevan medio siglo luchando por
retornar a su patria (¿queda alguien en
el mundo que no haya oído hablar de la lucha del pueblo palestino?).
Los
israelíes necesitan ocultar a la opinión
pública occidental, especialmente a la estadounidense, sus horrendos crímenes
contra los palestinos cometidos en 1947 y 1948, (cuando forzaron el éxodo
del pueblo palestino, incluidos
mis padres, tíos y abuelos) y el
interminable holocausto que los
palestinos vienen padeciendo desde entonces. Por lo tanto, y sin dejar de
lloriquear ni un instante, vienen
contando a esa opinión pública que los palestinos (casi un millón de almas en
1948) se marcharon de sus tierras azuzados por sus dirigentes como decía hace
unos días en un artículo uno de esos
propagandistas sin escrúpulos y que no hace más que repetir la misma retahíla de falacias que lo vienen haciendo
desde hace decenios todos sus compañeros de campaña, azuzados por el sionismo
mundial.
Los
palestinos fueron expulsados a punta de fusil por las organizaciones
terroristas judías como Stern, de Isaac Shamir, e Irgun, de Menahem
Beguin, que perpetraron espeluznantes
matanzas para aterrorizar a la población
palestina en 1947 y 1948, antes de obligarla
a abandonar el país. Matanzas como la de Deir Yasin cometida bajo mando
de Menahim Beguin el 9 de abril de 1948 y en la que los criminales de Irgun
llegaron incluso a abrir en canal a las mujeres embarazadas. De esta y otras matanzas perpetradas por los
judíos en Palestina (la de Ain Azzaitun en abril 1948, la de Salahiddin, en el
mismo mes, Iqret en diciembre 1951, Attireh, julio 1953, Abu Gosh, septiembre
1953, Kafr Qasem, octubre 1956, etc.) existen un sinfín de documentos.
Nosotros,
los palestinos, cuando hablamos de nuestro holocausto a manos de los
judío-sionistas siempre lo hacemos con documentos y resoluciones de la ONU en
la mano, y no recurrimos ni a la mitología, ni a un ridículo “pacto
con Dios con el que ellos pretenden imponer al mundo, y de hecho lo están
haciendo en Estados Unidos, la total
sumisión a la voluntad de Israel y que este Estado este por encima de toda
legalidad y toda lógica.
La
legislación de Israel, un Estado sin constitución ni fronteras declaradas y reconocidas
por el propio Estado, permite a
cualquier judío de cualquier parte del
mundo retornar y obtener de inmediato la nacionalidad israelí. O sea, cualquier vecino de las islas
Malvinas puede convertirse al judaísmo un martes y retornar el jueves siguiente
a Israel para reclamar los derechos en Palestina de sus antepasados de la
Patagonia y empezar, una vez instalado en un asentamiento judío en las afueras
de Nablus, a matar palestinos. Es
exactamente así de absurdo y de injusto, sin exageración alguna, aunque sea
difícil de creer. Si no, preguntarles a esos autores israelíes,
apellidados Grossman, Wiesel, etc. tan
lloriqueantes a la hora de rechazar el retorno de los palestinos y defender el
de los judíos, si uno sólo de sus antepasados de antes del siglo XIX ( que es
cuando empieza la actual invasión judía de Palestina) haya pisado alguna vez la
tierra de Palestina. Les desafío a ellos
y a todos los judíos del continente
americano y de Europa, a que presenten un sólo documento creíble que
pruebe que son descendientes de los antiguos judíos de Palestina.
Los
judíos de Palestina han estado siempre, y siguen estando, en Palestina o en los
países de los alrededores. Judíos ha habido siempre en Palestina y son tan
palestinos como nosotros. De niño conocí de cerca a los judíos palestinos del
monte Jerzim, en Nablus, antes de que fuera ocupada por Israel. Siempre han estado allí, palestinos como los
demás, nadie les maltrató a lo largo de muchos siglos. Otros judíos se sienten
también palestinos y enarbolan la bandera de Palestina , hecho este celosamente
ocultado por los propagandistas de Israel. Es notorio el caso de la secta
judía, Neturei Karto, que con más de 70.000 miembros, 50.000
de ellos en Palestina e Israel, son
acérrimos palestinos y tenaces oponentes a Israel al que consideran una
blasfemia contra el judaísmo y una rebeldía contra Yahvé.
En
cuanto a los judíos americanos y europeos, ¿quien les ha impedido retornar a
Palestina a lo largo de los últimos veinte siglos?.
Que
contesten a esta pregunta. Quien les ha
impedido retornar a Palestina desde que esta pasó a ser árabe en tiempos del califa Omar Ben
Al-Jattab hace 14 siglos?. Es harto sabido que los sucesivos gobiernos
musulmanes, tanto en Oriente Próximo como en cualquier otra parte del mundo que
estuvo bajo su dominación, incluida España que es el mejor testigo, han brindado a los judíos un trato
exquisito permitiéndoles alcanzar altos puestos oficiales. Y cuando
los judíos europeos sufrían persecución, por ejemplo en España, huían a países
musulmanes como Marruecos, Turquía, Egipto, etc. donde se convertían en unos
ciudadanos más, incluso gozando de la protección del califa, rey, o sultán de turno. Quien les impidió entonces huir a
Palestina?. Nadie. Si no lo hacían era porque, sencillamente, no la
consideraban su patria ni lloraban por ella.
Está
claro entonces que los judíos europeos
nunca se han sentido descendientes de aquellos judíos semitas y
Jerusalén era para ellos, y sigue siéndolo para millones de judíos que se
siguen negando a retornar a Israel, un lugar de peregrinación y espiritualidad,
de idéntico modo que para los cristianos y musulmanes de todo el mundo. Sólo en
los últimos decenios les entró a ciertos judíos occidentales la fiebre retorno
que es idéntica a aquella fiebre del oro que un día sacudió a los colonos del Far West. Ahora es cuando cientos de miles de rusos y de
otros países de la Europa ex-socialista, desarrapados a causa de la caída de la
Unión Soviética, han emigrado a Palestina, donde podían conseguir tierras y
casas usurpadas a los palestinos . Lo mismo han hecho decenas de miles de
desarrapados judíos argentinos y de otros países de América, que emigran a Palestina con el sueño de
convertirse en propietarios de algo que anteriormente haya sido quitado a los
palestinos y donde se convierten, de
hecho, en señores, esclavizando a los palestinos, humillándoles y
masacrándoles, siempre financiados por la fabulosa ayuda estadounidense y de
cientos de organizaciones sionistas esparcidas en todos y cada uno de los
países europeos y americanos, dedicadas a
brindar toda ayuda imaginable a Israel, principalmente la
propagandística, que es la que garantiza que la gallina de los huevos de oro de
Occidente no deje de pagar a Israel.
Sin
embargo, y a pesar de años transcurridos desde la creación de Israel , los
judíos que actualmente se encuentran en Israel no pasan de los 4 millones, lo
que no supone ni la décima parte del censo de judíos que hay en el mundo.
¿Significa esto que el 90 por ciento de los judíos del mundo no son piadosas ni buenos judíos dado que ni siquiera se interesan por su supuesto derecho
a retornar. Este dato por sí sólo demuestra la falacia de un derecho que ni los
mismos judíos se creen.