sábado, mayo 12, 2012

Manipulación: El caso Noruega y la humanización del asesino - Manipulation: Le cas de la Norvège et l'humanisation de l'assassin

La humanización del culpable 

Lo hemos visto en otras ocasiones y en otros contextos: cuando se quiere legitimar alguna acción poco ética o directamente deplorable se busca la humanización de los sujetos implicados, la subjetivación de sus actos, con el fin de conseguir la empatía por parte del público. La televisión israelí, de forma sistemática, realiza esta estratagema para situar lo que es un conflicto político y militar en una cuestión personal y moral. Cuentan las historias personales de los militares implicados en hechos criminales subjetivando sus sentimientos, humanizando a los responsables. 
Cuando unos chicos se ven obligados a demoler la vivienda de un palestino lo hacen contra su voluntad, pero es su deber. Sistemáticamente ponen en pie de igualdad al verdugo y a la víctima en un acto en el que se invierte la responsabilidad de los hechos y las víctimas, los palestinos a los que se les expulsa, roba y asesina, son los verdugos que con sus actos irresponsables obligan a estos pobres chicos a hacer cosas malas contra su voluntad. Es lo mismo que hacía la propaganda nazi con los judíos, siempre mostrando seres despreciables merecedores de todo aquello que les sucedía. Se trata de humanizar a los nuestros y objetivar al enemigo, de tal modo que las víctimas pueden parecer verdugos.

En Noruega, los familiares de las víctimas de Utoya, han solicitado que las televisiones no emitan las sesiones del juicio a Beivrik. De hecho, en el país escandinavo no se emiten las imágenes que aquí sí hemos podido ver de un Beivrik humano, llorando, bien vestido y haciendo su saludo fascista. Cualquiera, viendo esto, puede llegar a empatizar con él y no ver el monstruo que acabó con las vidas de tantas personas, fruto de una ideología fanática que quiere acabar con todos sus enemigos. Lo mismo que los responsables de atentados fanáticos islamistas, pero a los que siempre se tiene el cuidado de no humanizar, como ha sucedido en Francia con el caso de Merah. Allí se ha prohibido seguir mostrando imágenes que puedan hacer pensar que era una persona normal, como cualquier otra. Es una estrategia utilizada tanto para lo uno como para lo otro, dependiendo de los que se quiera conseguir. Esto mismo es lo que acabamos de ver en España con el vídeo del Rey pidiendo disculpas, tras la campaña de "criminalización" a la que había sido sometido por la prensa y con el fin de cortar por lo sano.

El vídeo dura poco más de un minuto, pero está perfectamente estudiado. Se abre una puerta y aparece el Rey con un sonido de cámaras de fondo. Una voz le pregunta por su salud y el Rey agradece la labor de los médicos y la preocupación de todos. Sin solución de continuidad, proclama su error, pide disculpas y afirma que no volverá a suceder. 
Acto seguido, sale por otra puerta. Es claro que se ha buscado humanizar al personaje, provocar en el público que se ponga en su piel y a la vez que lo identifique con seres débiles que necesitan comprensión. Bien podría ser el abuelo de cualquiera que ha cometido una pequeña locura, o un niño que no sabía lo que hacía. El gesto real da pie a ambas interpretaciones, interpretaciones queridas por el director de esta escena donde todo ha sido medido y cuidado al máximo. 
Seguro que todos recordarán las imágenes del Rey el día del 23F, emitiendo desde Zarzuela el comunicado que debía poner fin al levantamiento militar: un hombre abrumado por la responsabilidad y nervioso que busca ser creíble en momentos donde su posición estaba en entredicho. Hemos visto el making off de aquel día, con un hombre dirigido para saber qué tenía que hacer, sería bueno ver el making off de hoy. 
Como decía Marx en referencia al dicho de Hegel, un acontecimiento es histórico cuando ser repite, pero la primera vez como tragedia (23F) y la segunda como farsa (la escena del hospital).

Fuente: http://bernardoperezandreo.blogspot.com.es/2012/04/la-humanizacion-del-culpable.html
Bernardo Pérez Andreo
Rara Temporum

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