Guayaquil, 2 de julio de 2007
Discurso del Presidente de la República del Ecuador, Rafael Correa Delgado, en la inauguración del Ministerio del Litoral
La otra historia del Ecuador, la escrita de manera subalterna, recogió frases que fueron testimonio de traiciones y agravios, como aquella que decía: yo te ofrezco, busca quién te dé. La referencia tiene que ver con las ofertas de campaña que, por décadas, insuflaron de falsas ilusiones a nuestro pueblo.
Se le dijo que tendría “pan, techo y empleo” y fue sometido y ofendido; se le dijo que sería la hora de “el hombre que trabaja”, y lo que hicieron es, en lo formal, cambiar la hora, y, desde lo subterráneo, abrir los caminos para la profundización de las privatizaciones.
El heredero forzoso de “la fuerza del cambio”, devenido jefe y gendarme de la Constitución de los Sucretizadores, cambió el lenguaje popular y antioligárquico de Jaime Roldós por entelequias que, en la realidad, auparon endeudamiento y crisis.
De Mahuad se dijo “Él es el camino”, pero lo que no sabía el país era que ese camino nos llevaba al mayor atraco bancario, al feriado y al congelamiento de depósitos de los verdaderos ahorristas, mientras la bancocracia se alzaba con miles de millones de dólares.
Estas referencias tienen sentido cuando ahora, gracias al voto de los ciudadanos, de los pobres, la Revolución Ciudadana, cumple cada una de las promesas y juramentos que hiciera al asumir el mandato conferido por los mandantes.
Dijimos que haríamos la importación de urea, a un precio preferencial para los agricultores del país, y acaba de llegar la segunda gran remesa; prometimos el 5.5.5. y pese a las dificultades, a las trabas institucionalizadas, vamos logrando nuestro cometido; juramos defender nuestra soberanía, y a la decisión relacionada con la Base de Manta, con las maniobras UNITAS, se ha sumado un hecho trascendental, como es la concepción de soberanía que va más allá de lo limítrofe, como es el caso de las aspersiones aéreas de Colombia a nuestra frontera norte, donde hemos defendido a nuestro pueblo, por sobre cualquier coyuntura internacional.
En Guayaquil anunciamos la creación del Ministerio de Cultura, que es hoy definitivamente una realidad; la veda de la madera, decisión postergada por falta de decisión política ha sido instaurada en el país; la lucha contra la corrupción, que ha tocado instancias e infiltraciones en nuestro gobierno; la creación de la UNASUR, en consecuencia con el espíritu bolivariano de nuestro gobierno, y así, podríamos seguir con este listado de promesas cumplidas.
El acto de hoy es lapidario, en el mejor sentido del vocablo, porque al tiempo que ratifica una premisa ética: decir lo que se piensa y hacer lo que se dice, contribuye de manera fundamental al bienestar de la mayoría de los ecuatorianos, como es la TARIFA DE LA DIGNIDAD.
La ineficacia y carencia de decisión política de varios gobiernos, los afanes privatizadores, con sus lazos de codicia y voracidad, el dogmatismo neoliberal, fueron la causa del panorama sombrío de las décadas pasadas, causantes de la desaparición de INECEL, la negligencia, que es una palabra demasiado generosa al hablar de la decisión de no construir Mazar, la postergación de San Francisco, entre otras razones, determinaron la crisis del sistema hidroeléctrico del país.
Los racionamientos de 1995, en plena etapa neoliberal, produjeron pérdidas por 600 millones de dólares al Estado, a lo que se sumó, con la venia de los privatizadores, la contratación de empresas termoeléctricas, de enorme impacto ambiental. Se esperaba, es obvio, que el caos generalizado produjera la suficiente alerta como para privatizar al sistema estatal.
Podríamos continuar con más referencias a esta historia nacional de la infamia, pero hemos dicho y hoy lo ratificamos: ha llegado el tiempo de vivir, de alumbrar una nueva vida, con las centellas y el fulgor de un gobierno solidario que piensa en los demás.
A la reciente inauguración del proyecto San Francisco continúa la construcción de Mazar, además de otros dos grandes proyectos: Sopladora y Coda Coco Sinclair. Vamos a diversificar el uso de fuentes renovables y ampliar la explotación del gas natural. Porque los apagones de ayer no solo son el símbolo de la inoperancia y la desidia, sino expresión de un manto de bruma neoliberal que cubría los horizontes de la Patria.
Pero el gobierno de la Revolución Ciudadana no puede esperar. Ya lo hemos dicho en otras ocasiones: postergar las decisiones es seguir manteniendo la oscuridad, y por ello, para honrar una vez más nuestra palabra, hoy consolidamos el subsidio focalizado en las planillas del servicio eléctrico para el establecimiento de la Tarifa de la Dignidad.
La Tarifa de la Dignidad está dedicada, como todas las acciones de nuestro gobierno, a favorecer a la mayoría del país, a los más pobres y vulnerables, siempre olvidados y preteridos por gobiernos insensibles e inconsecuentes.
Quienes consuman hasta 110 kilowatios en la Sierra, y hasta 130 en la Costa, serán los beneficiarios directos, con costos de 4 centavos de dólar por cada kWh consumido y un valor de 70 centavos por su comercialización. Es una decisión basada en nuestro respeto y consagración por los más pobres, porque otro crimen cometido contra los mismos fue a través de la desidia e indolencia con las cuales el poder omnímodo de la partidocracia miró a los humildes.
El Ecuador no va a regresar a esa doctrina feroz, al capitalismo salvaje que generó, durante tantos años una política entreguista, de colusión de intereses, de contratos bajo sospecha y de inmensa desilusión social.
El gobierno de la Revolución Ciudadana nació porque los pobres de la patria dijeron ¡basta!, y en su camino hacia el futuro, hacia mejores días, nos entregaron esta posta de dignidad. Por ello hemos dicho que jamás traicionaremos esa voluntad y esa confianza.
Debemos empeñarnos también en evitar el dispendio. Hay que ser cuidadosos en la forma en que usamos la energía eléctrica, porque debemos entender que los esfuerzos que hace el gobierno de la Revolución Ciudadana deben ser asimilados por la población, por ciudadanos y ciudadanas que tienen, por fin, en el gobierno un verdadero aliado, porque somos socios de un país distinto, y somos hermanos en este proce4so de definitiva transformación.
Mucha gente, cuando se habla del Estado, lo separa de su vida cotidiana. Hay algo de razón en este desentendimiento entre pueblo y Estado, porque éste no se preocupó del destino de ese sufrido y noble pueblo que, como el de Guayaquil, de la provincia del Guayas, y del litoral entero, fue olvidado, usado y hasta manipulado para defender intereses protervos y ajenos.
Hoy tuvimos el privilegio de cumplir otra promesa, relacionada con los salarios de los maestros ecuatorianos, y es una suerte y una hermosa coincidencia que la metáfora del aprendizaje, entendida como la luz de la enseñanza, se una a la presentación de la Tarifa de la Dignidad, que es una ventana de luz para los pobres de la Patria.
Hemos admirado al Siglo de las Luces, y desde la humildad, esa metáfora nos puede iluminar para continuar este camino sin retorno, hacia las conquistas populares, hacia la luz del verdadero desarrollo, del verdadero progreso.
Con el aporte de los guayaquileños estamos transformando la Patria. Pedimos a las madres guayaquileñas, siempre protectoras, siempre al amparo de la vida y el corazón, que nos ayuden en las campañas de ahorro de energía. A esas mujeres guayaquileñas que, como decían Nicasio Safadi y Abel Romeo Castillo tienen: blancor de coco al reír, pelo de noche sin luna, mirada oscura de añil.
Por los pobres de Guayaquil y de la Patria...
¡Hasta la victoria siempre!