Al conmemorarse en este 17 de agosto, aniversario del paso a la inmortalidad, del Gral. Don José de San Martín, es de importancia vital una breve reflexión con el objetivo de que en algún momento debamos desarrollar una biografía más plena sobre los aspectos desconocidos o a ex profeso ocultados sobre la vida de nuestro héroe máximo; para que las próximas generaciones puedan contar con una interpretación más cabal, ajustada a los hechos históricos y vislumbrar mejor su tamaña personalidad.
Mucho se ha escrito y se ha hablado de la personalidad arquetípica de Don José de San Martín, del Adalid, del Héroe, del Prócer, del Patricio, del Libertador de Naciones hermanas, del Militar Ejemplar, del Estadista, del Padre Educador, Moralista, Religioso, indiscutiblemente Católico, y hasta tenemos a un San Martín, enfermo y solitario; y sin embargo poco se ha dicho de su angustiado ostracismo, de sus perseguidores políticos, de su doloroso destierro, de sus ideales Hispanoamericanos, de su monarquismo americanista, de la retirada de Guayaquil, no tanto por la ambición de Bolívar, como por el boicot del centralismo rivadaviano y la conspiración de las sociedades secretas.
Por otro lado existe un manto de olvido y silencio acerca de los conflictos que tuvo el guerrero inmortal, con los liberales unitarios como Rivadavia. Tampoco se nos informa que Don José, tenía el proyecto, de que una ves conquistada la Independencia, debía buscar la paz con España mediante tratados comerciales para evitar la preponderancia Británica, y que esto le valiera la fobia masónica y condena de Mister Mackinnon, podríamos sugerir a los historiadores inconformes con su actual biografía que allí deberían buscar las causas de su vertiginoso ocaso y ostracismo.
Poco y nada se nos dice de la imposibilidad de llegar a tiempo a ver a su mujer que estaba enferma y se moría, porque una partida de sicarios lo esperaban para asesinarle, del riesgo no sólo de su propia vida, sino la de su hija, si permanecía más tiempo en el país, de la campaña de injurias de la prensa porteña en el momento de su retorno a Buenos Aires, del reto a duelo por el honor ultrajado a que lo desafiara San Martín a Rivadavia y que éste no acepto, ocurriendo este hecho cuando Bernardino visitaba Europa en los años de exilio del gran Capitán, de las admoniciones a los unitarios y traidores que luchando contra Rosas, se aliaban al extranjero para humillar a su Patria, y arrancarle jirones de ella – esto lo veía muy claro el General, y debe haber realizado una evaluación certera para que decidiese legar su sable a El Restaurador - todo esto y otras desavenencias más, ha sido muchas veces ocultado o falsificado por la historiografía oficial.
Pero también es cierto por ello mismo, que en la vida de nuestro General, existe como una especie de misterio de su personalidad, un enigma pendiente a descifrar, por un lado tenemos un San Martín con ideales de un Orden Jerárquico Católico, simpatizante de los gobiernos de orden como lo fue el de Don Juan Manuel de Rosas, y por otro un San Martín vinculado con logias masónicas y con los difusores de las Nuevas Ideas, no sabemos si se debió esto último a razones militares-estratégicas, o si tenía pleno convencimiento de aquellas Ideas, probablemente haya existido influencias heterodoxas, era frecuente en los hombres de su tiempo, y en el caso de San Martín, se debía a que desde niño había recibido una formación severamente espartana, probado en batallas desde temprana edad y por ende se encontraba dotado de una educación jerárquica, aristocratizante, esto entendido en el sentido guerrero de la superación permanente, de privilegiar el esfuerzo, lo mejor, lo superior; pero también como tantos jóvenes de su época se dejaron sugestionar por la educación de la ilustración: del racionalismo, de igualdad y libertad de su tiempo en la cual había caído gran parte de Europa, y España no era ajeno a ello, como consecuencia de la decadente y afrancesada monarquía Borbónica; y las logias masónicas que pululaban como una moda de época, hacían su agosto entre una juventud apasionada por el novedoso saber y deseosa de ser protagonista o servidora de nobles causas, a tal punto que estuvo adherido a algunas de ellas. Así podemos entender que el joven San Martín, fue un prisionero de su época, pero ya maduro en el Alto Perú, tuvo tiempo para contemplar con sus propios ojos las maquinaciones siniestras de las logias y sus miembros, que concientes o inconcientemente servían a la construcción de un nuevo imperio invisible que emanaba desde Londres, y al parecer él lo intuía más nefasto que el que se estaba derrumbando. Allí Don José, comenzó a desvincularse de las logias, y sospechamos que esas fueron las razones de su condenación y persecución política.
Basta con leer la obra de Carlos Steffen Soler: “San Martín, en su Conflicto con los Liberales” Ed. Librería Huemul, Buenos Aires 1983, para comprender, porque El Libertador en el Perú, decidió rápidamente su regreso. Tengamos presente que desde Buenos Aires, no sólo se había suspendido el apoyo logístico, sino que su plan era boicoteado permanentemente. Además San Martín contaba con información confiable que le brindaba su hermano desde la cancillería de Fernando VII, quien le advertía sobre algunas maquinaciones y de cómo operaban las logias desde el bando realista. Seguramente San Martín habrá comprendido la real dimensión de la conspiración e intuido el peligro de la fragmentación, y temió por el futuro de la Libertad y la Unidad de la Gran Patria Hispanoamericana, luego que fuera barrido el poder español en América. ¿Esto le provoco alguna frustración a nuestro General que motivo su pronto retorno?
Por otra parte también se debe contemplar que en muchas oportunidades Don José supo guardar en el silencio acético los dolores y penas que lo embargaban con una franca flagelación piadosa y esto se debe a su formación y conciencia Cristiana que siempre apechugó el sufrimiento y a su educación de soldado con temple espartana, que se dispone al sacrificio más extremo, sin esquivo ni rezongo, por una Empresa grande, por una causa noble, justa como lo es la de Dios y de la Patria.
Cuando se tiene conciencia de que “la vida no tiene sentido si no es para quemarla en una empresa grande” como la Libertad y Salvación de la Patria; no queda otro camino más que el heroísmo y el martirio, como lo eligió nuestro héroe máximo. Siendo fiel a sus máximas: “Serás lo que debes ser o sino no serás nada” y “Cuando la Patria está en peligro todo es válido menos dejarla perecer”.
Podrán decir algunos espíritus pragmáticos-utilitarios ¿y que ganó si tuvo que ir al destierro, sin éxito?; precisamente los hombres trascendentes, no encuentran éxito, sino Glorias. Porque, ¿Qué gano Nuestro Señor Jesucristo, si tuvo que morir en una Cruz, despreciado, por la mayoría del mundo? Respondemos:
Primero: Las minorías hacen la historia, para conducir a las mayorías.
Segundo: Cristo nos enseña con su ejemplo que Él nos Amó por eso sacrifico su vida y es por esto que sin sacrificio, ni derramamiento de sangre, no hay Redención ni Esperanza.
Y Tercero: Que sin Amor, sin ese Gran Amor, no hay Servicio y sin servicio no hay Salvación.
Por eso le decimos a Don José de San Martín, en versos de Alberto Eliseo Sciorra:
El Adalid Eterno
Aunque cesó la lucha de tu espartana “y cristiana vida”
el día inolvidable que tu alma diste a Dios.
La antorcha de tu credo mantiénese encendida
Y todo un continente va de ensueño en pos.
Tu espada en San Lorenzo templóse de optimismo,
Logrando en Chacabuco triunfal consagración;
Y en Maipú ante estupendo derroche de heroísmo
El Ande gigantesco pasmóse de emoción.
En Bronce es cincelada tu efigie inconfundible
Y exalta el orbe eterno tu personalidad,
Tu genio de estratego, de gloria inmarcesible,
Impuso en la hora augusta su ideal de libertad.
Cuando la tarde muere, altivos y cuadrados,
Al imponer ¡Silencio! El toque del clarín,
En nombre de la Patria corean tus soldados:
Presente está y por siempre, José de San Martín.
Fuente
Camacho Ruiz, Prof. Jorge E. – San Martín, Ese Lado Desconocido, un Enigma Siempre Pendiente a Descifrar
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