viernes, julio 20, 2012

A propósito de la resistencia al uso de la palabra Rescate: El Uso del Lenguaje VII - À propos de la réticence à utiliser le mot de sauvetage: utilisation de la langue VII

Parte VII y Final
EUFEMISMOS

El diccionario define el eufemismo con otro eufemismo: "manifestación suave o decorosa de ideas cuya expresión directa sería dura y malsonante". Un perro mordiéndose la cola.
"Eufemismo" proviene de eu: bien, buen; y femí: decir.
Vías de escape de la conciencia a través del lenguaje; diríase también de la condición del avestruz semántico, convencido de que lo que no se nombra, no existe, o existe con menor intensidad.

Nuestra existencia cotidiana transcurre acolchada por eufemismos de todo tipo, aunque no en todos los casos somos víctimas temerosas, otras veces somos cínicos victimarios y elegimos disfrazar los resultados de prácticas atroces.

Llamamos "excluidos del sistema" a nuestro prójimo con hambre, miseria o desocupación;
"daños colaterales" a la matanza de población civil;
"amante de lo ajeno" al ladrón;
el "servicio" o el "toilette" al baño;
"interrupción del embarazo" al aborto;
"gatillo fácil" al asesinato cometido por las fuerzas del orden;
"declaración espontánea" a la obtenida bajo tortura en una comisaría;
"publicidad no tradicional,
PNT" al chivo, generalmente encubierto en el argumento de un programa televisivo;
"no vidente" al ciego; "flexibilización" a las facilidades para despedir sin compromisos con el empleado;
"ajusticiamiento" al asesinato de cualquier tipo;
"limpieza étnica" al genocidio;
"intangibilidad de los depósitos" (ley 25.466) a "mejor saquen la plata cuanto antes";
"rea-juste" a nuevos aumentos;
"corralito" a expropiación indebida de fondos privados por parte del Estado;
"reconciliación" a impunidad;
"autoahorro" a financiar la fabricación de nuestra compra futura;
"en estudio" al proyecto archivado;
etc., etc., etcétera.


El ex dictador Jorge Rafael Videla explicó así uno de nuestros mayores eufemismos:79 "Pongamos un número, pongamos cinco mil. La sociedad argentina no se hubiera bancado los fusilamientos: ayer dos en Buenos Aires, hoy seis en Córdoba, mañana cuatro en Rosario, y así hasta cinco mil. No había otra manera.
Todos estuvimos de acuerdo en esto. Y el que no estuvo de acuerdo se fue.
¿Dar a conocer dónde están los restos? Pero... ¿qué es lo que podemos señalar?
¿El mar, el Río de la Plata, el Riachuelo? Se pensó, en su momento, en dar a conocer las listas.

Pero luego se planteó: si se dan por muertos, en seguida vienen las preguntas que no se pueden responder: quién mató, dónde, cómo".

"Los desaparecidos —dijo— no tienen entidad. No están ni vivos ni muertos, son desaparecidos."

79 Véase El dictador. La historia secreta y pública de Jorge Rafael Videla, de María Seoane y Vicente Muleiro.

El idioma podrá servir para aclarar nuestra identidad o para oscurecerla del todo.
Tenemos que ver con las palabras que usamos y con cómo las usamos: nombramos al mundo de acuerdo a lo que pensamos de él; la forma de cada palabra, su inserción en la frase, su capacidad de sintetizar una idea, están estrechamente vinculadas con el fondo de cada concepto, con lo que queremos decir y lo que no.

 Escribió alguna vez Ortega que la identidad de un país puede encontrarse en sus silencios, en lo que no hace falta decir para entenderse, en el sobreentendido, esa especie de complicidad tácita que nos argentina y que no necesita aclaraciones: por eso cada país se ríe distinto y de distintas cosas, por eso "patria" significa una cosa en el Líbano, otra en la Argentina y otra más en Suiza, aunque fuesen patrias las tres.

Lo que no decimos (lo que no nos hace falta decirnos, en verdad), nos une, y también nos unen las palabras que necesitamos acorazar para pronunciar, alivianar para soportar.
Argentina es, también, la patria de los eufemismos, este sitio en el que a veces las palabras no palabran del todo.
Porque si realmente palabraran, deberíamos mirarnos directamente a los ojos.
A veces, para defendernos de lo que sucede, de lo que fuimos y básicamente de lo que no queremos ver, las palabras no palabran, sino que blablan. Barro en estado puro, vida corriente, las palabras son eso.
La Academia intenta (en vano, claro) sepultarlas en los diccionarios para detenerlas y definirlas.

Palabras cautivas. Ellas se ríen de las definiciones y continúan viviendo su promiscuidad: los idiomas se acuestan, se multiplican, se mezclan, se componen. 

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